Salvan vidas, y mueren

Foto: Agencias

Por Eric Ordóñez, Andrés Domínguez, Samuel Revueltas, Isaín Mandujano, Rubí Zúñiga, Yessica Morales, Gabriela Coutiño y Ángeles Mariscal

Son médicos, enfermeras, trabajadores sociales, radiólogos, laboratoristas, paramédicos, verificadores sanitarios, personal admistrativo y de cocina. Desde el inicio de la pandemia han muerto en Chiapas, contagiados por el nuevo coronavirus, al menos 61 trabajadores de la salud al servicio del estado.

A esta lista se suman los trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que en enero son al menos siete. Chiapas destaca como una de las entidades con mayor letalidad (fallecimientos) del personal sanitario en México, que lejos de detenerse, conforme pasan los meses aumenta y se intensifica.

¿Por qué aumentaron los fallecimientos del personal sanitario que atiende COVID-19? No hay una sola causa, explican especialistas y el mismo personal, sino un conjunto de factores: falta de insumos e infraestructura que impida atender personas contagiadas en condiciones de seguridad; cansancio y estrés que bajan la guardia y relajar las medidas sanitarias; el tercero tiene que ver con derechohabientes y sus familiares, quienes ingresan a los centros hospitalarios y en su agobio ante la enfermedad, también relajan las medidas sanitarias.

El primero fue Jaime Leyte, médico especialista del Hospital General de Palenque, fue el 8 de mayo de 2020, apenas al inicio de la pandemia; le siguió Anselmo Salomón Ramírez, el 25 de ese mismo mes, él era médico que trabajaba en uno de los centros de salud de Palenque; y sólo cuatro días después murió, también de COVID-19, Ignacio López López, del Centro de Salud de Raudales Malpaso.

En las áreas administrativas y de servicios, los contagios y fallecimientos no se quedaron atrás. Iryan López, quien laboraba en el área administrativa del Hospital General de Palenque, murió el 8 de mayo; Ismael Cundapí, del Centro de Salud Rural de Suchiapa, Irene Chanona, quien se desempeñaba en el Área de Atención Ciudadana de la Jurisdicción Sanitaria 1.

La lista se fue alargando, en enero Édgar Cruz Hernández del Hospital General de Tecpatán; la paramédico María Erita Long; el médico Miguel Ángel Vázquez, el auxiliar de enfermería del Hospital de Cintalapa, Marco Antonio Zenteno; el médico de Tapachula Joel Díaz Barcelot; Gaspar de Jesús, administrativo del Hospital de Simojovel; los médicos Jesús Ángel García; Rogelio Pérez Morales y Rogelio Macías.

El Hospital 5 de Mayo del IMSS ha sido un cadena de contagios y fallecimientos, entre ellos Martín Rogelio Macías Ruiz, reconocido médico de la capital; y Karina Trujillo, quien  trabajó embarazada y  dejó a tres hijos, entre ellos al recién nacido.

Esta institución dijo desde mayo de 2020 que “la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2, que provoca el COVID-19, no deben escatimar en precauciones que el personal de salud llevará a cabo y que se irán ajustando conforme vayan conociendo el comportamiento del nuevo virus”.

En teoría, definió una serie de prácticas de seguridad para reducir el riesgo de transmisión, que incluye “la higiene de manos en los cinco momentos y con técnica adecuada, uso de Equipos de Protección Personal (EPP) según la evaluación de riesgo, higiene respiratoria o etiqueta de tos y estornudos, prácticas seguras en la atención de los pacientes, esterilización/desinfección de dispositivos médicos y, limpieza y desinfección del ambiente”.

La teoría se topa con la realidad. La realidad es que, por citar un ejemplo, en el área de tomografía, a donde llevan a hacer estudios de pulmón a “pacientes COVID”, el personal de limpieza únicamente desinfecta la zona tres veces al día, “porque no hay suficiente personal que pueda realizarlo más veces, y cuando llegan echan un poco de cloro que van racionando”, confiesa una de las encargadas del área, quien también reconoce que para pacientes externos, usan de dos a tres batas, y no una por cada paciente.

En el pasillo que lleva a la zona, se observó que camilleros que llevan a pacientes COVID a estudios, van con el equipo de protección, pero sobre ese mismo pasillo pasan no solo ellos, sino otros pacientes, médicos, técnicos, entre otras personas que no lo llevan porque administrativamente no tienen contacto directo con las personas contagiadas, así que no les proporcionan en su día a día más que uno o dos cubrebocas.

