Desaparecer entre las mercancías: Un reportaje sobre las desapariciones en la carretera Monterrey-Nuevo Laredo
Por Carlos Manuel Juárez* en Elefante Blanco
Seis camiones de carga descansan sobre el acotamiento, se distingue uno que tiene pintado un collage con las banderas de México, Estados Unidos y Canadá. El sol apenas salió y ninguna cabeza se asoma por las ventanas y cabinas de los trailers. Por un momento esto parece un cementerio de fierro, pero el ruido de las cajas frigoríficas, la fila de vehículos enanos y gigantes que cruzan la caseta y un letrero, dicen que no, que esta es la carretera Monterrey – Nuevo Laredo, la más importante para el comercio de norteamérica.
El sonido de los motores avisa que el tráfico comienza a agilizarse. Un chofer baja, con gafas negras y sin cubreboca, se estira y mira la carretera; pasa un tráiler con una lona que advierte “exceso de dimensiones”, luego una pipa amarilla, una grúa con maquinaria, un camión con doble caja, un automóvil compacto con dos pasajeros, una “van” vacía.
Los automóviles desaparecen pronto, pero los camiones se logran ver a lo lejos en la recta. El horizonte se llena de mezquites y huizaches[1]. La tierra está partida por la sequía. Aun así, los venados salen a tomar agua de los abrevaderos “pegados” a la carretera. El paisaje del camino embelesa por un instante, hasta que aparecen las primeras cachimbas -paraderos donde venden desde comida hasta huachicol- que anuncian la llegada a Nuevo Laredo.
En la entrada a la “puerta comercial de México” hay coches destartalados, yonkes, patios de empresas transportistas y templos cristianos, católicos y de la Santa muerte. Por este camino, refiere el informe económico local, circulan 5,110,000 camiones al año, que transportan 300,000 millones de dólares de comercio; también aquí, en este territorio agreste, han desaparecido, por lo menos, 164 personas, la mayoría durante la pandemia de coronavirus.
Desaparecer por buscar trabajo
dice Minerva Bautista Alemán, hermana de Salvador y Enrique, desaparecidos a 2 meses de que inició la alerta sanitaria.
El 25 de mayo de 2020, los hermanos Bautista y su amigo Daniel Zúñiga Sánchez salieron de Santa Catarina, Nuevo León con destino a Piedras Negras, Coahuila. Enrique condujo su taxi Tsuru hacia el norte, para que Salvador, albañil que había quedado desempleado, cruzara el río Bravo en busca de trabajo en Estados Unidos.
Minerva se quita el cubrebocas, se sienta en la sombra frente a la plaza de los desaparecidos en el centro de Monterrey, Nuevo León. Con voz clara y pausada, recuerda: “salen de Monterrey a las 3 de la tarde y para las 6, 7, de la tarde ya no supimos de ellos, ya no contestaron celulares, nos mandaban a buzón. El último contacto que tuvimos fue Salvador que le mandó un mensaje a otro hermano que tenemos en Estados Unidos y le dijo que estaba a 2 horas de llegar a Piedras Negras, que estuviera listo con el dinero”.
Para la mañana del 26 de mayo, Minerva ya era una buscadora. Fue a presentar la denuncia en el centro de la Fiscalía de Nuevo León, ubicado en García. Allí recibió la respuesta común en estos casos: tiene que esperar a que pasen más horas. Después acudió a la Comisión de Búsqueda para reportar las 3 desapariciones: Salvador, 39 años, trabajaba de albañil en construcciones en la zona metropolitana de Monterrey. Enrique, 30 años, trabaja conduciendo su taxi. Daniel, 27 años, laboraba de albañil.
Envuelta en su búsqueda, la hermana de los desaparecidos convenció a Oziel, amigo de Salvador que organizó el cruce a territorio estadounidense, de dar su testimonio en la denuncia. Él contó que “el pollero” nunca recibió la llamada del albañil migrante para verse en Piedras Negras, Coahuila. Fue todo.
En 21 meses, Minerva nunca ha ido a Nuevo Laredo por temor. Los primeros 10 meses buscó sola y encontró las mismas respuestas en las oficinas de la Fiscalía y la Comisión de búsqueda nuevoleonesas. En marzo de 2021, ella conoció a otras mujeres que buscaban a sus familiares. En ese momento decidió unirse al colectivo “Todos somos uno”.
“La búsqueda ha cambiado bastante porque sí me han hecho caso”, afirma.
