Esta taxista es el motor del cambio en las calles más ajetreadas de Nepal

Esta taxista es el motor del cambio en las calles más ajetreadas de Nepal

Bidhya Kumari Lama conduce por las calles de Katmandú. Yam Kumari Kandel, Global Press Nepal

Esta historia fue publicada originalmente por Global Press Journal.

Por: Yam Kumari Kandel, Global Press Nepal

Bidhya Kumari Lama es una de las pocas mujeres taxistas en las calles del Valle de Katmandú.

Raj Kumar Shrestha, presidente de la Asociación de Emprendedores de Taxis con Medidor de Nepal, explica que entre los 12 350 taxis con licencia que actualmente operan en esta zona metropolitana de 3 millones de personas, solo hay nueve mujeres conductoras. Más mujeres trabajan exclusivamente mediante aplicaciones de transporte privado, las cuales en Nepal no operan con medidor ni requieren tener una licencia de taxi emitida por el gobierno.

Lama es una de ellas. Desde que pasó de administrar una tienda de comestibles a transportar personas mediante aplicaciones como Pathao, la mujer de 33 años aumentó sus ingresos de 500 rupias nepalíes (cerca de 4 dólares estadounidenses) a 4000 rupias (30 dólares) al día. Aprendió a conducir a los 28 años solo para poder hacer este trabajo.

“Estaba más que feliz cuando obtuve mi licencia”, dice Lama. Esto fue en 2018, cuando pedía prestado el taxi de su tío para practicar. Con el fin de alentarla, su tío la dejaba quedarse con las ganancias de transportar gente en su vehículo. Para 2021, ella había conseguido ahorrar lo suficiente para costearse el pago inicial de un auto.

Lama empezó a conducir para Pathao, una aplicación de transporte compartido creada en Bangladés que domina el mercado nepalí, y desde entonces no ha hecho más que seguir avanzando. Alquiló un apartamento más grande en una mejor zona; pagar las tarifas de la escuela de su hija de 9 años se volvió más llevadero: “Estoy viviendo la vida que quiero”.

Además de los beneficios económicos, Lama comenta que su trabajo le merece respeto. “Los hombres aprecian ver a una mujer conduciendo un taxi”, dice. “A la gente le gusta tomarse fotos conmigo”. En sus reseñas de Pathao, dice, sus pasajeras y pasajeros la describen como una conductora precavida. “Me enorgullece ver a una mujer conducir un taxi en una sociedad masculina”, dice Kanchan Shrestha, vecina y pasajera recurrente de Lama.

Trabajar con la aplicación le da una sensación de seguridad que no está presente al conducir un taxi regular, dice. “Al ser mujer, es difícil seguir ofreciendo transporte a personas desconocidas”. Si bien la aplicación brinda algo más parecido a esa sensación de seguridad porque permite saber quiénes son los pasajeros y pasajeras, no ofrece protección ante estas personas. Suraksha Hamal, gerenta de mercadotecnia de Pathao, dice que la empresa no emplea protocolos de seguridad específicos para las conductoras.

Recientemente, Lama ha estado compartiendo sus saberes con su familia. Hasta ahora, ha enseñado a conducir a seis familiares. “Nos inspiró ver su éxito”, dice Sandesh Tamrakar, su cuñado y uno de sus aprendices. Tamrakar planeaba mudarse a Dubái para trabajar, pero ahora quiere conducir un taxi al igual que Lama.

Lama ha sido una promotora tan esmerada de los servicios de movilidad compartida que, en 2022, Pathao la nombró “Líder influyente”, un reconocimiento otorgado a operadores que inspiran a sus colegas. “Nunca imaginé que recibiría un honor así”, asegura.

No obstante, los desafíos están presentes. Los turnos son largos: a veces, Lama trabaja de 5 a.m. a 8 p.m. y solo toma descansos para cumplir sus responsabilidades del hogar o para llevar a su hija Diya a la escuela. Por otra parte, quienes conducen automóviles se exponen más a la contaminación y al calor de Katmandú, además de que el estado deficiente de las vialidades implica atención mecánica más frecuente para los autos.

Más que nada, a Lama le preocupa el rápido incremento de trabajadores de servicios de transporte compartido en la ciudad. La competencia ha causado que sus ingresos disminuyan gradualmente: cuando ella comenzó, a veces ganaba 8000 rupias (60 dólares) al día; ahora, solo gana la mitad.

A pesar de todo, está determinada a seguir conduciendo. Por ahora, asegura, vale la pena.

 

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