La colectiva Musas Sonideras nació en Ciudad de México hace casi una década, impulsada por Marisol Mendoza Gómez, conocida como “La Musa Mayor”, con el objetivo de visibilizar a las mujeres en el movimiento cultural sonidero. Hoy reúne a unas 60 integrantes en México y otros países, conformada por mujeres, disidencias, infancias y adultas mayores que participan en controles, micrófono, talleres y actividades culturales.
Desde el trabajo de la colectiva, el sonidero se ha convertido en un acto de resistencia que les ha permitido exigir trabajo digno y construir espacios de acompañamiento, mientras que su futuro apunta a consolidar su presencia en escenarios culturales diversos con la convicción de persistir y fortalecer su trabajo comunitario.
Por Vanessa Briseño / @nevervb
Mujeres y disidencias están resistiendo desde el movimiento cultural sonidero, un espacio cultural narrado históricamente desde la visión masculina. Eva Esmeralda Soto Gómez, conocida artísticamente como Malnacida La Musa Sonidera de Guadalajara, compartió en entrevista con ZonaDocs que la colectiva Musas Sonideras (de la cual forma parte desde hace cinco años), surgió hace casi una década a partir de la inquietud de visibilizar la presencia de las mujeres dentro del movimiento sonidero.
La iniciativa nació en Ciudad de México gracias a la labor de Marisol (Sol) Mendoza Gómez, conocida como la Musa Mayor, quien se encargó de articular el proyecto y de recuperar la memoria de pioneras como Sonido La Socia, también originaria de Tepito. Después de varios años de trabajo, la propuesta tomó forma con el nombre de Musas Sonideras, que ya suma nueve años de existencia formal, aunque la organización comenzó a gestarse un par de años antes.
Actualmente, la colectiva reúne a unas 60 integrantes en México y en otros países como Estados Unidos, Argentina y España. Está conformada por mujeres, disidencias, infancias y adultas mayores que participan en distintos niveles, desde los controles y el micrófono hasta talleres de formación y espacios de encuentro.
En ciudades como Guadalajara, Ciudad de México y sus periferias, las Musas han impulsado actividades para integrar a nuevas generaciones, compartir conocimientos técnicos y generar lazos con otras expresiones culturales, como en el proyecto “Amplificadas”, el cual consistió “una conexión entre México y Colombia, la mezcla de dos culturas: la cultura sonidera de México y de Colombia el Sound System, la cultura picotera”.
Para Esmeralda, convertir el sonidero en un acto de resistencia significa encontrar un espacio de refugio y acompañamiento, primero en su acercamiento con Sol y después con el resto de las compañeras. Explica que “es muy muy poderoso, es fuerte” porque le permitió confirmar que no está sola, sino que son muchas resistiendo desde sus lugares de origen y trincheras, visibilizando su trabajo y exigiendo que se les pague de manera digna y justa.
Desde su experiencia en Jalisco como DJ y como mujer sonidera, relata que todavía enfrentan comparaciones y ofertas de trabajo precarias, limitadas a pasajes o invitaciones para “darse a conocer”. Para ella, resistir implica demostrar preparación, actualizarse, sostener el oficio y compartir formatos diversos —desde vinil hasta digital— como parte de la lucha colectiva por un lugar en la escena sonidera.
Igualmente, Esmeralda compartió que el futuro de la colectiva Musas Sonideras se construye en la expansión hacia espacios cada vez más diversos. Afirmó que “se está logrando, la verdad es que me impresiona bastante viviendo la experiencia como integrante de la colectiva”, y destacó que ya no se limitan a restaurantes, bares o fiestas, sino que han llegado a escenarios culturales como museos y teatros, dentro y fuera de México.

Explicó que lo significativo es que ahora también se escucha hablar de sonideras mujeres, disidencias e infancias en esos lugares, lo que marca una diferencia frente a la histórica presencia masculina en el movimiento. Como la Musa Sonidera de Guadalajara, señaló que esperan seguir consolidando bailes en la calle, alianzas con otros proyectos y la apertura a nuevas disciplinas artísticas, con el objetivo de continuar avanzando y ampliando la visibilidad del trabajo colectivo.
Esmeralda recordó que uno de los aspectos más importantes para Musas Sonideras es que más personas les conozcan, porque, como explicó, “así sigue la colectiva nutriéndose, sigue creciendo”. Expresó satisfacción porque se comienza a notar el fruto de la insistencia y el trabajo, con nuevas compañeras que se han integrado al movimiento cultural sonidero.
Afirmó que se siente orgullosa de cada oportunidad y de cada invitación, aunque reconoció que los tiempos son económicamente difíciles y que mantenerse en el oficio musical implica enfrentar obstáculos. Pese a ello, lo fundamental ha sido “persistir, tocar puertas y seguir creyendo en la fuerza de la colectiva”, finalizó.
Si te interesa conocer más acerca de la propuesta de Musas Sonideras, así como sus futuros eventos musicales y talleres, visita su perfil de Instagram donde les encuentras como @musassonideras
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