A casi 2 años de las 3 desapariciones, las Fiscalías de Tamaulipas y Nuevo León, y las Comisiones de Búsqueda, no han informado los avances de la indagatoria.
“A otras compañeras he sabido que les han hablado, que les piden rescate o que los tienen secuestrados o no sé. A mí jamás me han hablado”, lamenta Minerva.
Cuando Salvador les contó de su plan de migrar a sus hermanos , ninguno sabía la situación de Nuevo Laredo.”[…] hasta que me pasa y que lo vivo, es como desgraciadamente sé mucho y estoy enterada de lo que pasa en esa carretera, antes no estaba enterada, si no, hubiera hecho hasta lo imposible porque mis hermanos no se fueran”.
“La pandemia puso a mucha gente en desesperación; nos vino a fregar la vida, por esa causa mi hermano toma esa decisión, muy mala decisión”, dice Minerva, quien continúa la búsqueda de Salvador, Enrique y Daniel.
De trabajo o paseo y no regresar
El 22 de enero de 2021, Manuel Antonio Acuña Tolentino, chofer de Didi, y su hermano Michael decidieron ir por Bruno Castañeda Mejía a Nuevo Laredo. Los hermanos abordaron su automóvil Toyota Avanza color arena, compartieron la ubicación en tiempo real vía WhatsApp con la familia, y partieron de la zona metropolitana de Monterrey rumbo a la frontera tamaulipeca.
Abigail García Lara, pareja de Manuel, los siguió en el trayecto carretero. Ella vio que entraron sin problema a Nuevo Laredo, encontraron a sus familiares en Walmart, platicaron, se tomaron unas fotografías y se despidieron. Al regresar los celulares dejaron de enviar señal, alrededor de las 6:35 de la tarde, todavía en Nuevo Laredo.
Margarita, madre de los hermanos, y su nuera llamaron a los números telefónicos insistentemente de las 7 a las 10 de la noche, pero no respondieron y solo veían activadas las cuentas de Facebook de Manuel y Michael.
“De ahí empieza nuestro calvario, tocando puertas de que no nos decían nada”, afirma la joven. Cuenta la búsqueda sin quitarse el cubrebocas, con el recuerdo encendido y mirando con sus ojos claros la lona amarilla con una foto de Manuel abrazado a Michael, los dos sonrientes y juguetones.
La mañana de 23 de enero, la señora Margaritia y su esposo viajaron a Nuevo Laredo para buscar a los jóvenes en la última ubicación que registraron: la calle Magnolia entre las avenidas Rosal y Azucena de la colonia Granjas Económicas, un sector de calles de tierra, enclavado a las afueras de la ciudad. El matrimonio entró y salió sin nada, siendo evitados por los vecinos.
Era sábado y la siguiente parada fue la Fiscalía General de Justicia (FGJ) de Tamaulipas para presentar la denuncia. Allí el personal les dijo que ya era fin de semana, que volvieran el lunes para denunciar. La señora Tolentino se quedó un mes, denunció y recorrió las calles de Nuevo Laredo preguntando por sus hijos.
“Dice mi suegra que tenían cajas con expedientes y que no tenían ninguna denuncia reciente, según el MP[2] de Nuevo Laredo, que después supimos que la persona que le tomó la denuncia era una policía. Desde que toman la denuncia nos damos cuenta realmente de cómo trabajaban en Tamaulipas, que no hacían caso a las denuncias”, menciona la mujer joven.
Desde Monterrey, Abigail llamó a hospitales y dependencias, como la Cruz Roja y la Comisión de Búsqueda de Tamaulipas para saber si había información de ellos. La respuesta era la misma que la señora Margarita recibía en Nuevo Laredo, no había datos de los jóvenes, tampoco rastro del auto en que viajaron.
Al cuarto mes de las desapariciones, Abigail recibió una llamada: ‘vamos a tener una marcha’, le dijo Juana Prado. La esposa de Manuel se unió al colectivo “Todos Somos Uno” en la manifestación frente al Palacio de Gobierno de Nuevo León y en el cierre de calles del centro. A partir de ahí la búsqueda de Manuel, Michael y Bruno cambió, aunque aún siguen sin rastro de ellos.
Buscar a uno, buscar a todos
Desesperadas por la desaparición de Pedro Jesús Castro Villarreal en la carretera a Nuevo Laredo, Juana María Prado Vega y su cuñada abrieron una página en Facebook para buscarlo. Era 24 de abril y un día antes por la mañana, Castro Villarreal y un compañero José Rigoberto Mata Díaz, ambos choferes de la plataforma Didi, salieron de Monterrey en sus coches para recoger a clientes en Nuevo Laredo. Lograron llegar al destino, pero al volver ya no se supo de ellos.
