El extraño caso de las vacunas de ida y vuelta entre Honduras y Nicaragua

Ilustración de portada: Leo Pacas

Por: Eleana Borjas/ Radio Progreso

En un corto período de 2021, muchos nicaragüenses cruzaron la frontera norte de su país para vacunarse en Honduras. Lo que, en principio, parecía un gesto solidario se revela como una mala gestión con vacunas que, en muchos casos, estaban a punto de vencerse, pero sirvieron para un intercambio de gestos populistas entre regímenes autoritarios. 

El 27 de octubre de 2021, de manera sorpresiva, el exgobernante de Honduras, Juan Orlando Hernández, y el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, aparecían en la televisión nacional nicaragüense. Los mandatarios anunciaban la firma del “Tratado Integracionista del Bicentenario”, en el que se ratifica la delimitación marítima en el Mar Caribe y el Océano Pacífico.

“Con la firma del Tratado, los gobiernos de Honduras y Nicaragua dan un ejemplo integracionista y de paz. Con el presidente Daniel Ortega nos comprometemos a trabajar juntos por el desarrollo de nuestros pueblos”, posteó en Twitter el ex gobernante Hernández, quien cuatro meses después espera ser extraditado a Estados Unidos para responder a las acusaciones de narcotráfico.

Mientras Hernández y Ortega firmaban sobre una sentencia dictada en 1992 por la Corte Internacional de Justicia de la Haya, miles de nicaragüenses cruzaban las fronteras para ser vacunados en Honduras contra la covid-19.

“Vinieron gente del municipio de Somotillo, desde las cuatro de la mañana para poder cruzar el río”, recuerda una de las jóvenes vacunadas, originaria de San Pedro del Norte, Chinandega, municipio nicaragüense fronterizo con San Marcos de Colón.

San Marcos de Colón, ubicado en el departamento de Choluteca la zona más calurosa de Honduras, es nombrado el “Oasis del Sur” pues su altura de 960 metros sobre el nivel del mar hace que sea un lugar donde suele correr el viento. El municipio está situado a 12 kilómetros de la frontera con El Espino, Nicaragua.

“Como pueblos hermanos que somos, tomé la decisión con el equipo de salud de prestar 100.000 dosis de vacuna anticovid a Nicaragua, porque no la tienen. Hay que ser agradecidos y solidarios para quienes nos han ayudado en las crisis”, anunció el gobernante hondureño, Juan Orlando Hernández, a través de las redes sociales, el 12 de octubre 2021.

Hernández, horas antes de su encuentro con Daniel Ortega, informó que habilitaría los puntos fronterizos para vacunar hasta 500 nicaragüenses al día: “recuerden que hay un flujo migratorio de un país a otro. Vacunar a Nicaragua, es vacunarnos a nosotros. Se va a coordinar para que se haga un trabajo de buena atención, que sea efectivo”.

San Marcos es pequeño, un poco más de 30 mil habitantes, pero es grande en solidaridad. Ana Luisa Tercero, desde que nació, vive ahí y da cuenta de las “experiencias humanitarias”. Ana Luisa es agente de la Pastoral Social de la Parroquia y cuenta que, frente a su casa, en el Club de Leones, se instaló un punto de vacunación. El gobierno hondureño fue “solidario” con las vacunas, aunque los vecinos nicaragüenses necesitaban también agua, comida y un lugar donde pasar el día.

“Se quedaron muchos sin vacuna, (pero) al día siguiente se las proveyeron a muchos que quedaron esperando el cupo”. Junto con amigos y feligreses, Ana ayudó a alimentar a más de 700 nicaragüenses que pasaron la noche en San Marcos mientras esperaban a ser inmunizados con la vacuna de Moderna y Pfizer.

El gobierno de Daniel Ortega tomó la determinación de comenzar a vacunar a la población nicaragüense con los biológicos Sputnik Light de Rusia y la Soberana o Abdala de Cuba, ninguna de ellas aprobadas aún por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

  • ¿Qué comentaban los nicaragüenses cuando llegaron a vacunarse?
  • Siempre lo hacían con temor. (Unos) que el gobierno de Nicaragua les preguntaba a qué partido político pertenecen y, cuando no eran afines, les negaba la vacuna. Otros nos decían que estaban poniendo una vacuna que no era reconocida y les daba temor.

