“Es normal que cuando llegas a otro país que no es el tuyo te paguen menos”: la realidad laboral de los haitianos en la Ciudad de México

“Es normal que cuando llegas a otro país que no es el tuyo te paguen menos”: la realidad laboral de los haitianos en la Ciudad de México
Foto: Pie de Página

*Esta nota fue realizada por Pie de Página parte de la alianza de medios de la Red de Periodistas de a Pie. Aquí puedes leer la original.


Entre el rechazo silencioso, abuso, quejas y “chistes” racistas en redes sociales, la población haitiana migrante que está en Tláhuac se integra a distintas labores informales para rentar un cuarto y comer, mientras retoma su camino a EEUU o espera respuesta de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados para su solicitud de refugio en el país

Texto y fotos: Brenda Cedillo

Traductor: César Albatros

CIUDAD DE MÉXICO. – El encuentro entre las comunidades receptoras y la comunidad migrante tiene una multiplicidad de experiencias que van desde situaciones abusivas y de rechazo hasta momentos de solidaridad y empatía. Uno de los escenarios donde suceden estos casos es la alcaldía de Tláhuac; dado la gran cantidad de personas en movilidad que arribó a la zona, y que generaron una sensación de irrupción e invasión al espacio de sus habitantes.

Su presencia en la zona no es casual, pues antes del 8 de noviembre de 2023 operaba oficialmente el refugio de la Comar ubicado en el Bosque de Tláhuac, el mismo que atendió a más de mil 500 migrantes.

La mayoría de estas personas eran originarias de Haití, quienes se han convertido en uno de los grupos más numerosos que ha solicitado refugio en México, llegando a 44 mil 239; según los últimos datos publicados por la Comisión el 9 de enero de este año. Le sigue Honduras con 41 mil 935.

Los números son similares a los que asegura el presidente del Comité Ciudadano en Defensa de los Naturalizados y Afromexicanos, Wilner Metelus, quien afirma que hay 110 mil haitianos en el país; 45 mil en Ciudad de México.

En la Alcaldía de Tláhuac, la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas contabilizó a 5 mil migrantes hasta la mitad del 2023, en su mayoría originarios de Haití. Habitan en condiciones precarias y sin acceso a servicios básicos.

Muchos de ellos buscan trabajar en la capital, e incluso ya no desean continuar con su tránsito a Estados Unidos, dado las dificultades por obtener una adecuada respuesta a su situación migratoria.

Para conocer más sobre la adhesión de migrantes haitianos a la ciudad, se buscó charlar en francés con algunos grupos que ya se encuentran rentando, trabajando y conviviendo con los vecinos de la zona cercana al Bosque de Tláhuac, espacio donde se encontraba el refugio de la Comar. A pesar de que su idioma es creole, francés criollo, una buena parte se puede comunicar en francés de manera fluida.

Estas son sus historias.

Enfrentar la discriminación y los prejuicios

Muchas veces por desconocimiento, se señala a las personas en movilidad como ajenas, groseras y sucias. Algunos habitantes de la zona suelen denunciar que son “escandalosos” o que acumulan basura en las calles, denunciando de manera pública para llamar a algún jurídico.

La expresión hostil y de odio también puede encontrarse: “¡Que se regresen a su país!” “¿Por qué no se van de aquí?” Estas quejas y expresiones suelen encontrarse en redes sociales como Facebook o en grupos de WhatsApp vecinales, incluso entre las charlas comunes.

En cambio, al preguntar a los haitianos entrevistados sobre cómo ha sido el trato recibido por parte de los habitantes de la zona, todos dudaron antes de responder, matizando con un rostro de incomodidad que era resuelto en una respuesta tajante y poco verosímil: “Bien”.

Un estudio realizado por Save the Children titulado Revertir el Riesgo y la Tristeza, menciona que la interacción con las comunidades receptoras es diversa; prevalece la molestia y el rechazo, pero que en muchos casos se aprovecha de su paso por la localidad, favoreciendo a una actividad económica dispareja y rayana en lo abusivo.

