“Necesitamos una reforma de la ley federal de derechos autor”

“Necesitamos una reforma de la ley federal de derechos autor”.
Foto: Pie de Página

*Esta nota fue realizada por Pie de Página, parte de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.


Hay un movimiento de “bibliotecas fantasma” que evidencia los monopolios editoriales y las leyes injustas sobre derechos de autor en el mundo. Sus expresiones en México abren la discusión sobre las regalías y la distribución de libros en el país. Esta es una entrevista con el editor de Impronta Casa Editora, Carlos Armenta

Texto: Daliri Oropeza Alvarez

Fotos: Cortesía Impronta Casa Editora y Daniela Pastrana

CIUDAD DE MÉXICO.- Hay todo un movimiento de bibliotecas fantasma o bibliotecas sombra que evidencia los monopolios editoriales y las leyes injustas sobre derechos de autor en el mundo. En México, resuena el tema por el caso de La Pirateca, una colectiva que digitaliza libros, para después ponerlos en línea y compartirlos en la web a modo de biblioteca, como posición política, lucha frente a la ley de derechos de autor.

Las inspecciones simultáneas encendieron una alerta. En Casa Impronta llegaron agentes del IMPI desde Ciudad de México. Los inspectores fueron amables, pero tenían una figura imponente con todo el aparato jurídico y acompañados de la Fiscalía de Jalisco, buscando la alcancía de La Pirateca. Revisaron todo el lugar. Carlos Armenta, editor de  Impronta Casa Editora, les ofreció café, a pesar de sentirse intimidado. «Después ya no vas a querer ofrecernos café», cuenta Carlos que le respondió uno de los inspectores. Sin embargo no encontraron nada.

El acta circunstanciada fue por la presencia de una alcancía de La Pirateca, un proyecto dedicado a expropiar libros en forma de activismo en internet en un momento en el que el consumo de información y cultura han cambiado. Tenían una orden para inspeccionar la librería y el taller para ver que no hubiera más propaganda que la difundiera.

Aunque Impronta Casa Editora apoya el activismo de La Pirateca, solo edita libros propios, al menos cuatro cada año, debido a los costos. Utiliza máquinas restauradas de linotipo para hacer ediciones artesanales. Ninguno de los libros que ofertan es de los que expropia la biblioteca sombra o fantasma de La Pirateca.

Carlos pensó en el tipo de operativos que hacen estos inspectores, contra masivos discos, o películas.

Casa Impronta no es la única editorial-librería que inspeccionaron. Aunque sí es la primera vez que sucede. Carlos Armenta se pregunta si hacen lo mismo con los negocios de libros clonados. Da una entrevista a Pie de Página.

“Desafortunado, pero nos ha servido mucho. Nos permite entrar en otros diálogos que nada más permanecer entre los golpeteos de las redes sociales”.

De acuerdo con su opinión, coyunturalmente es el momento preciso para dialogar al respecto: “de aquí se derivan un montón de de problemas que están relacionados con con la falta de políticas públicas que hay para para todo el sector cultural”, no solo el de las editoriales y los libros.

Impronta Casa Editora se dedica a la edición de libros sobre arte, literatura y humanidades. Rescata procesos de impresión tradicionales y fue fundada en 2014 en Guadalajara.

Cortesía.

Los hechos ponen en la mesa la verdadera función de la Ley de derechos de autor y de la Ley de derechos patrimoniales, que de acuerdo con su opinión, solo han servido para beneficiar a los monopolios editoriales más que a los autores o a los lectores. El copyright como el embate que privatiza, poco a poco, el conocimiento y la cultura.

Los monopolios

–¿Qué hay detrás de la diligencia del IMPI y la Fiscalía de Jalisco en Casa Impronta?

–Vinieron bajo un proceso legal. Ellos tenían la instrucción de establecer medidas cautelares, porque nosotros en la librería teníamos una alcancía de La Pirateca donde las personas podían hacer donativos para sostener el portal web. Así lo teníamos entendido en comunicación con el colectivo, a través de redes sociales.

Propiamente no sabemos qué está detrás de esta diligencia. Lo que es cierto es que, conforme pasa el tiempo, hay un embate de las restricciones del copyright sobre las restricciones de cómo debe circular y cómo debe legítimamente explotarse una obra.

