La actividad principal del cerebro

Casa de citas/ 771

La actividad principal del cerebro

Héctor Cortés Mandujano

 

Con el destino no puede discutirse

Traven,

en La carreta

 

La carreta (Compañía General de Ediciones, 1969), de B. Traven, se detiene en varios personajes antes de poner su atención en Andrés, su protagonista.

Muchos párrafos de Traven no son narrativos, sino más bien reflexivos sobre los asuntos de su novela. En uno de ellos dice que las mujeres son mejores que los hombres para los negocios y escribe lo que podría pensarse actual, con los bemoles del caso (p. 15): “Cuando llegue el día en que las mujeres tomen parte en la política de México –lo que estuvo muy próximo a ocurrir en las elecciones de 1929–, la República tendrá asegurada al fin una paz interna y un progreso no soñado hasta la fecha. Porque las mujeres mexicanas poseen algo de lo que los hombres carecen enteramente y esto es previsión y paciencia para esperar los acontecimientos”.

Andrés, indígena, era esclavo de un amo que lo pierde en un juego de cartas. Eso lo convierte en carretero. En uno de sus viajes conoce a Luis; éste le explica lo que pasa en la iglesia con Nicolás, uno de sus conocidos, a quien su papá envió (pp. 166-167) “a la escuela de magia, a un seminario, como tú sabes, y aprendió a las mil maravillas. Ahora sabe cómo transformar una oblea de almidón en carne humana y cómo hacer sangre del vino rojo español. […] Aquí gana buen dinero: por cada matrimonio o bautizo, por cada entierro y oración para salvar las almas del infierno, se echa sus dos buenos pesos a la bolsa”.

Andrés encuentra a Estrellita y se enamoran (la novela, aunque con otras temáticas, es una historia de amor); después de la primera noche que pasa con ella, los otros carreteros le preguntan cuántas veces lo hizo. Andrés responde (p. 214): “Cuando cargo, tengo buen cuidado de contar lo bultos. Lo mismo hago con el vuelto que me dan en la cantina; pero, hombre, hay cosas en las que se pierde la cuenta”.

La enamorada de Andrés no tenía nombre. La llamaban con insultos o con un nombre genérico (niña, muchacha); él le dice (p. 239): “Tú no tienes nombre, muchachita; ahora yo te nombro Estrellita”.

Hablan de un finquero malvado (como todos, en la novela) y dice Pánfilo (p. 291): “La gente de allá dice que su padre debió haber sido un tigre.

“—Sí, y su madre una coyota”, agrega otro.

 

***

 

La actividad principal del cerebro es

la de remodelarse continuamente a sí mismo

Marvin Minsky

 

Cuando el cerebro envejece. Mitos y certezas sobre un proceso universal (e inevitable) –Emse Edapp-Editorial Salvat 2019–, de Marina Betivoglio y Gigliola Garssi Zucconi, con traducción de Victoria Romero y Juan Carlos Postigo, es un libro que explica su contenido desde el título.

Dicen las autoras en la introducción (p. 9): “nuestro cerebro resulta ser extraordinariamente resistente, es decir, capaz de hacer frente al inexorable avance del tiempo con una capacidad de reorganización de los recursos que no se da en los demás órganos y sistemas del organismo”.

Hablan de la francesa Jeanne-Louise Calmet (1875-1997), quien tiene el récord de longevidad, pues vivió 122 años y 164 días (p. 24): “A los ochenta y cinco años la señora Calmet empezó a practicar esgrima y a los cien dejó de fumar, pero sólo porque ya no era capaz de encenderse por sí sola el cigarrillo […] en cualquier caso, se seguía desplazando en bicicleta, una actividad ‘automática’, de memoria ‘explícita’ que se mantiene durante el envejecimiento”.

Ilustración: HCM

A veces se encuentra el conocimiento científico con la lírica (p. 40): “Al comprender que las sinapsis son un límite donde las neuronas se interrumpen y entran en contacto, Ramón y Cajal las definió como ‘besos protoplásmicos, el éxtasis final de una épica historia de amor’ ”.

Que nuestro cerebro siga produciendo en mayor número nuevas neuronas tiene que ver con el ambiente en que nos movemos (p. 52): “El llamado ‘ambiente enriquecido’ y la actividad física constituyen los dos estímulos fisiológicos más robustos que actúan en la neurogénesis del hipocampo adulto”.

Hay muchos casos de gente mayor que no cesa de trabajar, de crear (p. 82): “Pablo Picasso (1881-1973) era muy anciano cuando declaró: ‘…pero lo ‘peor’ de todo es que no se termina nunca. No llega nunca el momento en que puedes decir ‘he trabajado bien y mañana que es domingo descanso’. En cuanto te detienes, es hora de volver a empezar. Nunca se puede escribir la palabra fin’ ”.

Escriben (p. 83): “Distintos estudios en el campo de la geriatría han demostrado que, pese a los aspectos de malestar físico que pueden intervenir, los ancianos viven la afectividad y la sexualidad por las mismas razones y de igual modo que las personas jóvenes, con importantes efectos positivos en el bienestar y en el estado de la salud”.

Las autoras afirman que la creatividad es un excelente ejercicio para el cerebro. Citan a Leonardo da Vinci, un todoterreno (p. 110): “Como el hierro, por falta de uso, se cubre de herrumbre, y el agua se corrompe o se hiela por la misma causa, así el ingenio, sin ejercicio, se deteriora”.

Dicen las autoras que (p. 135) “al contrario de lo que se cree comúnmente no existe relación entre edad cronológica y número de neuronas”. Terminan con una cita de Santiago Ramón y Cajal (p. 137): “La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad”.

Contactos: hectorcortesm@gmail.com

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