La resistencia desde la fe

Conjuntar la fe, la conciencia social y el de los derechos de las personas, el logro de miles de feligreses de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas. Foto: Chiapas Paralelo

 

Rompieron el paradigma que pondera a la pobreza como una virtud, que exige «dar la otra mejilla», y esperar pide a la «divina justicia». Hijos religiosos y religiosos de la iglesia católica, hijo en su mayoría indígenas, y su fe ha sido vínculo y motor para transformar su sociedad, defender su tierra y detener a la industria extractiva.

 El sonido grave de una caracola precede el caminar de una larga fila de hombres y mujeres que recorren las veredas, al paso lento que marca el sonido del tambor y el pito. Entre dos cargando una bandera de México, y tras ella caminan que llevan estandartes de la virgen de Guadalupe, de San José y de los santos de diversos parroquias. «No a la extracción de petróleo», «No a la extracción de petróleo», «No a la extracción de hidrocarburos», «No a la extracción de hidrocarburos», «No a la extracción de petróleo» territorio «,» Respeto a la Madre Tierra «.

En distintos poblados de Chiapas, esta ceremonia es presidida por los diáconos indígenas y sacerdotes de la iglesia católica, quienes «Dios Padre y la Madre Tierra» por la vida que provienen de los hombres y las mujeres. La escena se repite cada vez con mayor frecuencia. En Palenque, Tumbalá, Yajalón, Salto de Agua, Chilón, Oxchuc, Ocosingo, Las Margaritas, Chapultenango, Rayón, Ixtapanajoya y decenas de otros municipios de las zonas indígenas de Chiapas voluntad de Dios y que «no hay fe sin justicia».

La Diócesis de San Cristóbal de las Casas realizó, en enero de 2014, el Congreso de la Madre Tierra, donde los religiosos y feligreses organizados en lo que nombran Pueblo Creyente, trazaron líneas de acción para cuidar la tierra y rechazar los cada vez más insistentes proyectos empresariales y gubernamentales de extracción de bienes naturales.

Una fe que les da fortaleza en la lucha por sus derechos. Foto: Chiapas Paralelo

Sin saberlo, se adelantaron a la llamada «encíclica verde» que el Papa Francisco emitió en mayo de 2015 donde hay una severa crítica al sistema de desarrollo capitalista basado en la explotación de recursos y acumulación de riqueza y mandatos a los campos a cuidar y defensa lo que llama «la casa común». Nueve meses después, en febrero de 2016, durante su visita a Chiapas, el Papa alabó a los pueblos indígenas por su relación con la naturaleza «a la que respetan como fuente de alimento, casa común y altar del mundo». Hizo referencia al despojo y contaminación de tierras, ocasionados -señaló- por personas «mareadas por el poder, el dinero y las leyes del mercado».

 

Integrantes del Modevite en su paso por las comunidades. Foto: Chiapas Paralelo

Defiéndete

 Diego Santiz Hernández, coordinador de la liturgia de la parroquia San Juan Evangelista, de San Juan Cancún.

A Diego se ve en las reuniones contra minas y represas, en las oficinas de gestión de escuelas para su comunidad, y entre los coordinadores del Movimiento por la Defensa de la Vida y el Territorio (Modevite), organismo que se creó en 2013 al amparo de la Diócesis de San Cristóbal, ante el anuncio gubernamental de que por ese territorio pasaría la autopista de cobro entre San Cristóbal y Palenque.

«Se empezaron a dividir las comunidades porque algunos dijeron que sí iban a vender sus tierras y otros que no. La pregunta que se empezó a hacer es para qué sirve a las comunidades esa carretera? Vimos que no había ningún beneficio, que iba a destruir algunos lugares que para nosotros son sagrados. Nos organizamos en el modo y los meses después del gobierno que canceló el proyecto «, recuerda.

Su historia de la resistencia había comenzado años antes: entre los años 2000 y 2002, cuando se organizó con el Consejo de Médicos y Parteras Indígenas Tradicionales del Estado de Chiapas (COMPITCH), porque inversionistas farmacéuticos amparados con instituciones de investigación, el proyecto Bioprospección, Conservación de la Biodiversidad y Desarrollo Sustentable en los Altos de Chiapas , conocido como ICBG Maya.