“Yo sabía del viaje, él me dijo que regresaba al mediodía, después de mediodía nada, los 2 teléfonos apagados y ahí empecé a hablar por teléfono a instituciones de Tamaulipas por si había algún accidente y nada”, rememora Juana María.
La Fiscalía de Nuevo León tomó la denuncia al día siguiente del viaje, y allí Juana Prado supo de más operadores de camiones de carga y de plataformas de transporte desaparecidos en la misma semana.
No era la primera vez que Pedro, de 29 años, y Rigoberto, de 28 años, iban a Nuevo Laredo. Eran servicios privados muy rentables porque viajaba sin pasajeros hasta Tamaulipas para recoger a los clientes, a cambio de entre 2,500 y 3,000 pesos por 6 horas de trabajo. Empero, los peligros eran altos y poco conocidos.
La familia Prado exigió información a la Fiscalía, dentro de los datos importantes obtenidos está la ubicación de la desaparición:
la colonia Francisco Villa. “Es cerca de las colonias Alijadores, las Granjas, cerca del círculo de las desapariciones”, puntualiza la madre de 4 hijos.
En un mes Juana María se convirtió en Juany, como es reconocida entre las y los buscadores y funcionarios. La esposa de Pedro tiene la actitud de una líder y ese aparente carácter fuerte, la llevó en un mes de la desesperación a la indignación.
El 9 de mayo, Juany creó la página “Todos somos uno buscando desaparecidos en Nuevo Laredo Tamaulipas” y publicó una imagen con 24 fotografías de víctimas en la carretera a la frontera tamaulipeca. Las fotografías fueron enviadas por las familias a la página “Buscando a Pedro”.
“Recibimos muchos mensajes pidiendo ayuda para difundir las fotos. Yo empecé a tomar los números telefónicos de las familias, hablé con ellas, y les dije: “no les han hecho caso, ni a mí, vamos a la explanada”. Fue la primera vez que nos reunimos”, recuerda con orgullo.
El 22 de mayo Juana fundó el colectivo “Todos somos uno”, al que se unieron Abigail y Minerva. Una de las primeras tareas que propuso fue la revisión de las sábanas de ubicación de los teléfonos de las víctimas. El hallazgo fue la delimitación de una misma área donde se perdió la comunicación con los esposos, hijos, hermanos, primos, compañeros de trabajo, matrimonios.
“[…] lo raro es que al lado siempre hay iglesias, bodegas muy grandes, y todas esas colonias sacan a una brecha que da hacia el río Bravo. Tú mapeas eso y te das cuenta que las autoridades no quieren hacer nada; prácticamente nosotros les hemos dicho: “están aquí, ve y busca”, pero no nos han puesto atención”.
La esposa de Pedro lamenta que nunca supo de la inseguridad en Tamaulipas, y señala como culpables de eso a los medios de comunicación y el gobierno; de haberlo hecho, asegura, “jamás lo hubiera dejado ir para allá”.
En menos de un año, Juana doblegó a los gobiernos de Francisco García Cabeza de Vaca, Jaime Rodríguez Calderón y Andrés Manuel López Obrador que evitaban reconocer las decenas de desapariciones. Además, rompió el discurso criminalizador tan repetido por la sociedad regiomontana y tamaulipeca ante las víctimas de desaparición.
Por las mañanas, Juany es madre y líder de “Todos somos uno”, donde se dedica a atender las redes sociales y coordinar los esfuerzos con sus compañeras. Por las noches trabaja en un automóvil en la plataforma Didi, el cual conduce sin miedo por las calles de Monterrey.
El caso que mostró la barbarie y la impunidad
Para junio de 2021, a 16 meses de iniciada la pandemia por coronavirus, la gravedad de las desapariciones en la carretera norestense todavía era un asunto regional, hasta que desapareció una familia estadounidense.
El 13 de junio de 2021, Gladys Cristina Pérez Sánchez, conserje escolar de 39 años, y sus hijos Juan Carlos González, de 16, y Michelle Cristina Durán, de 9, desaparecieron cuando circulaban por la carretera, con destino a su casa en Laredo, Texas.
En un par de días, el hecho escaló a noticia internacional. Las autoridades mexicanas respondieron ante la exigencia norteamericana. El Buró Federal de Investigaciones de Estados Unidos (FBI, por sus siglas en inglés) se sumó a la indagatoria de la madre y sus hijos que habían pasado un fin de semana con los abuelos, en Sabinas Hidalgo, Nuevo León.
