Pobreza y migración disparan VIH entre las jóvenes en Chiapas

Mujeres portadoras del VIH y organizaciones que apoyan este sector han solicitado atención suficiente a este sector es insuficiente. Foto: Ángeles Mariscal/Chiapas PARALELO

Mujeres portadoras del VIH y organizaciones que apoyan este sector, han solicitado atención suficiente. Foto: Ángeles Mariscal/Chiapas PARALELO

Virus afecta a mujeres heterosexuales dedicadas al hogar

Por Itandehui Reyes Díaz

En la última década, dos son los factores que han cambiado el patrón de transmisión del virus de inmunodeficiencia humana (VIH) en el país: pobreza y migración.
Ambas características prevalecen en el estado de Chiapas, donde el 38 por ciento de su población vive en pobreza extrema y a partir de esta década es una de las 15 principales entidades expulsoras de migrantes internacionales.

De acuerdo con el último Registro Nacional de Casos del Consejo Nacional para la Prevención y el Control del VIH/Sida, Chiapas ocupa el quinto lugar a nivel nacional en el número de población con VIH con 7 mil 567 casos registrados, de los cuales 5 mil 534 son varones (73 por ciento) y 2 mil 33 son mujeres (27 por ciento). 
En el análisis de datos se aprecia que en el estado la proporción de mujeres con VIH es más de la cuarta parte con respecto a los hombres, cifra por encima de la media nacional: una mujer portadora por cada cinco varones con el virus.

Aunque las y los jóvenes seropositivos entre 15 y 24 años representan únicamente el 20 por ciento del total de casos, la población de 25 a 44 años probablemente adquirió el VIH durante su juventud, esto representa el 60 por ciento de los casos diagnosticados. 

A esas cifras debe sumarse el número de personas que ignora vivir con la enfermedad, lo cual se calcula en la mitad de la cifra oficial. Lo cierto es que el 90 por ciento de los contagios registrados han ocurrido por la vía sexual entre jóvenes o adultos. 

En la última década la epidemia ha avanzado en el grupo de mujeres heterosexuales cuya ocupación principal es el hogar.

De hecho las estadísticas de mortalidad del Inegi (2010) colocan al VIH como la primera causa identificada de muerte entre mujeres de 25 a 29 años (8.5 por ciento), seguida de enfermedades del corazón (4 por ciento), y accidentes de transporte (3.4 por ciento).  

 

Migración aumenta vulnerabilidad 

Los resultados de la investigación “Vulnerabilidad y riesgo al VIH en mujeres rurales de la región fronteriza de Chiapas”, realizada por el Centro de Investigaciones en Salud de Comitán, demuestra que “las condiciones estructurales de desigualdad social y las relaciones inequitativas de género” en las que viven las mujeres de la entidad, son el principal factor de vulnerabilidad frente a la epidemia. 

El estudio consta de entrevistas a 37 mujeres de entre 20 y 40 años de edad provenientes de seis comunidades rurales de los municipios de Las Margaritas, Comitán y La Independencia, situadas en promedio a 100 kilómetros de la frontera con  Guatemala. 

De acuerdo con estadísticas del Programa IMSS-Oportunidades, esas comunidades presentan mayores índices de migración corta y prolongada.

Para una joven pobre que habita en estas zonas rurales el riesgo de contraer VIH es latente. No es raro que en la entidad la unión matrimonial se lleve a cabo antes de la mayoría de edad, al tiempo que las cifras indican que la epidemia aumenta precisamente en el grupo de mujeres casadas dedicadas al hogar. 

Estas mujeres jóvenes o ya adultas han adquirido el virus a través de su pareja, quien para buscar el sustento debió emigrar, tuvo relaciones fuera del matrimonio sin protección y al regresar al hogar le transmitió el VIH a su esposa.

Por otro lado, es escasa la información sobre el padecimiento en las comunidades rurales y ésta no siempre se traduce en acciones. En caso de tener conocimiento sobre la epidemia, para las mujeres la situación es complicada, ya que deben negociar el uso del condón con su pareja, además de enfrentar el desabasto de anticonceptivos en las clínicas públicas.

Según el estudio, más de la mitad de las mujeres participantes en los grupos focales manifestó no hablar del VIH/Sida con sus parejas, principalmente por temor a poner en duda su propio comportamiento sexual. De tal modo que el bajo poder de las mujeres sobre su cuerpo es una vulnerabilidad más ante la epidemia.

Finalmente, la mayoría de las mujeres rurales con pareja migrante percibe el riesgo de contraer el virus, pero plantear el uso del preservativo en la pareja es aún una realidad lejana. Por ello, sugiere la investigación, urgen estrategias de prevención dirigidas a los hombres migrantes.

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