Agreden a religiosas del Hospital San Carlos

Religiosas del Hospital San Carlos fueron agredidas por integrantes de la Cioac. Foto: Cortesía

Religiosas del Hospital San Carlos fueron agredidas por integrantes de la Cioac. Foto: Cortesía

 

El obispo Felipe Arizmendi Esquivel lamentó la agresión que el pasado 30 de enero sufrieron religiosas del hospital San Carlos, del municipio de Altamirano, luego del enfrentamiento entre bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y la Central Independiente de Obreros Agrícolas y Campesinos (Cioac), por tierras en la comunidad autónoma 10 de Abril, que dejó un saldo de 9 lesionados.

El titular de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas informó que este lunes se entrevistó con las autoridades chiapanecas sobre el caso “y ofrecieron hacer lo necesario para atender el problema agrario entre las dos comunidades: 10 de Abril y 20 de Noviembre, y recuperar la camioneta que les retuvieron a las hermanas” religiosas de San Vicente de Paul, que atienden el hospital San Carlos.

El obispo expresó su solidaridad con las religiosas quienes iban al sitio del enfrentamiento al recibir una solicitud para “atender a los heridos que hubiera, de cualquier organización, y sufrieron estas graves faltas de respeto a su persona, a su misión humanitaria y a sus propiedades”.

En su  testimonio,  Sor Patricia Moysen Márquez y Sor Martha Rangel, relataron que  aproximadamente a las 7 y media de la mañana del jueves pasado recibieron una llamada de auxilio, por lo que se envió  la ambulancia y abordo iban el chofer Filomeno Hernández García, el médico Ulises Torres Rodríguez y la religiosa Edith Garrido Lozada.

Junto con la ambulancia se envió a las religiosas Martha Rangel y Patricia Moysés a bordo de una camioneta pick up, porque no sabían cuantos heridos habían.

Pero al llegar al crucero de la comunidad San Miguel “nos encontramos muchísima gente de la comunidad 20 de Noviembre, con palos y machetes, nos dejaron pasar sin ningún problema, pero más adelante otro grupo  los detuvo”.

Al identificarse como personal médico, los agresores les dijeron que “iban a quemar la camioneta porque éramos del gobierno, y así el problema se solucionaría más rápido. Les dijimos que no somos gobierno sino Iglesia, dijeron entonces que éramos zapatistas y  que íbamos a apoyar a nuestro grupo, les dijimos que no era así que íbamos a atender heridos de cualquier religión o partido”.

Las religiosas aclararon que “el problema que tenían no era asunto nuestro, ni íbamos a solucionarlo, únicamente veríamos por los heridos, tardamos mucho tiempo tratando que entendieran”.

Posteriormente los indígenas sacaron al chofer de la ambulancia y les advirtieron a las religiosas que “teníamos que sacar heridos de las dos partes, sino era así entonces al chofer se lo iban a llevar a la comunidad 20 de noviembre”, las religiosas pidieron que permitieran que el chofer condujera la ambulancia pero entonces llegó otro grupo diciendo que no iba a pasar nadie hasta que el gobierno solucionara el problema y que se quemarían los vehículos.

Al negarse la religiosa a bajarse del carro y al seguir insistiendo en la urgencia de llegar al lugar para salvar la vida de quienes estaban heridos, los indígenas “empezaron con palos, a tratar de abrir las puertas, amenazaron con voltearla, finalmente  abrieron la puerta del copiloto y sacaron a sor Martha”.

Las religiosas accedieron a regresar hasta el crucero y ahí se bajaron, la hermana Patricia no quiso  darles las llaves del vehículo y las guardó en la bolsa de su hábito.

“Entonces –relata la religiosa- llamaron a las mujeres y empezaron a ultrajar, tratando de quitarme las llaves, como me resistí, nos empezaron a desvestir a las dos, nos metieron mano por donde quisieron y por fin me sujetaron ambos brazos, nos lastimaron, rompieron mi chamarra, sacaron las llaves, mi monedero donde tengo mis documentos, IFE, licencia, Inapan, y diversas credenciales, pedí mucho que me devolvieran los documentos pero se negaron”.

Al final los indígenas de 20 de Noviembre se llevaron los dos vehículos del hospital y las religiosas regresaron “de aventón” a Altamirano para dar aviso a las autoridades.

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