Con los periodistas y las autoridades estadounidenses observando la búsqueda, la crisis de desapariciones se puso en el ojo internacional y, como efecto dominó, el colectivo “Todos somos uno” se presentó al mundo cerrando las calles del centro de Monterrey, la capital económica del país, el 24 de junio. La exigencia fue una búsqueda real y completa de todas las personas desaparecidas en la región.
El entonces gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón, apareció para informar del rescate de 17 personas que habían sido secuestradas en la carretera. Días después aceptó que las víctimas fueron liberadas y regresaron solas a sus casas.
Rodríguez Calderón responsabilizó a los grupos de la delincuencia organizada de las desapariciones. Además, pidió a la población regia que cancelara o pospusiera los viajes a Nuevo Laredo. “Si no es urgente que tengan una vuelta, que se esperen a que esté todo tranquilo. Es una sugerencia”, dijo en entrevista el 24 de junio de 2021.
La vulnerabilidad de los camioneros y traileros
La indiferencia de las Fiscalías y las Comisiones se revirtió ante el clamor de atender los casos, pero la brutalidad y la impunidad propiciada por las autoridades quedó expuesta al conocerse información sobre los 30 operadores de autobuses y camiones de carga, víctimas de desaparición originarios de Tlaxcala, Hidalgo, Estados Unidos, Estado de México, Aguascalientes, entre otros lugares.
Nancy Aurora Hernández, originaria de Tlaxcala, fue una de las primeras esposas en alzar la voz. El 15 de diciembre de 2019, su esposo Benjamín Mendoza fue desaparecido junto con su compañero conductor Ignacio Márquez y la agente de Viajes Luna, Olga Luna.
Luna contrató con la empresa Atha, un autobús y a los operadores para trasladar a 60 migrantes del Congo que querían llegar de Tapachula, Chiapas, a la frontera con Estados Unidos. Un testimonio registrado en la indagatoria en Tamaulipas refiere que el chofer y su copiloto se detuvieron en un retén con características militares, bajaron, hablaron con los hombres vestidos con uniformes militares y estos se los llevaron. Los pasajeros observaron todo sin ser agredidos.
Al día siguiente, Nancy llamó por la mañana a Benjamín, pero no respondió. Por la tarde leyó una noticia sobre el hallazgo de un camión con migrantes a un lado de la carretera en el libramiento Nuevo Laredo – Anáhuac. Allí supo que su esposo y padre de 2 adolescentes estaba en peligro.
Una de las primeras ideas que vino a la cabeza de la familia Mendoza Hernández fue abrir una página de Facebook “Buscando a Benjamín Mendoza” para difundir la búsqueda y recibir información del caso. Nancy, año y medio antes de la desaparición del esposo de Juany, recurrió a las redes sociales para tratar de encontrar a su marido.
Navegando en Internet, así fue como Nancy conoció a Greta Martínez, pareja de Alfredo Martínez Sánchez, quien desapareció un mes después de Benjamín, el 17 de enero de 2020.
Alfredo, de 34 años, trabajador de la empresa Transportes Brenda, había concluido un viaje en Nuevo Laredo y tenía que regresar a Monterrey. A las 8 de la noche llamó a su esposa para avisarle que se detendría en una pulga -tienda de ropa usada de Estados Unidos- localizada en la garita del kilómetro 26, para enviarle fotografías de prendas y que seleccionara la que quisiera. El tiempo pasó y no recibió ningún mensaje.
Greta mandó mensajes y marcó al número durante la noche y pensó que el teléfono celular se había descompuesto. A la mañana siguiente, una operadora de la empresa transportista le llamó para decirle que su esposo estaba dormido y localizado. No obstante, Greta no estaba tranquila hasta no escuchar a Alfredo; insistió en hablar con él y, de tanto presionar, la compañía reconoció que las pertenencias que llevaba Alfredo aparecieron con el camión abandonado en la salida de la ciudad fronteriza.
La familia Martínez no lo pensó 2 veces, publicó una ficha para pedir información de Alfredo en sus redes sociales. Greta, su cuñada y el esposo de ésta, decidieron ir a buscarlo a Nuevo Laredo. Viajaron desde Toluca, Estado de México, con el pensamiento de que estaba golpeado, víctima de un robo. Primero visitaron el patio Gonzaga para revisar la bitácora y se la negaron; su esposa tenía pruebas de que había estado allí, ya que le mandó un video después de que entregara su caja de carga para que otro trailero la trasladara a Estados Unidos.