Daniel Ortega y Juan Orlando Hernández, mantuvieron en los últimos años una extraña alianza que muchos califican de peligrosa.

Aunque la mayoría de nicaragüenses de Somoto ingresaron por el punto fronterizo La Fraternidad para vacunarse, a unos 12 kilómetros de la ciudad de San Marcos de Colón, la cordillera La Botija y el río El Torondano fueron testigos del paso de cientos de pobladores de San Pedro del Norte, en Chinandega.

Una joven de esa localidad, que pide no revelar su nombre por temor, nos cuenta que, si alguien quería vacunarse, el alcalde de esa población nica ayudaba “porque solamente nos divide el río, en cuatro minutos estamos al lado de Honduras”.

“Nosotros los nicaragüenses esperamos la vacuna con ansiedad porque en nuestro país solo se estaba inyectando Pfizer a mujeres embarazadas. En Honduras se puede vacunar a menores con Moderna”, comenta sentada frente a la pequeña plaza de San Pedro del Norte que tiene como guardián a Augusto C. Sandino. 

La población de San Pedro del Norte sobrepasa las cinco mil personas. La joven cuenta que más de la mitad de sus habitantes se vacunó, y la mayoría son jóvenes. 

  • ¿Por qué preferían vacunarse con Moderna y no con Sputnik?
  • Estas vacunas nos dan la oportunidad de poder viajar. Muchos lo hicieron para poder salir a otros países.

Cuadro de registro de vacunas aplicadas en territoio hondureña a ciudadanos nicaraguenses.

“Vacunas por vencerse”

Honduras es uno los países en la región centroamericana que estuvo marcada por la mala gestión y la corrupción frente a la pandemia de la covid-19. Según los recuentos del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA), el país ha perdido mil millones de lempiras a causa de la corrupción relacionada con la gestión de la vacuna a nivel nacional. 

Antes de completarse los dos años de emergencia sanitaria, el CNA había presentado alrededor de 20 denuncias por corrupción, indica el abogado Cesar Espinal, coordinador del Observatorio de Política Criminal Anticorrupción del CNA.

Para la doctora Suyapa Figueroa, ex presidenta del Colegio Médico de Honduras, el gobierno del ex mandatario Juan Orlando Hernández realizó una gestión de la pandemia “verdaderamente nefasta”.

Figueroa señala que la corrupción pasó por los hospitales, por la compra de insumos para protección del personal sanitario, mascarillas que no eran de uso médico, pruebas que se perdieron y compra de medicamentos en exceso sin suficiente evidencia para el uso en pacientes con covid-19.

“Luego, continuaron con el tema de vacunas. Faltó la compra oportuna, (y) así hubiésemos evitado tanta muerte de médicos y de la población en general”, cuestiona la doctora Figueroa.

En menos de una semana de aprobada la vacunación para los nicaragüenses, el ex presidente Hernández anunció que el gobierno de Daniel Ortega regresaba las 100 mil vacunas anticovid que le habían entregado en solitud de préstamo.

“Solidaridad entre pueblos hermanos, recibimos las 100 mil vacunas que hace unos días préstamos a Nicaragua. Vacuna para todos, para vencer juntos la covid-19”, escribió Hernández en su cuenta de Twitter.

La doctora Figueroa, actual diputada al Congreso Nacional, afirma que donar a otros países y pueblos siempre es solidaridad, sin embargo, se pregunta “si no era realmente porque se les iba a vencer el biológico, y eso supuso una acción política, (es decir), una acción dolosa”.

Danny Sánchez, coordinador del centro de salud en San Marcos de Colón, comenta que el proceso de vacunación a nicaragüenses fue “acelerado y muy improvisado, pero queda la satisfacción de haber ayudado a la gente porque en ese entonces ya nosotros teníamos bastante cobertura”.

Afirmación que se contrasta con los datos del Programa Ampliado de Inmunización (PAI) que, para diciembre 2021, contabilizaba un 64% de los hondureños elegibles vacunados con una dosis y apenas el 45% con dos dosis de la vacuna contra covid-19, mientras 1.5 millones de personas todavía no habían iniciado su esquema de vacunación.