Una muestra de este panorama ocurre en la avenida Heberto Castillo, ubicada junto a la Villa de los Trabajadores. Allí, las casas de campaña que se colocaron hace un par de meses continúan siendo habitadas por niños, niñas, adolescentes y adultos en pleno 2024. En ese lugar, los migrantes haitianos buscan sustento vendiendo platillos típicos de su región, extensiones para cabello, perfumes, entre otros productos.

Ellos ya no suelen acceder a entrevistas o fotografías, pues comentan que en redes sociales como TikTok, las imágenes o videos son utilizados para burlarse o quejarse de ellos. También existe otra razón: “No queremos que nuestras familias vean el estado lamentable en el que vivimos”.

Sus explicaciones no están de sobra; habitantes locales han protestado y cerrado avenidas debido a la incomodidad que genera el desbordamiento de la situación, pues han señalado que “Tláhuac no tiene las condiciones para albergar migrantes”. Su prueba es que los haitianos acampan en las avenidas y que no tienen lugar para asearse o pasar al baño, de ahí que parques de las zonas habitacionales sean usados para estos fines.

Cerca de ahí, están las pancartas en francés que dicen “Prohibido pasar” y “No orinar” en las rejas que dan paso a la Villa. También existen personas que han abierto las puertas de sus hogares para dar asilo provisional a familias haitianas, dar alimentos o, en cambio, para rentarles sus baños.

Ser migrante haitiano e intentar trabajar en la Ciudad

En colonias aledañas como Agrícola Metropolitana, Del Mar, Nopalera y Miguel Hidalgo, es posible encontrar migrantes no sólo caminando en las avenidas, sino también en pequeñas viviendas rentadas por grupos y familias, así como incorporados a trabajos locales.

Pero ¿cuáles son las condiciones de estos migrantes para obtener ingresos día con día y así lograr rentar y alimentarse?

Según datos de la encuesta de Save the Children sobre los ingresos de migrantes haitianos:

“94 de cada 100 no tienen empleo; del 6% que sí cuentan con él, es un trabajo informal. Más de la mitad de los encuestados no tienen ningún ingreso regular; el 26.9% viven de remesas, el 13.5% de sus ahorros, el 3.1% tiene algún tipo de salario y el 2.6% consiguen dinero vendiendo productos”.

Los trabajos temporales a los que logran acceder es en mercados, tianguis o construcciones, a pesar de no comprender el idioma y sólo conducirse mediante señas, ya que sólo una minoría puede hablar un poco de español que ha aprendido en su traslado desde Chile y Centroamérica, previo a su llegada a México[1].

Esta situación de irregularidad laboral también trae consecuencias:

El pasado 20 de diciembre de 2023, un migrante haitiano falleció tras un derrumbe en una obra de drenaje de la Alcaldía de Tláhuac, situación lamentable que aún no es aclarada por parte de la Alcaldía. SACMEX se deslindó de tales obras, revelando lo que podría ser una contratación irregular para una obra pública. Por su parte, el Jefe de Gobierno Martí Batres comentó que la FGJCDMX comenzaría a investigar y a su vez, se buscaría la forma para apoyar a los familiares del migrante de nombre Loristin Lain de 44 años, pero a más de un mes del deceso se desconoce el estatus del caso.

Trabajos precarios, rentas abusivas

“Es normal que cuando llegas a otro país que no es el tuyo, te pagarán menos; así sucede con nuestros connacionales en Estados Unidos”. Opina un habitante de la Colonia Del Mar, sobre el precario pago que reciben los migrantes que trabajan por la zona.

Por lo regular, un migrante haitiano recibe un pago entre 200 y 300 pesos mexicanos, en horarios extensos de al menos 10 horas.

“Trabajo en el mercado de 8 am a 6-7 pm. Por día completo me pagan 300 pesos, si me voy antes [da a entender que a mediodía], me pagan la mitad. A veces también estoy en la construcción”.