“La ida fue normal, pero nunca te imaginas el grado de peligrosidad. Buscamos en Semefo, en el IMSS, en Protección Civil, el encargado nos dijo: ‘no se arriesguen, aquí está pesado, ustedes no son de aquí, hagan lo que tengan que hacer y váyanse, no se queden, porque hasta ustedes mismos corren peligro de que se los lleven’. Fue la primera presión”, cuenta Greta.
El lunes 20 de enero por la tarde, la familia interpuso la denuncia en la oficina de la Fiscalía especializada en personas desaparecidas y no localizadas. El agente del Ministerio Público les pidió quedarse en la ciudad para que al otro día le tomara la muestra de ADN a la hermana de Alfredo. Greta llevaba una muda de ropa por si encontraba a su esposo en la calle y no tenía con qué cubrirse, con ese sentimiento durmió y amaneció.
“De regreso (a Toluca) pasamos cachimba por cachimba con la fotografía de Alfredo preguntando por él, platicando lo que pasó. Yo nada más recuerdo las caras, porque eran comedores de traileros, una cara de asombro. Se me acercó un señor y me dijo: ‘con todo respeto, qué pendeja es usted, señora, lo más seguro es que no vuelva a ver a su esposo, lo levantó el cartel’”, repite Greta como si fuera aquél 21 de enero de 2021.
El viaje de vuelta a casa fue largo. La familia Martínez se detuvo en todos los comedores, negocios y cachimbas que habían en los 530 kilómetros de Nuevo Laredo a Matehuala, San Luis Potosí. Ese recuerdo Greta lo resume en una frase:
Ya en Toluca, Greta esperó la llamada de la Fiscalía para conocer los adelantos de la investigación. Las únicas respuestas que obtenían eran de otras mujeres con hermanos, hijos y esposos, víctimas en la carretera Monterrey – Nuevo Laredo. De las buscadoras Perla, Mari, Nancy y ella, un 21 de marzo de 2020, surgió el colectivo Operadores Desaparecidos.
“No hay una equidad, a los traileros los estigmatizan: todos se drogan, todos andan con mujeres, todos manejan como locos, todos se fueron, no, es algo que he peleado y lo he dicho, no por ser trailero los deben etiquetar. Se dice que si traen una droga se los llevan, que no están permitidas ciertas sustancias, y hablando entre nosotras, honestamente, la mayoría no consumía una droga ilícita. Por ejemplo, digo, a poco la familia de Texas consumía cristal, porque eso es lo que dice la gente: se los llevan porque se metían cristal o porque llevaban indocumentados, ahorita el otro rumor es que están reclutando gente para ampliar la plaza a otros estados, oficialmente no nos han dicho nada, pero eso dice la gente”, afirma Greta en entrevista a distancia.
En el colectivo Operadores, el caso más antiguo es el de Brandon Isaac Hernández Rodríguez, quien desapareció junto con otro trailero el 13 de junio de 2018. Su esposa Kassandra Melissa Sánchez Rivera lo vio por última vez cuando tenía 24 años. Hoy 3 años y 8 meses después, sigue sin conocer el paradero y ella se encarga de mantener la búsqueda, y a sus 4 hijos. Al igual que otras mujeres participa y busca apoyo en otros colectivos, como Red de Desaparecidos y Milynali Red, ambos con trabajo en Tamaulipas.
Greta comparte su tiempo de búsqueda con su profesión de maestra. Por su parte, Nancy, a partir de la desaparición entró a trabajar en una maquiladora de ropa. Sus hijas, de 13 y 15 años, la apoyan para continuar la búsqueda. Aunque durante la epidemia tuvo que detener la indagatoria para dar con el rastro de su esposo, a finales del año pasado volvió a Tamaulipas para exigir el estado de la investigación de la Fiscalía estatal.
“Ahora ya somos 10 mujeres que estamos analizando, que compartimos fichas y que simplemente les decimos a las nuevas: ‘muévete, júntate con un colectivo, no vayas a Laredo porque a ti también te levantan, exige que desde tu Fiscalía de tu estado levanten la denuncia, y el colectivo lo que hace es jalar la denuncia a Laredo, porque ellas ya tienen experiencia, porque ellas ya vivieron una desaparición”, sostiene Greta.