 

“Burocracia que nos va desgastando”

“Al inicio (de la pandemia) todo era muy estricto, ahora algunas medidas se dejaron de hacer o quizá el personal se va acostumbrando y no siente tanto el riesgo de contagio. Y una se va cansando de estar pidiendo que vengan a limpiar, es como una burocracia que nos va desgastando”, señala la auxiliar administrativa.

El cansancio del personal médico es físico, pero también emocional: la constante lucha por exigir materiales y que además sean de calidad, los trae agotados. “Es cansancio de que mis autoridades no ven por mí, no ven por mi seguridad, no nos brindan el material necesario”, explicó uno de los médicos que trabajan en el IMSS.

“Para mí es muy cansado decir todos los días, este cubreboca no me sirve, este equipo me queda corto, estos goggles no me van a proteger como tal”.

Mauricio Albores Argüello, doctorado en Psicología en Investigación, en entrevista para tratar de ahondar en la crisis por la que está pasando el personal médico durante la pandemia, indicó que muchos han desarrollado el síndrome de desgaste profesional o burnout, que es el estrés que se desborda y genera un impacto significativo.

“Ha habido un desgaste a nivel físico, emocional, psicológico y también ha tenido ciertas consecuencias o ha desencadenado otras circunstancias mucho más complejas en aspectos que tienen que ver con la alimentación, los hábitos del sueño, la capacidad para poder sentir placer o poder relajarse”, su sistema inmunológico, que les ayuda a resistir enfermedades, entre ellas el COVID-19, se deteriora.

Albores Argüello detalló que la pandemia realmente ha dejado consideraciones muy importantes en muchos aspectos que tienen que ver con la bioquímica cerebral. “Vivimos una incertidumbre, no sabemos si realmente vamos a vivir el día de mañana o el próximo mes porque en algún momento nos podemos contagiar y obviamente este impacto va a tener una consecuencia también en la interacción que tenemos con nuestros padres, compañeros, compañeras, jefes e incluso con nuestros propios pacientes”.

El síndrome de burnout considera que no se está haciendo bien su trabajo, aunque se les reconozcan, piensan que hace falta mucho más, “se siente ese desgaste, pero creemos que podemos dar un poquito más y dejamos de comer, dejamos de sentir placer, dejamos de distraernos en algún momento”.

Otro síndrome que presenta el personal médico es de desgaste por empatía, por lo general se presenta en profesionales de la salud que están encargados de atender a consultantes que están por un proceso paliativo.

A la larga podemos empezar a tener ciertas problemáticas, hay investigaciones que refieren que altos niveles de estrés o de burnout en algún momento pudieran provocar enfermedades psicosomáticas, incluso algunas enfermedades autoinmunes que se desarrollan precisamente por esta reacción bioquímica del cortisol, que se dispara, y otras sustancias como la noradrenalina que afectan a nivel bioquímico el cerebro.

“Se han desarrollado miedos, angustia, ansiedad, preocupación y otras enfermedades como la depresión y conductas suicidas”.

 

Ciudadanía suma riesgos

La anciana va cubierta con una cobija mientras dos hombres y una mujer, posiblemente sus hijos, discuten con el policía que tiene el control de la entrada de emergencias del Hospital del ISSSTE.

La mujer apenas lleva un cubreboca que a cada tanto se le resbala, sus acompañantes también intentan, con las manos, mantener los suyos en su lugar, durante la discusión para que la mujer ingrese.

Quienes también son pacientes de familiares que esperan afuera, miran, y cuando el policía de la entrada se acerca, varios acuden para preguntar por sus enfermos. Algunos entran al lugar, apenas se ponen un poco de gel para las manos, en ese primer contacto con el personal del hospital.

“No se ejerce sana distancia; no se fumigan y sanitizan las áreas comunes”, la ciudadanía suma riesgos.

La vacuna que pudo salvarlos

El 13 de enero pasado, poco más de 6 mil integrantes del personal de salud recibió la primera dosis de la vacuna anticovid. Para que funcione, deberían haber recibido la segunda dosis este 04 de febrero. Personal de salud mostró su preocupación al pasar la fecha sin que les aplicarán la segunda dosis.

“Por un momento pensamos que ya estábamos a salvo, se sentía un buen ambiente en el hospital, pero pasó la fecha (para la segunda dosis) y ahora tenemos duda de que aún cuando en los próximos días nos la apliquen, pueda funcionar”, señala con desilusión una de las enfermeras que fue vacunada.

Esta situación coloca al personal médico nuevamente ante el estrés y la incertidumbre, por el riesgo de contagio y, en consecuencia, la muerte.

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