Son cada vez más restrictivas a partir de los cambios que ha tenido globalmente todo el tema de los derechos de autor con el tema digital, se ha transformado completamente la forma en la que accedemos a la información, a la cultura, por ello también lo van restringiendo.

En la actualidad encontramos plataformas que mantienen en línea bibliotecas. Por ejemplo el Internet Arcade es una plataforma que mantiene en línea material de de diversas bibliotecas norteamericanas, además material ya en el dominio público, es decir, que expiraron los derechos patrimoniales que permiten lucrar con la obra.

Actualmente tiene una demanda en las Cortes de Nueva York por los grandes grupos, grandes corporativos editoriales, sobre todo los que están en Estados Unidos, porque ellos consideran que esto afecta a los intereses comerciales, pese a que la organización del Internet Arcade proviene de bibliotecas públicas.

En este momento hay una discusión muy intensa sobre hasta dónde y cuáles son los límites del lucro y las restricciones sobre la producción cultural y de conocimiento.

–¿De qué manera la protesta de La Pirateca evidencia los monopolios de la cultura y del conocimiento?

––La Pirateca es parte de un movimiento de bibliotecas fantasmas o bibliotecas sombra (en inglés shadow libraries) como cyhub, quizá la más visible. Que lo más importante es que no generan lucro para los activistas, eso es bien importante porque eso los saca de la lógica de comercialización de lo que conocemos como piratería.

Recordemos todo esto que en algún momento fue decomisar discos piratas, discos clonados, tenis piratas, ¿te acuerdas? Todavía continúa de alguna manera, pero los activistas de La Pirateca no están en esa lógica.

Tienen un manifiesto en su página. Lo que hacen diversas bibliotecas fantasmas es desobedecer la ley, desacatarla, con el principio de desobediencia civil, que es un principio totalmente legítimo de protesta para señalar que la ley es injusta. Tiene precedentes históricos, como Martín Luther King, como Gandhi. A partir de la desobediencia pacífica, simplemente desacatar.

Tú puedes ocasionar que estemos en este momento tú y yo discutiendo y el IMPI sobre si realmente la ley de derechos de autor es injusta y debe cambiar. Es el principio de La Pirateca. Como alguien que raya un muro o un monumento. Y que esta especie de desobediencia o de desacato al patrimonio, incluso la propiedad privada, es parte esencial de la protesta y nos permite entrar en un diálogo.

Nos permite discutir si es injusta o no y qué horizontes podemos construir para para transformarla.

–Es un movimiento, no es algo focalizado a México, que sucede a nivel internacional…

–Hay una disputa global, sobre todo por el tema de las restricciones al conocimiento. Algunas son más radicales, otras están en una discusión sobre los horizontes de la organización del Estado y la democracia en este tema.

La misma ley de derechos de autor tiene un apartado que se llama “limitaciones al derecho patrimonial” que nos especifica en qué momento no necesitamos pagar regalías para poder reproducir este material. Hay que recordar que todo el tema del dominio público, la propiedad intelectual y las regalías deben ir encontrando un equilibrio.

La segunda situación: este no es un movimiento de gratuidad, ni justifica la precarización del sector editorial y el trabajo. Cuestiona cómo está distribuido el capital. Por un lado el capital de la producción cultural y por otro, cuestiona el tema del derecho, desde que debe ser más amplio el derecho al acceso a la cultura y al conocimiento.

Foto: Daniela Pastrana

Las injusticias de las leyes

–¿Qué elementos de la Ley de derechos de autor son injustos, desde tu posición como editor?

–En primera, el más fuerte de todos es que México es el único país del mundo donde los derechos postmortem duran 100 años. Esto tardan en pasar al dominio público. Cuando un autor muere van a tardar 100 años en que lo que produjo entre al dominio público.

El dominio público es una parte fundamental, incluso de la misma Ley Federal de Derechos de Autor de todos los tratados internacionales entorno a la propiedad intelectual, industrial y los derechos de autor porque cuando una obra se vuelve patrimonio público –la propiedad privada la propiedad intelectual es temporal de alguna manera– eso incentiva que otros creadores puedan utilizar esta obra sin necesidad de pagos onerosos o de restricciones.

Entonces se puede seguir transformando la creación y el conocimiento. Que no tengamos que pagar al infinito por usar un concepto de alguien más, una obra de alguien más. Es como si cada vez que trabajamos sobre la Crítica de la razón pura, los herederos de Kant siguieran cobrando sobre este tipo de publicaciones. Por eso el dominio público es fundamental.