Impunidad y maltrato
Aunque no se puede precisar en qué periodo comenzaron las desapariciones en la carretera Monterrey – Nuevo Laredo, la información disponible por denuncia apunta a que fue en el último trimestre del gobierno federal de Enrique Peña Nieto, y los estatales, de Jaime Rodríguez y Francisco García.
Nuevo Laredo se convirtió en el municipio con más personas desaparecidas y no localizadas, 996, durante el mandato del panista Cabeza de Vaca, en el periodo del 1 de octubre de 2016 al 8 de febrero de 2022.
El 76% de las víctimas son hombres y 24% son mujeres. Los años con mayor incidencia son 2017, 2018 y 2019, refiere el informe pormenorizado con información de la Fiscalía General de Justicia y la Comisión Estatal de Búsqueda de Tamaulipas.
En un primer momento, los gobiernos estatales no asumieron la responsabilidad y se acusaron de que las desapariciones habían sido en Tamaulipas o Nuevo León. Las protestas cambiaron las cosas y las familias regias pidieron hablar con las autoridades tamaulipecas.
El estatus de lo que pasaba en Nuevo Laredo aparentemente era desconocido en la oficina central de la Fiscalía tamaulipeca. “Nos canalizaron con el fiscal general, Irving Barrios Mojica, y la fiscal especial, Almanza. De primero, te lo juro, se mostraron sorprendidos que no sabían, pero obviamente a nosotros no nos hacen mensas, si estás en tu estado cómo no vas a saber, si es pueblo chico. Que no estaban enterados porque tenían un MP que no les pasaba las denuncias”, recuerda Juany Prado.
Pero esta alta incidencia se vincula con la presencia de quien estuvo a cargo de recibir e investigar los cientos de casos. Desde 2016, Edwin Staling Aceves García fue nombrado agente de la Fiscalía Especializada en la Investigación de los Delitos de Desaparición Forzada en Nuevo Laredo. Tras la exigencia de encontrar a decenas de personas que fueron desaparecidas en la carretera Monterrey – Nuevo Laredo, la fiscal estatal, Elizabeth Almanza Ávalos, ofreció un acuerdo de impunidad a Edwin Aceves, que incluía mantener su trabajo pero en la delegación de Tampico, sin embargo, éste renunció.
“Esa persona (Edwin), iban a poner denuncia las familias y salían amenazadas. Nosotros pedimos la destitución de él porque no teníamos confianza. Él tenía datos muy precisos, nosotros hablábamos con él con confianza de la ubicación del carro, las tarjetas de crédito y jamás pasó nada. Hay muchos datos que faltan en las carpetas de investigación y nos hace pensar muchas cosas”, acusa una buscadora que pidió proteger su identidad por temor.
Para cuando Edwin Aceves dejó el cargo ya había más de 200 casos de desapariciones durante la pandemia. Las carpetas de los casos sucedidos en la vía federal se trasladaron a Ciudad Victoria para que la oficina central de la fiscalía las procesara.
La impunidad del lado de Nuevo León no es distinto. El estado se convirtió en el tercero del país con más denuncias y reportes por este delito, 1,494 víctimas, de acuerdo con el registro nacional de la Secretaría de Gobernación del 27 de febrero de 2020 al 1 de febrero de 2022.
De la estadística destaca la incidencia en municipios que cruzan la carretera y son cercanos a Nuevo Laredo, como Anáhuac (15 casos), Sabinas Hidalgo (37 casos) y Salinas Victoria (35 personas). En las 2 últimas localidades la Fiscalía de Nuevo León ha encontrado fosas y cuerpos en predios baldíos.
A la fecha, Tamaulipas y Nuevo León no coinciden en la cantidad de personas desaparecidas.
Aunque la desaparición es un delito de alto impacto, el robo también ha sido catalogado como uno de los ilícitos más registrados y es parte del fenómeno en la carretera norteña. A Nuevo Laredo se puede llegar por una autopista y una carretera libre, las dos son igual de peligrosas.
Luis Rangel, director de protección carretera de WebFleet Solutions, refirió que en el tramo de Monterrey a Nuevo Laredo los grupos delincuenciales usan jammer, que son inhibidores de señales para robar cargas.
“La delincuencia los aborda regularmente en vehículos o camionetas con armas largas con las que amenazan al operador y lo obligan a detenerse. Abordan la unidad y conectan un dispositivo que se llama jammer, que puede bloquear el rastreo de celulares.
El Departamento de Transporte de Estados Unidos contabilizó 663 mil 288 vehículos de pasajeros que cruzaron de Nuevo Laredo a Laredo durante 2021.