En el departamento de Choluteca, región donde se ubica San Marcos de Colón, solo el 72.10% de la población está vacunada con dos dosis contra la covid-19, lo que significa que más de 100 mil ciudadanas y ciudadanos siguen sin inmunizar. 

“La improvisación les agarró por sorpresa”, asegura el doctor Sánchez: “Mire, aquí amanecieron de 2,000, 3,000 y 4,000 personas. Toda la gente me preguntaba cómo van hacer para vacunarlos. Nuestro compromiso era hasta agotar la última vacuna”.

  • ¿Y el vencimiento de esa vacuna para cuándo estaba?
  • Había presión para agotarlas rápidamente porque eran vacunas Moderna que venían de Haití y, de repente, en dos meses, se iban a vencer.

En un acto de solidaridad para algunos, de cálculos políticos para otros, Honduras vacunó a miles de nicaraguenses.

Hasta diciembre de 2021, de acuerdo a las estadísticas del centro de salud, en San Marcos de Colón, con primera dosis de Moderna se vacunaron un total de 15,662 nicaragüenses, incluyendo casi 500 en Duyure. Con segunda dosis, sumando los dos municipios, se inmunizaron 12,835 personas procedentes de Nicaragua. 

En septiembre de 2021, un mes antes de que el gobierno del exmandatario Hernández informara del préstamo de vacunas y la inmunización en la frontera con Nicaragua, el Congreso Nacional, dirigido por el entonces oficialista Partido Nacional, aprobó el proyecto que declaraba “información reservada” a los acuerdos y contratos vigentes entre el Gobierno de la República de Honduras y las empresas farmacéuticas fabricantes o proveedoras de las vacunas contra la covid-19. Dicha información permanecerá oculta, según el decreto aprobado, por un período de 10 años. 

La solidaridad proclamada por el exgobernante Hernández, además, se produjo en el contexto previo a las Elecciones Generales que se celebrarían en noviembre de ese año, 2021, en las que su partido llegó a la contienda marcado por la corrupción y el rechazo popular ante el autoritarismo con el que se había impuesto a través de una reelección inconstitucional. Ortega, en Nicaragua, también renovaría su mandato, el mismo mes, a través de unas elecciones rechazadas por la comunidad internacional, en las que no se permitió participar a la oposición, muchos de cuyos líderes, el propio Ortega encarceló bajo leyes espurias. 

Carlos Hernández, director de Transparencia Internacional en Honduras, sostiene que el sistema de salud hondureño disponía de vacunas con vida limitada y el Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) no tenía la capacidad de vacunación masiva.

“Entonces, la solidaridad con Nicaragua no fue motivada con el sentido de que los hermanos nicaragüenses no estaban siendo vacunados, sino porque llega un momento que, con las donaciones y las compras, el mecanismo no era tan ágil”, afirma Hernández. Sin embargo, añade que no se puede desconocer que hay zonas fronterizas en Honduras donde el comercio y el intercambio entre Nicaragua es muy regular, por tanto, “fue algo positivo”.

Por otro lado, comenta Hernández, no se puede dejar a un lado la motivación populista, ya que, en medio de un momento electoral muy negativo contra ese gobierno, se quería mostrar una cara amable al vacunar a “los hermanos nicaragüenses”.

Quedan aún más interrogantes sobre los intereses y acuerdos que estaban detrás de la llamada “solidaridad” de Honduras al vacunar contra la covid-19 a ciudadanos y ciudadanas de Nicaragua. Es difícil saberlo en un contexto de fronteras permeables entre regímenes autoritarios como el de Daniel Ortega y el entonces liderado por Juan Orlando Hernández, que ha dejado secuelas en la gestión de la administración, después de sus dos mandatos en total impunidad.

El municipio de Choluteca está situado a 12 kilómetros de la frontera con El Espino, Nicaragua.

Reportaje que forma parte del especial Los que no se vacunan en Centroamérica y México, impulsado por medios integrantes de la alianza Otras Miradas. Participan en el especial: Agencia Ocote, Chiapas Paralelo, Radio Progreso, La Voz de Guanacaste, Gato Encerrado y Divergentes.

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