Tras el diluvio, ¿a dónde ir?

  • Apoyo gubernamental llega a cuentagotas
  • Les llevan agua sucia a los damnificados
  • Indígenas y migrantes muchos de los afectados
Foto: Sandra de los Santos/Chiapas PARALELO.

Foto: Sandra de los Santos/Chiapas PARALELO.

Cuando logró salir de su casa perdió sus sandalias. La corriente del agua se las llevo junto con todo lo que había en su casa y su negocio, una tienda de abarrotes de la que vive ella y su familia. Se quedó sin nada. La situación de Eluvia Morales Jiménez, una de las damnificadas del barrio San Francisco en Tuxtla Gutiérrez, a tres días de la tormenta, no ha cambiado mucho. Sigue descalza.

Eluvia Morales Jiménez tenía una tienda de abarrotes en la segunda oriente entre 11 y 12 sur. Era el lugar donde llegaban a comprar las familias que vivían hacinadas en las vecindades que quedan en el barrio San Francisco y que se derrumbaron o están a punto de hacerlo.

La mayoría de esas familias son indígenas provenientes de diferentes comunidades de Chiapas. Lo poco que tenían lo perdieron. A medianoche tuvieron que salir para que el agua no se los llevara a ellos también.

Muchas personas que salieron afectadas vivían en pequeños cuartos rentados donde tenían lo indispensable. El gobierno del estado y municipal les piden, ahora, sus contratos de arrendamiento para poderlos considerar como damnificadas.

Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

“Nosotros no tenemos contrato. Cuando venimos a vivir acá la casa estaba bien, nosotros qué íbamos a saber que esto iba a pasar”, dice Eluvia, que nunca había escuchado eso de “contrato de arrendamiento”.

La pared de la casa que habita ella con su familia tiene dos grandes orificios que abrió a marrazos su esposo la noche del viernes cuando veía que era imposible salir de la casa. De esos hoyos amarró unos lazos para sujetar a sus hijos y no se los llevara la corriente.

Foto: Sandra de los Santos.

Foto: Sandra de los Santos.

Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

“Cuando vino Protección Civil a sacarnos ya el agua había bajado. Lo más fuerte había pasado”.

La noche del viernes y del sábado Eluvia y su familia la pasaron en el albergue que se habilitó en la colonia Las Granjas, pero desde el domingo decidió regresar a su casa, que se quedó sin puertas y ventanas, para ver qué podía rescatar. Está durmiendo ahí con su esposo para cuidar lo poco que les dejó el agua: un enfriador y dos vitrinas.

“¿A dónde nos vamos a rentar?”

Foto: Sandra de los Santos/Chiapas PARALELO.

Foto: Sandra de los Santos/Chiapas PARALELO.

Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

A Yolanda Guillén López el agua no solo la dejó sin casa y muebles, también le quitó  su fuente de ingreso. Una tapicería en la que trabajaba su esposo.

Pagaban 2 mil 500 pesos mensuales por una  sola pieza con techo de lámina  que la hacía de vivienda y negocio al mismo tiempo. Las divisiones se hacían con los propios muebles y algunas cortinas.

Su familia, conformada por dos adultos y tres menores de edad, no se fue al albergue. Están durmiendo en su carro, un Tsuru del 90´, que ahora es todo su patrimonio.

“Ya nos pusimos a buscar casa, pero hay que dejar depósito y un mes de adelanto y ahorita no tenemos nada porque la dueña por lo mismo que pasó no nos quiere dar lo que dejamos de depósito, no sabemos a dónde nos vamos a ir a rentar” dice Yolanda Guillén.

Lo único que Yolanda ha comido hoy es una torta que llegaron a dejar un grupo de personas de una iglesia cercana. Lo que ha recibido de apoyo gubernamental fue una despensa que traía, lo recita de memoria Yolanda: “una bolsa de frijoles, una de sopa, una de arroz, aceite, medio kilo de harina y una lata de sardina”.

“Lo único que nos han dado es esa despensa, una colchoneta y una chamarra por familia, es todo lo que hemos recibido. De ahí de comida lo que nos ayuda es lo que trae la gente de las iglesias o de otro lado”.

Lo que más le hace falta a las personas del barrio San Francisco es agua potable. Las pocas pipas que llegaron de parte del Ayuntamiento llevaban el agua sucia así que varias familias tuvieron que comprar por aparte. 250 pesos el costo de la mitad de una pipa de 3 mil litros.

En toda la zona no hay agua y les es urgente para limpiar las viviendas y los negocios. De las casas siguen sacando lodo, lo hacen los propios damnificados porque los elementos del ejército solo estuvieron un día apoyando, y los elementos de la policía y protección civil estatal y municipal no colaboran en la limpieza de las viviendas particulares.

El centro de acopio

Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

Foto: Sandra de los Santos/ Chiapas PARALELO.

La ayuda gubernamental llega a cuentagotas por eso los propios damnificados decidieron poner su “centro acopio”, lo instalaron en la banqueta de una de las pocas casas que nos salió tan afectada, la número 333 de la 11 Sur Oriente.

En la acera y el pasillo de esa casa es que se han quedado a dormir algunas familias que no se han querido ir al albergue por temor a que lo poco que les dejó el agua se lo lleven los delincuentes. Así que ahí se quedan, cerquita de lo poco que les quedó.

El barrio San Francisco es uno de los lugares en Tuxtla en donde sobreviven casas de adobe con techos de teja. En ese lugar viven familias zoques, pero también muchas personas de comunidades indígenas de Chiapas y migrantes de Centroamérica.

La inundación vino a exacerbar su de por sí complicada situación de pobreza como migrantes e indígenas. También puso en evidencia el abandono gubernamental y la falta de políticas públicas para resolver las problemáticas de fondo de la ciudad.

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