Empleados de tiendas de ropa en McAllen, Laredo y Brownsville, Texas, dijeron que en noviembre y diciembre creció la presencia de autos con placas de Nuevo León.
En medio de esta vorágine comercial, las buscadoras no olvidan y siguen los avances de sus indagatorias. Ante la imposibilidad de dar protección a todas las familias, los gobiernos de Tamaulipas y Nuevo León ofrecieron transmisiones por plataformas digitales de Internet de las búsquedas a las familias. El planteamiento fue aceptado y hasta ahora se han realizado enlaces a 4 entidades.
El 28 de septiembre, 3 meses después de presionar colectivamente, Karla Quintana, titular de la Comisión Nacional de Búsqueda, anunció el hallazgo de una zona de exterminio en Nuevo Laredo.“A primera vista se podría decir que es un crematorio que ha sido utilizado durante varios años y que seguía operando hasta hace poco en las zonas aledañas de Nuevo Laredo”, agregó. “No hay manera en este momento de confirmar ni afirmar que se trate de las mismas personas que han sido reportadas como desaparecidas en esta carretera en los últimos años. Es algo que se tendrá que confirmar de manera pericial”, detalló en entrevista con Wradio.
En nombre del colectivo, Juany Prado expresó su inconformidad con Quintana, debido a que anunció la existencia del lugar, a pesar de que el acuerdo era mantenerlo en secrecía por las investigaciones y las familias.“Cuando la señora Karla Quintana dio la noticia, si vieras cuántas llamadas tuve, si vieras cómo me puse porque las familias (me decían) “dime que no está mi hija ahí muerta”, “¿por qué hay tantos cuerpos?”. Muchas preguntas que me hicieron y ¿qué hice? me agarré a llorar como ellas”, confiesa la buscadora.
Solamente una buscadora entrevistada en este reportaje ha asistido a la zona de exterminio y pidió resguardar su identidad; el resto teme por su seguridad al ir y regresar a sus casas. No obstante, Juany hace un llamado a las buscadoras: “no nos demos por vencidas y hay que ayudar a más personas para que no pase lo mismo. Que no vayan a Nuevo Laredo porque es tipo terrorismo”.
Al pasar los meses, a la lista de personas desaparecidas en la carretera, se suman vidas de operadores de trailers, de Didi, ingenieros, niños de 9 años, niños de 15 años, albañiles; personas nacidas en Michoacán, Veracruz, Guadalajara, Kansas, Monterrey, San Luis Potosí. Como la historia de los hermanos Víctor y Luis Felipe Aguayo Osorio, de 48 y 28 años, que viajaron de Estados Unidos para ver por última vez a su papá en Zacatecas, y en su trayecto, pasaron por Nuevo Laredo. El día que su padre falleció ellos desaparecieron.
Al cierre del reportaje, 214 personas fueron reportadas como desaparecidas en Nuevo Laredo durante el periodo de marzo de 2020 a febrero de 2021, 43 fueron localizadas con vida y 6 muertas. El 85% de las víctimas fueron hombres, de los cuales 33 regresaron por su propio pie a casa. Uno de ellos es Brandon Baez González, quien fue reportado sin paradero el 7 de octubre de 2021. Este camionero de 20 años circulaba en la entrada de la ciudad fronteriza cuando lo detuvieron la noche del 6 de octubre. La empresa encontró el tráiler en el kilómetro 16 sin seña de robo. La familia denunció y comenzó la búsqueda en los foros ciudadanos. Los colectivos registraron el regreso con vida del joven regiomontano sin precisar el día, la forma en quedó en libertad y lo que sucedió.
Las historias de las desapariciones y localizaciones en la carretera están llenas de silencio. Así sucedió con Gamaliel Madrigal Capistrán, migrante guanajuatense que viajaba a Laredo, Texas, el 24 de mayo de 2021. El hombre de 33 años de edad cruzó la autopista en su Camaro 2010 color negro, con placas numeración HBN-127 del estado de Oklahoma, Estados Unidos. Su familia, en especial su hermano Emmanuel Madrigal Capistrán, entonces candidato de Morena a la alcaldía de Manuel Doblado, Guanajuato, lo buscaron. Cinco días después de su última comunicación, los medios regiomontanos reportaron el hallazgo de su cuerpo en el asiento trasero de su automóvil que estaba estacionado frente al Aeropuerto del Norte, en Apodaca.