Nos cuenta Alfredo de 24 años, quien accedió a la entrevista con una expresión común de los habitantes de la Ciudad de México: “Sí, wey”. Habla un poco de español. Él ahora se ha incorporado a la Colonia Del Mar junto con su hermana y prima, ellos viven con un grupo de haitianos en un edificio de 4 pisos sobre la calle Abulón.

Mientras platica sobre su interés en llegar a Miami y que huyeron por la violencia en su país dejando casa, auto y negocio, a sus espaldas un grupo de personas migrantes juega dominó con entusiasmo, ellos no han querido charlar con nosotros, también expresan que no quieren fotos.

Estando dentro del lugar que rentan, Alfredo comenta que les cobran mil 500 pesos por persona para rentar ese cuarto, un espacio pequeño que se aprecia más como una sala con cocineta. Ahí está la hermana de Alfredo, quien prepara algunos alimentos en una olla grande, él no sabe cómo explicar lo que está cocinando su hermana. Su prima está en compañía de un infante de unos 5 años, quienes escuchan nuestra plática. En total suman alrededor de 15 personas, todas duermen en el mismo sitio, incluyendo los 4 niños que deambulan en el edificio intentando jugar. Así como este grupo de migrantes que trabajan y rentan, también hay a quienes no les dan trabajo.

“Quiero un trabajo, mi familia no está aquí, se quedó allá en mi país y no me dan trabajo aquí, pero yo tengo que dar de comer a 6 hijos”.

Menciona desesperado un haitiano que estaba sentado sobre la avenida La Turba con un grupo de compañeros suyos. Así como él, las demás personas que lo acompañan tampoco tienen alguna labor remunerada y no hablan español.

También nos comenta los costos de la renta y señala el mismo edificio sobre calle Abulón, sin embargo, lo menciona con desprecio, pues resulta ser muy costoso para él.

Las opciones son escasas, con anterioridad ellos vivían en los campamentos sobre Heberto Castillo (a unos 15 minutos de La Turba), pero se desplazaron debido a que la gente llamaba a la patrulla ante la incomodidad de su presencia cerca de sus viviendas.

También en la Del Mar, se logró platicar con una familia integrada por un hombre haitiano, una mujer brasileña y dos bebés, uno de 1 año y otro de 9 meses. El hombre, quien lleva en su mano un paquete de pañales, comenta que apenas logran comer y pagar sus necesidades para sus bebés:

“Se gasta mucho, estos pañales cuestan lo de una semana y media de trabajo”. La madre de los niños agrega que necesitan leche, alimento y que es muy difícil conseguir ropa.

La diversidad de los casos revela contrastes de su situación, pues mientras muchos no logran obtener ingresos que satisfagan sus necesidades, algunos optan por ir al campo, como el caso de los migrantes que trabajaron en la cosecha de los romeritos durante la época decembrina.

Las redes sociales usadas para solicitar migrantes

En internet es posible encontrar anuncios de contratación dirigidos a haitianos, como el siguiente:

“Solicito ayudante haitiano para trabajar en taller de mecánica industrial. Zona Lomas Estrella, Ciudad de México, cerca de av Tláhuac.Pago semanal y comida incluida. Solo mayores de edad, responsables y honestos, Experiencia no necesaria. Informes inbox o al_______”

Tras preguntar sobre el sueldo a la persona que publicó la vacante, mencionó que les ofrecen mil 600 semanales, de lunes a sábado en un horario de 9 a 6 pm. Aclaró que el pago es el mismo a mexicanos y que buscó primero contratar a personas que estuvieran en el refugio.

“Es una posición complicada. En primer lugar están las deplorables condiciones de su país que los obligan a ser refugiados en el nuestro, entonces debemos ser solidarios con cualquier persona de cualquier lugar. […] Y por otro lado está la desinformación. Yo he oído a mexicanos decir que a los haitianos el gobierno les da hasta $7 mil de ayuda mensual. Yo ignoro si es verdad, pero hay un descontento por este supuesto”, comentó el solicitante al respecto de la situación haitiana.

