Artesanas que elaboran traje típico zapoteca abandonadas por pandemia

Rosa Ramírez Tolentino solo pide supervisión del programa federal “Jóvenes construyendo” para poder reactivar su taller y mejorar su economía.


#AlianzadeMedios | por Diana Manzo de Página 3

Juchitán, Oax.– La pandemia del Covid-19 no solo afecta la salud física y emocional, también la economía de artesanas zapotecas que elaboran el traje típico de esta región oaxaqueña, a Rosa Ramírez Tolentino le cancelaron todos sus pedidos, ella es dueña del taller “Traje Típico Rosa” y ahora para poder reactivarse se inscribió como instructora del programa federal “Jóvenes construyendo el futuro”, pero nadie la visita ni la supervisa y teme que le cancelen.

Desde su hogar en la novena sección de Juchitán Oaxaca, Rosa tiende su bastidor de madera e hilvana la seda con la aguja de gancho y comienza a tejer, lo hace por una hora o dos, pero está desesperada por que no hay ventas, todo se detuvo y nadie le compra, para subsistir elabora totopos de maíz, su segundo oficio.

En abril del año pasado, el gobierno de Oaxaca anunció el apoyo de incentivos y apoyos para la estabilidad económica de Oaxaca por mil 270 millones de pesos, sin embargo, ni un solo centavo llegó a manos de Rosa, por lo que conforme pasan los días y los meses, ve más difícil salir del rezago económico que vive.

Su esperanza nuevamente es “levantar el taller” es decir trasmitir, ser instructora y enseñar sus conocimientos a mujeres jóvenes a través del programa “construyendo el futuro” para que el bordado tradicional no muera y se siga elaborando el traje típico istmeño.

Rosa de 47 años de edad se preocupa por la falta de ingresos porque de ella dependen sus dos hijas menores de edad, debido a que su esposo lleva diez años recluido y sin sentencia en una cárcel regional.

Estoy sola con mis hijas, la justicia para mi esposo aun no llega, lleva 10 años recluido sin sentencia y eso es lamentable, todo esto entre la falta de dinero y la desesperanza de vivir sin mi esposo  acelera más mi preocupación; pero no me decaigo, tengo manos y sé tejer y elaborar totopos, confío que la gente pronto me hará pedidos, me comprará trajes, un huipil o alguna otra prenda tradicional, que pronto esto pase y nos reactivemos todas, porque la estamos pasando muy mal.

Mientras rellena con hilo una flor con su aguja de tejido, explica que vivir sola en medio de una pandemia donde te pide “quedarte en casa” pero a la vez no tener dinero para comer y en todo esto, tener un esposo recluido en una cárcel, es situación de tensión constante, pues la contingencia sanitaria seguirá por más meses.

A veces ya no se si llorar, reír o huir, porque las ventas de traje regional no hay, y ese era un buen negocio, porque todo lo hacíamos aquí en el taller y lo vendíamos a muchas mujeres de todas partes, pero todo se canceló.

Para subsistir sigue tejiendo con la esperanza de que alguien le compre, y además de los totopos, vende las hamacas que su esposo elabora desde el sitio donde está recluido, porque así han podido sobrevivir en estos 10 meses de contingencia sanitaria.

Ojalá los encargados del proyecto federal de “jóvenes reconstruyendo el futuro” puedan escucharme y venir a mi casa, ayudenme, porque mi única opción ahora para tener un ingreso es dando talleres y enseñar, ya tengo a las participantes, solo requiero que siga vigente este apoyo para ellas.

El calvario para las artesanas zapotecas es ese, hay mucha dificultad para ventas, algunas han probado ventas en redes sociales y les ha funcionado, otras siguen esperando que la pandemia acabe, aunque lo ven difícil, mientras tanto  Rosa y el resto de las artesanas siguen bordando, siguen llenando de hilos de colores vivos  los lienzos de esos trajes regionales que distinguen a la mujer zapoteca en todo el mundo.

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