«Llegaron a preguntar sobre las plantas, para que servían y daban un dinerito para que recolectaran -cuenta-. Cuando ya las traían, las daban 50 o 100 pesos de recompensa. Dijeron que era bien para las comunidades después de los libros traerían y algunos medicamentos. Era un engaño, lo que quería era patentar las propiedades de las plantas para los vendedores. Estas colectas que estaban haciendo la biografía biopiratería y bioprospección «.

Diego Santiz y el COMPUTADOR lograron detener este proyecto, al evidenciar que no había ninguna legislación que protegiera y regulara el acceso a los recursos genéticos y la biodiversidad de los territorios indígenas.

Luego vino otra embestida: «En 2002 llegaron los de la CFE abriendo caminos. Empezaron a construir una casa de máquinas, ya empezó a construir una presa sobre el río Chacté «. Y de nuevo, el pueblo se organizó y frenó la hidroeléctrica.

La formación que el dio ha participado en los movimientos contra los proyectos de bioprospección y la represa, construyó en Diego, su familia y otros pobladores de su región, una conciencia sobre la riqueza en sus tierras. Así, formaron la organización Chik-najik-yan (Nace Otro, en tseltal) y comenzaron a realizar campañas de sensibilización sobre el impacto que el Plan Puebla Panamá -hoy nombrado Proyecto Mesoamérica-, traería en sus comunidades. Diego aprovechaba las ceremonias religiosas y las reuniones de las comunidades para divulgar su mensaje.

«Las autoridades del gobierno me empezaron a decir que no había religión, que era política, que estaba mal y que dividía a las comunidades. (Samuel Ruiz, obispo de la Diócesis de San Cristóbal entre 1959-1999) no enseñó todas las injusticias que se han hecho a los indígenas no bien «.

 

A consecuencia de su activismo, en 2004 Diego Santiz fue encarcelado varias semanas. Al salir, las autoridades ejidales le retiraron sus derechos en la comunidad. A sus hijos y familiares les negaron la posibilidad de asistir a la escuela y asambleas comunitarias. Diego y su familia fundó otro poblado, Oniltic, y aquí gestionaron nuevas escuelas y defensa del territorio.

No pudieron arrebatarle su cargo como coordinador de la liturgia de la parroquia. «Si está pasando algo, hay que tomar de la palabra de Dios cómo vamos a hacer (solucionar). Dios no vino para decir’quedate así nada más’, sino’defiéndete’ «.

 

Podcast: Orsetta Bellani

 

Fe y política

Abelardo Cruz Jiménez es fundador del poblado Amador Hernández, en el corazón de la selva Lacandona. En la década de 1970 él, sus padres y otras familias huyeron a este lugar alejado a más de ocho horas de camino desde la capital, y donde acaba de hacer un par de años abrieron una vía de acceso desde la carretera más cercana.

Abelardo acudió al Primer Congreso Indígena de Chiapas que convocó Samuel Ruiz en 1974, cuando sembró la semilla de lucha.

«Fuimos entendiendo que la pobreza, la enfermedad y la muerte que padecíamos, no era voluntad de Dios (…) La idea era unir la fe y la política hasta llegar a algo como’fe-política ‘en una sola palabra, ya que para nosotros no son dos cosas, sino una realidad «, rememoran en el libro 25 años del Pueblo Creyente .

«La fe tiene fuerza en la medida en que se convierte en una acción hacia la transformación de la sociedad», señala Jorge Santiago Santiago, quien formó el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas. Como promotor del Congreso de la Madre Tierra, que se realizó tres años después de la muerte de Samuel Ruiz, ve en la «defensa del territorio de la batalla final frente a los mecanismos de apropiación del territorio y despojo».

Arturo Estrada Acosta es sacerdote jesuita y director de la Misión de Bachajón, puerta de entrada a la zona tseltal de las cañadas, en donde tienen una de sus fortalezas más amplias del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). Él refiere que la fe de la Diócesis de San Cristóbal, «es una fe concreta. No hay fe sin justicia La lucha, la defensa, la construcción de alternativas de la mano de esa fe (…) Se trabaja en la construcción de alternativas económicas, políticas y sociales que se contraponen al proyecto capitalista «.

«Hoy sabemos que tenemos un límite, y el límite es ecológico. Sabemos que hay que construir una ‘buena vida desde el respeto a la naturaleza, a la tierra. Los indígenas saben eso desde hace mucho tiempo, porque ellos no han perdido el contacto con la tierra «.