La ley lo contempla y lo define; 100 años es lo más que existe en el mundo, y en México. Normalmente las legislaciones son de 75 años.  En Uruguay me parece que es el tiempo más corto.

Mientras que en otros países como Argentina, como Uruguay, hay obras que ya pueden difundirse con mucha mayor amplitud porque ya entraron al dominio público, pues nosotros estamos 25 años atrasados. Tenemos que continuar gestionando y pagando regalías. Ese es para mí el más grave de los elementos de la Ley Federal de Derechos de Autor.

Luego están las sociedades de gestión. Es una figura contemplada en la reglamentación de la ley federal de derechos de autor, quienes insisten en que las fotocopias, sin pago de regalías, es un delito. Que se debe pagar una cuota por fotocopiar un libro. Lo curioso es que en las limitaciones de la ley, la copia personal sin fines de lucro está completamente autorizada.

Creo que vale la pena que ampliemos el tema de cuáles son las limitaciones de los derechos patrimoniales, de los derechos de explotación,en lo que atañe a temas de educación, a temas de divulgación. Debe ser más amplio. Debe ser más claro y menos menos ambiguo.

Por otro lado también la Ley federal de derechos de autor en México no permite las parodias. Las obras derivadas no están permitidas sin consentimiento de los titulares. Eso también es un tema bastante complicado, mientras que en otros países la parodia no necesita autorización de los titulares que yo quiero parodiar, digamos abiertamente.

Eso digamos de alguna manera también va acortando el tema de la crítica, de la parodia, el pastiche y todas las obras derivadas que se pueden hacer en México.

–¿El movimiento busca cambiar la ley?

–Creemos que debe haber una reforma sobre la Ley federal derechos autor.

Es una postura del movimiento. Como cualquier movimiento social hay varios colectivos que lo dialogan y lo trabajan.

Hubo una iniciativa de reformar la ley federal derechos de autor que no tuvo frutos. Me parece que se señalaba que era anticonstitucional en la discusión del Senado. Pero era muy interesante verla, porque reducía justamente a 75 años para el dominio público y además habían consultado a colectivos como Creative Commons como R3D que son también activistas.

Fue bastante interesante, pero se retomó prácticamente nada en medios porque además realzaba el papel de las bibliotecas públicas, que también es un tema muy importante para el acceso al conocimiento en México: las bibliotecas públicas. Es la infraestructura cultural más grande, incluso hay más bibliotecas que museos.

Había un viejo lema entre bibliotecarios: “un municipio, una biblioteca”. La reforma facultaba con mayor mayor amplitud el cómo acceder a la Cultura a partir de estas maravillosas bibliotecas.

Porque tampoco hay por ejemplo jurisprudencias en los casos por las interpretaciones que han hecho los jueces sobre la ley. Es muy rara porque es una ley secundaria, pertenece a la legislación secundaria. La Constitución en el artículo cuarto, en el noveno párrafo, dice que debe garantizarse el acceso a la cultura.

Es muy raro porque es un derecho, una garantía individual, un derecho constitucional, que debería estar en la lógica legislativa, pues enmarca a toda esta legislación secundaria que puede ser la de derechos de autor y la ley de protección a la propiedad industrial.

Varias personas dentro del mundo editorial consideramos que debe haber una reforma. Es alarmante que seamos el país donde más tiempo tardemos en que las obras entren al dominio público, cuando la media es 75.

Músicos y compositores que presidía Armando Manzanero, por ahí del 2003, extendieron a 100 años diciendo ‘bueno, ahora ya los músicos y los artistas van a poder lucrar todavía más’. Y ese es el tema del capital.

Foto: Daniela Pastrana

Los caminos independientes

–Denunciaste en Momentum que esta ley no protege al autor, sino que protege las ganancias. ¿De qué manera este movimiento busca concientizar sobre sobre esto?

––El referente que siempre se nombra dentro de estos diálogos sobre los derechos a la cultura es el editor André Schiffrin, que ya murió y tiene esta publicación que se llama La edición sin editores. Ahí se centra particularmente en el tema de los libros. Es donde habla de cómo se han consolidado los grandes monopolios, del peligro que hay en que la producción de libros esté centralizada, monopolizada por estos grupos. Esto ataca directamente a la bibliodiversidad. Ataca directamente a las condiciones laborales, de los diversos trabajadores y trabajadoras de los pisos del libro y de las artes gráficas.