Otro caso, pero de dudosa autenticidad, es el siguiente anuncio publicado el 15 de enero en un grupo de Facebook llamado Haitianos en México en busca de vivienda o trabajo, en el que solicitan específicamente “chicas haitianas” para trabajar como meseras.

Al preguntar vía mensaje privado para mayores informes, lo primero que solicitaron era una descripción o fotografía de la apariencia física que busca el trabajo.

“Ofrezco para mi negocio de restaurante Emporio y también para asistente personal. Estoy ubicado por Tlalpan sur. El ingreso depende de lo que sepa hacer pero le puedo dar seguro social. El ingreso es de entre 5 a 8 mil mensuales. […] Primero necesito saber el perfil, y ya si me gusta nos vemos en el restaurante”, respondió sobre la vacante el perfil identificado como “SD Butman”. El perfil tiene una foto de un personaje multimillonario italiano.

El único restaurante Emporio & Bar encontrado al sur está en la colonia Narvarte. Se contactó con este negocio y se preguntó sobre la vacante de mesera y si solicitaban a mujeres haitianas, la gerente respondió que sí pero sólo en tienda, ya no en el restaurante y que es necesario llevar directamente una solicitud de trabajo, sin necesidad de tener un perfil físico específico.

Aclaró que les ofrecen mil 200 por semana en un horario de 12 pm a 11 pm, con un día de descanso.

Este contexto, no solo muestra la precariedad de los trabajos ofrecidos, sino los riesgos que conlleva solicitar una vacante, pues no todas las ofertas vía redes sociales son confiables.

Lucrar con la vulnerabilidad

En temporada de precampañas ha sido aprovechada su vulnerabilidad para funcionar como «acarreados”, como el caso del cierre de precampaña del panista Santiago Taboada, aspirante a la Jefatura de Gobierno, en el que fue visto un grupo de haitianos durante el acto en la Alcaldía Gustavo A. bailando con la batucada, portando playeras de dicho partido y volantes del aspirante.

Tal acto fue criticado en redes sociales y por parte de grupos políticos de oposición al aspirante panista, por lo que tuvo una mediana proyección de la situación de vulnerabilidad migrante.

Es necesario crear políticas migratorias antirracistas

La alta vulnerabilidad en la que se encuentra la población migrante da paso a las irregularidades laborales y abusos, lo cual provoca que sean contratados en condiciones lamentables, dándoles el trabajo que pocos quieren hacer y por tanto, el más precarizado; además de las indignantes condiciones en las que se ven obligados a vivir, dado las pocas posibilidades que tienen.

Ante esto, las políticas migratorias con un enfoque antirracista resultan necesarias ante los tiempos del éxodo y normas cada vez más duras contra ellos en Estados Unidos; como ha declarado en múltiples entrevistas la Dra. Eunice Rendón, coordinadora de Agenda Migrante, es indispensable enfatizar en la creación de este tipo de políticas, pues dan pautas para mejorar y garantizar los derechos de la población migrante en México. Laborar de forma regular y libre de abusos es un derecho mínimo que debe asegurarse para ellos, ante la gran ola migratoria que ha arribado en México estos últimos años.

Sin embargo, el trabajo también conlleva un proceso de sensibilización de la población mexicana, pues, como se advierte en algunos casos, la xenofobia y el racismo están encarnados en comentarios que se podrían pensar exclusivos de racistas estadounidenses, como el tan sonado: “¡Que se regresen a su país!”, expresión que, de forma lamentable, se escucha ahora en voz de mexicanos hacia migrantes haitianos.


[1] De acuerdo a la encuesta realizada por Save the Children, previo a su llegada a México, una gran cantidad de migrantes se tuvieron que asentar durante meses o años en países como Brasil, Chile y República Dominicana.

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