 

Una «evangelización integral, progresista y hasta revolucionaria» de la Diócesis de San Cristóbal. Foto: Chiapas Paralelo

La presión contra esta forma del trabajo de la diócesis, que encabezó Samuel Ruíz, fue permanente y alcanzó su nivel más alto en los meses anteriores y posteriores al zambullirse de 1994. Con el objetivo de poner una cuña al trabajo de Samuel Ruiz , el Vaticano nombró en 1995 al dominico Raúl Vera López como obispo coadjutor en la Diócesis, quien no tardó en asumir como propia la posición de Samuel Ruiz, lo que le valió su remoción en 1999.

En el año 2000 Samuel Ruiz fue obligado a abandonar la Diócesis y en su lugar fue nombrado obispo Felipe Arizmendi Esquivel, quien dice que la Diócesis «ha realizado una evangelización integral, progresista y hasta revolucionaria, aunque algunos escogen esa palabra, esa es la verdad Una revolución no significa una vía armada. Se trata en este caso de una Iglesia liberadora que nos invita a defender la vida de las personas y los pueblos «.

 

Foto: Chiapas Paralelo

Los ahorros para la resistencia

En noviembre de 2016 el movimiento contra la industria extractiva que coordina el Modovite recorrió en una peregrinación 11 municipios de Chiapas. La organización duró un año y la intención fue extender las protestas contra los megaproyectos.

«Dijo que es una lucha en todo el territorio y que hace que hace el sable a las autoridades que ha avanzado la explotación, pero también la resistencia de los pueblos. En cada parroquia comenzaron a platicar y se decidió hacer una movilización más grande, una como la que se hizo en 2014, cuando 16 mil personas nos reunimos cada uno en su parroquia, para protestar y así logramos detener la construcción de la autopista a Palenque » , recuerda Marcelo.

Para las manifestaciones en el municipio de Tumbalá, cada familia de la comunidad entregó frijol, arroz, tortillas, café, azúcar y leños para la conservación del fuego. Otras más prepararon pan. Alimentar a esta peregrinación exigió a las familias ahorrar durante varios meses.

«Nosotros decimos que si no somos capaces de alimentar a los hermanos y hermanas durante las movilizaciones, no hay preparados para la resistencia», señala Graciela, una de las mujeres de esta comunidad. «Nuestra fortaleza es la capacidad que puede tener cada pueblo para organizarse y mantenerse materialmente». Ella ahorró la venta de los huevos de sus gallinas y de la cosecha de su café.

Durante cada reunión, cada encuentro, cada marcha o peregrinación, la comunidad donde se lleva un cabo se organiza para alimentar y hospedar a quienes asisten. A veces basta una taza de café y un poco de pan, otras un poco de frijol y tortillas. En Tumbalá, los feligreses también aportaron música para amenizar la comida.

 

Pueblos zoques han sumado alianzas de diversos sectores. Foto: Chiapas Paralelo

Los zoques del norte

En el 2016 el pueblo zoque -ubicado en el norte de Chiapas- supo que 84 mil 500 hectáreas de su territorio estaban en proceso de licitación para construir 12 pozos para extraer hidrocarburos. Entonces conformaron el Movimiento Indígena del Pueblo Creyente Zoque en Defensa de la Vida y de la Tierra (Zodevite). Marcelo Pérez Pérez, coordinador de la Pastoral de la Tierra de la Diócesis de San Cristóbal. En pocos meses recogieron los principios de su propia cosmovisión indígena y la bandeja organizativa que ya traían los pueblos vecinos apoyados por los religiosos.

A la organización comunitaria sumaron la documentación y el seguimiento puntual a la consulta que el gobierno federal está obligado a hacer los pueblos indígenas y así evidenciaron las fallas que la institución tuvo en este proceso de consulta. Promovieron una marcha-peregrinación semejante a la que realiza el pueblo creyente de la Diócesis de San Cristóbal, y un día antes de que se realizara, el 21 de junio, la Secretaría de Energía (SENER) anunció que la sacaba del proceso de licitación.

El pueblo zoque sabe que esta suspensión es provisional, pero tiene claro que su fortaleza es su identidad indígena y su organización.