En los pactos gremiales, ¿cuánto porcentaje le toca al autor? Los mismos autores muchas veces lo han puesto sobre la mesa. Lo hemos dialogado generalmente solo es el 10 por ciento de la venta del libro. Es un acuerdo, no está regulado. El resto se va dispersando, digamos en la cadena del libro, en el ecosistema de la producción del libro.

Lo que hoy por hoy sucede, al menos en el contexto de los grandes grupos editoriales, es que son ellos los que concentran el capital, aunque hagan su pago de regalía. Es un tema desde nuestro punto de vista alarmante, creo que también es necesario rehacer y repensar la distribución.

El libro además no solamente se beneficia de la venta directa. Es solamente un rubro. Luego vienen los subsidios gubernamentales, por ejemplo en el caso mexicano. El Estado compra prácticamente el 30 por ciento de libros. Es el mayor cliente.

Luego viene todo el tema de las regalías, por publicar el libro en otros países o bien por adaptarlo a medios audiovisuales, a podcast.

A los periodistas les atañe mucho porque en México lo que más se vende según bookscan son libros de no ficción política y de narco. Los libros que más se van de las librerías.

–¿Difundir el PDF puede ser benéfico para que una obra impresa sea más leída o se venda más?

– Sí. Esto sucede. Te voy a contar. Dentro del movimiento de Creative Commons y de Copy left habemos varias editoriales que usamos estas licencias, las cuales nos permiten declarar que el libro puede reproducirse de cualquier manera, en cualquier soporte, sin fines de lucro. Hay quienes la abren totalmente. Pero lo más usual es que sea sin fines de lucro.

Hay editoriales como nosotros, como Traficantes de Sueños en España, como Tinta Limón en Argentina, como Bajo tierra ediciones aquí en México, que además son cooperativas o que hacen trabajo cooperado, bajo la lógica del cooperativismo, que de alguna manera se articula el tema de la competencia y apoya más bien la cooperación, no hemos tenido ningún tipo de afectación por usar esas licencias. Tenemos contratos con nuestros autores. Pagamos regalías, pagamos adelantos.

Es un mito que esas licencias incurran en el trabajo y pago o en la precarización.  A nosotros particularmente -valdría la pena saber qué otros casos porque también en México están la Tumbona, y Sur+-…  A nosotros nos genera mayor venta, paradójicamente. Es decir, muchas personas descargan el PDF, legal, autorizado por todas las partes que producen el libro y luego nos escriben: “Queremos ayudar, ya lo vimos, ya lo leímos y necesitamos una copia física”.

Es muy extraño, pero incentiva la venta.

El modelo de edición de los grandes grupos es publicar y recobrar rápidamente ganancias. No se puede permitir que un libro tarde 10 o 15 años en recuperar la inversión. No pueden apostar por esta cantidad de tiempo. El sector independiente lo que hace es publicar de forma diversa. Se permite esperar, es decir para nosotros a lo mejor hay libros que van a tardar más tiempo en acomodarse, a lo mejor hay libros que necesitan estar en librerías y llegar a una audiencia pequeña de lectores y que es indispensable que existan hablando en términos políticos, no en términos de ganancia.

Esta es la gran diferencia de cómo editamos desde el sector independiente a cómo se edita desde un sistema de ganancias.

–¿Hay un boom de editoriales independientes?

–Sí. Es un boom viejo. Antes todas eran editoriales independientes. incluso la historia de la imprenta y la librería son esquemas parecidos, pero normalmente los llevan una persona o una familia, o grupos afines ideológicamente los que van trabajando la producción del libro.

Hay un gran momento a mediados del siglo XX, cuando comienza el tema de la bolsa y de este mundo financiero, ahí es cuando comienza a transformarse y entonces el sector independiente o autónomo, comienza a alejarse del modelo de producción de las transnacionales y hacen trabajo político muy fuerte.

Hay una alianza internacional de edición independiente que publican por cierto, bajo licencias abiertas sus libros de la importancia de la producción independiente. Ahí se encuentran métricas y datos, porque el movimiento independiente es muy fuerte en Francia, en Estados Unidos.

En Latinoamérica, hace tiempo que no ocurría. Creo que hay una organización fuerte independiente.

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