Aunque las autoridades de Nuevo León y Tamaulipas no han querido señalar a presuntos responsables, el vicefiscal del Ministerio Público de la FGJNL, Luis Enrique Orozco, afirmó que el Cártel del Noreste, una escisión de Los Zetas liderada por la familia Treviño, podría ser el responsable de las desapariciones. “Es el principal cártel que opera en esa zona de Tamaulipas y que incluso opera en el estado de Nuevo León, busca mantener el control de los territorios que ya domina y obtener información de grupos rivales”, dijo en entrevista al periodista Raymundo Pérez Arellano.
Aldo Fasci, quien ha ocupado cargos de vocería y seguridad pública en los últimos 3 gobiernos de Nuevo León, ahondó que la indagatoria de los cientos de casos dejan ver que el Cartel del Noreste busca defender su territorio de la alianza entre una facción del Cártel del Golfo y el Cártel Jalisco Nueva Generación, el grupo criminal más importante en los últimos 6 años.
“Fíjate lo que causó: el de (Nuevo) Laredo empezó a desaparecer gente pensando que venían de allá, del territorio de Jalisco, y fíjate quiénes eran los perfiles: eran choferes de taxis, de autobuses, de camiones, es que así es como llegan, esos poquitos que llegan de otros lados. La gente dice ‘¡es que ahí viene un convoy!’ Los convoys se ven a kilómetros y esas fotos que circulan los montan para que la gente piense eso, para causarnos terror”, mencionó el funcionario estatal.
Los sobrevivientes de los secuestros en la carretera han preferido el silencio para seguir laborando como operadores de transporte. Algunas de las personas que han sido localizadas y aceptaron hablar ante fiscales contaron que en lacarretera se detuvieron frente a un retén de personas vestidas de militares, las bajaron y fueron subidas a camionetas con la cabeza tapada. Dentro del vehículo las llevaron por caminos de terracería, donde los hombres les cuestionaban sobre dónde estaba la droga que traían y para quién trabajaban, luego les golpeaban con una tabla de madera y, al final, les revisaban el teléfono celular. En caso de encontrar datos sospechosos no los liberaban.
Al cierre del reportaje, los colectivos contabilizaron 24 nuevos casos de desaparición en noviembre y diciembre de 2021 y 8 en enero de 2022. En total 196 personas desaparecidas en la carretera más bárbara de México. La información de las desapariciones no inmuta a las empresas transportistas que mantienen el flujo de comercio por la carretera Monterrey – Nuevo Laredo. La única preocupación de las compañías es el robo de la mercancía y, ante este delito, reajustaron sus análisis de riesgo con la mira en proteger los productos que van y vienen entre México y Estados Unidos. Los operadores siguen a la intemperie y con la pandemia las oportunidades de encontrar otro trabajo se redujeron totalmente; sin ser militares, ni policías, arriesgan la vida en cada viaje al norte sabiendo que los seguros son para los tráileres y las mercancías. La logística salva el dinero, no las vidas; el objetivo es que la máquina capitalista no se detenga y el humano sea desechable.
Estados con más reportes de personas desaparecidas durante la pandemia*
● Estado de México – 2,147
● Jalisco – 1,662
● Nuevo León – 1,494
● Ciudad de México – 1,279
● Zacatecas – 1,176
● Michoacán – 951
● Sinaloa – 876
● Tamaulipas – 709
● Sonora – 627
● Guanajuato – 563
● Nacional – 15,338
Fuente: Registro nacional de personas desaparecidas de la Secretaría de Gobernación, periodo del 27 de febrero de 2020 al 1 de febrero de 2022.
Municipios de Tamaulipas con más reportes de personas desaparecidas durante la pandemia*
Nuevo Laredo – 214
Reynosa – 142
Matamoros – 134
Tampico – 33
Victoria – 31
Fuente: Registro nacional de personas desaparecidas de la Secretaría de Gobernación, periodo del 27 de febrero de 2020 al 1 de febrero de 2022.
Municipios de Nuevo León fronterizos con Tamaulipas con más reportes de personas desaparecidas durante la pandemia*
Anáhuac – 15
Sabinas Hidalgo – 37
Salinas Victoria – 35
Fuente: Registro nacional de personas desaparecidas de la Secretaría de Gobernación, periodo del 27 de febrero de 2020 al 1 de febrero de 2022.
[1] Árboles de zonas cálidas y semidesérticas que se encuentran en México.
[2] Ministerio Público.
Desaparecer en Pandemia es un proyecto de Técnicas Rudas en colaboración con la DW Akademie promovido por el Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo.
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