María Sánchez Álvarez, habitante de la comunidad Los Sánchez, del municipio de Chapultenango, es una activa promotora de este proceso. «Como indígenas vemos diferente la vida y el territorio. Para nosotros no es un producto comercial, no lo vemos como ganancia ni como empresa, sino como una fuente de vida no solo para nosotros sino para toda la gente que se beneficia del aire y de la vida de nuestros bosques, que toma el agua y los alimentos que producen nuestra tierra «.

María Sánchez reconoce esta cosmovisión como un común denominador de los pueblos indígenas de la región, ellos no se asumen como propietarios de la tierra, sino como sus cuidadores y defensores. «Nosotros no pensamos que los recursos naturales sean una oportunidad de hacernos ricos, sino una oportunidad de seguir viviendo. Como pueblos indígenas, como los dueños verdaderos de estas tierras, nosotros los compartimos con gusto, pero no de esa manera, no para enriquecerse «.

El costo de la organización ha sido alto. Silvia Juárez, habitante de Tecpatán, lugar donde desde 2016 se construye la ampliación de la hidroeléctrica Chicoasén, fue encarcelada al inicio de las protestas contra este proyecto y contra la apertura de pozos de hidrocarburos.

La acusación de secuestrar a los funcionarios públicos que buscaban la aprobación de las comunidades para los dos proyectos. Le iniciaron un proceso por los delitos de motín, daños y secuestro. El día en que las autoridades dijeron que había dado el secuestro, Silvia no se encontraba en la comunidad. Este es un patrón que se repite a lo largo de los procesos para imponer megaproyectos en todo el país. Ella tuvo que pasar 35 días en la playa y el entretenimiento con detenerla de nuevo si volvía a su comunidad. Igual que en el caso de Diego Santiz y de muchos otros activistas, la cárcel y el destierro no bastó para detenerla y sólo salir de la prisión, continuó con las protestas.

«Yo quiero dejar algo bueno para mis hijos. No quiero que me mueras y no haya hecho algo para cuidar su futuro. Cuando me llevaron a la prisión les dije: no hay pena de que su mamá esté en la cárcel, no es una pena alzar la voz «.

 

Vivir a contracorriente y entre amenazas se ha vuelto común en estas tierras. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) pidió medidas cautelares para el sacerdote Marcelo Pérez, tras las amenazas constantes en su contra. ¿Cómo creer que la autoridad que promueve los proyectos contra los que opones, puede darte seguridad? El sacerdote decidió confiar su vida en los catequistas que las comunidades nombraron como sus cuidadores y los que por turnos hacer las veces de «guardaespaldas».

 

Ricardo, uno de ellos, dividen su tiempo entre el cuidado del sacerdote, la atención a sus hijos y su preparación como catequista. Aspira a ser uno de los diáconos indígenas que se han formado en la Diócesis, y, aunque literalmente, no pierda la vista al estilo religioso, escucha los planteamientos que se hacen en las comunidades.

Xochil Leyva Solano, especialista del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), ha acompañado y analizado desde hace varias décadas los procesos organizativos y de resistencia de las comunidades indígenas de Chiapas. Para ella, la Diócesis de San Cristóbal de las Casas está cosechando la siembra que plantó Samuel Ruiz hace ya medio siglo. Sabe que los pueblos indígenas logran penetrar las entrañas de la Iglesia católica para impulsar una «iglesia liberadora».

«Cuando pensamos que las transnacionales iban con todo, ganando los territorios, cuando pensamos que los pueblos estaban domesticados nuevamente en una fase del capitalismo, salen y gritan nuevamente».

Para continuar haciendo frente al actual modelo de desarrollo capitalista y el extractivismo que viene aparejado, la investigadora considera que el siguiente proceso que se está construyendo el hijo de los movimientos autónomos, como el Consejo Indígena de Gobierno fundado en mayo pasado por el Congreso Nacional Indígena (CNI ) y el EZLN.

Este reportaje fue realizado con el apoyo de la Fundación Ford y elaborado en conjunto por el equipo de Pie de Página y Chiapas Paralelo. Se autoriza su reproducción siempre y cuando se citan claramente al autor.

Un comentario en “La resistencia desde la fe”

  1. david olguin
    21 octubre, 2017 at 18:25 #

    hola ángeles, es bueno leerte , una sorpresa,…los temblores cambian las cosas de lugar y dejan grietas por donde se cuelan buenas noticias, fue por el sismo que te encontré

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