Cecilia y su orgullo por ser indígena

Cecilia Guadalupe Pérez Juárez, es originaria de la comunidad de Navenchauc, Zinacantán.

Cecilia Guadalupe Pérez Juárez, es originaria de la comunidad de Navenchauc, Zinacantán, con 24 años de edad, cuenta que su deseo de superación académica fue enmarcado por la discriminación por su orgullo de ser hablante y promotora de la cultura tsotsil.

Pérez Juárez, culminó la Licenciatura en Alimentos en la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach) en 2016, por su dedicación y labor comunitaria recibió una beca para representar al estado en un intercambio académico en Alburquerque, Nuevo México, Estados Unidos.

A su regreso, fue designada como docente dentro de la Universidad, sin embargo, para llegar a este proceso de su vida, tuvo dificultades económicas, culturales, educativas y el rechazo de las instituciones encargadas de mejorar la calidad de vida de las poblaciones indígenas.

Cecilia Guadalupe Pérez Juárez, es originaria de la comunidad de Navenchauc, Zinacantán.

La vida de Cecilia, refleja la falta de oportunidades laborales, económicas, de salud y educativas que para las mujeres ha sido una constante cultural e históricamente, pero en el segundo estado con más población de mujeres indígenas del país, la mayoría en situación de pobreza, las brechas que aún persisten las vuelven el sector más vulnerable del país.

Para la joven tsotsil, ser mujer e indígena representa un reto importante por la superación personal, desde su comunidad existe el mito de que los provenientes de poblaciones originarias tiene un coeficiente intelectual menor, pero no –afirma– ya que se relacionan mejor al tener procesos de adaptación de la lengua. Actualmente ella, habla su lengua originaria, español e inglés.

“Es un orgullo, ser mujer e indígena, ser una alumna destacada me ha dejado una gran satisfacción” dijo. Sin embargo, para su familia fue un proceso lento entender que su aspiración de vida no era quedarse en su comunidad con labores de hogar o realizar comida.

Al llegar a Tuxtla Gutiérrez, narra que su papá les comentó antes “vamos a ir a la ciudad, no hablen la lengua porque los van a mirar feo y les va a ir muy mal regresando” (esto último como una seña de castigo). Cecilia reflexiona este momento, que describe como una medida de protección contra la discriminación, ya que su padre posiblemente al no saber leer ni escribir en español, le resultaba difícil pensar que esa marginación pasará con sus hijas.

“Ahora pienso, por qué la ciudad discrimina a los hablantes de lenguas indígenas si nos encontramos en un maravilloso estado multicultural como lo es Chiapas” afirmó.

Cuando llegó a la capital chiapaneca, de inmediato, identificó las risas de burla hacia su vestimenta, pero nunca pensó a dejar de hablar tsotsil por discriminación, al contrario, dice que cada vez que detectaba cierta actitud trataba de contextualizar lo valioso de la lengua y el orgullo que le representaba practicarla.

Cecilia ha detectado que su comunidad nuevas generaciones han dejado de enseñar la lengua tsotsil, presume ella, que es debido a un mecanismo de protección a la discriminación.

Al respecto, Inegi desde su primer registro en 1930, indicó que el 16 por ciento de la población a nivel nacional era hablante de una lengua materna, pero, en su último registro en 2015, la cifra descendió hasta 6.6.

Según información del Atlas de Género de Institución, el porcentaje de población de 3 o más años que habla alguna lengua indígena son de 27.75 mujeres respecto al 28.13 de hombres. Sobre esto, el 66.32 de mujeres hablan su lengua originaria y el español frente al 87.30 de hombres.

Respecto a la implementación de políticas públicas que ayuden a la mejora de vida de hacia la población indígena, Cecilia menciona que es triste ya que es nulo, desde su experiencia, le tocó buscar a instituciones que supones están para ayudarles, pero desde ese rubro, también se pueden encontrar corrupción ya que puntualiza “existen personas que no son hablantes y solo se colocan el traje, para “justificar” los apoyos”

“He visto un sinfín de personas que tienen el conocimiento y potencial pero económicamente no están en posibilidades, se acercan a instituciones estatales y federales pero les cierran las puertas” comenta.

Pérez Juárez, trabaja en la asociación denominada “Raíces” donde realizan labores de orientación y atención a temas como embarazos, alimentación, salud, educación e incluso temas jurídicos en diferentes comunidades indígenas de los Altos de Chiapas, ya que desde todos los rubros mencionados existe una carencia significativa para la población.

Al preguntarle sobre qué valor trasladaría de su comunidad a la ciudad, dijo “la empatía de la gente, seguridad, unión. En un pueblo indígena se rigen por los valores, pero ahora se ha perdido mucho y se ve con el trato de la infancia hacia los mayores”.

Para la docente, le sigue con una maestría y llegar al doctorado, realizar estancias en diferentes partes del mundo, para tener panoramas diferentes, conocer personas que te guíen, compartan ideas. En general, seguir con mis metas pero portando siempre mis orígenes tsotsiles como estandarte.

Cecilia y su orgullo por ser indígena

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