Policías de la SSPyPC amenazan a reportero y a su hija

Policías estatales amenazan a reportero.

Rodolfo González Flores llevó a su hija de 8 años al Museo Regional de Chiapas y después a caminar por la Calzada de los Hombres Ilustres. Cuando descansaban en ese lugar, policías de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana (SSPyPC) los amedrentaron, les interrogaron y les tomaron fotografías en forma amenazante.

Rodolfo González es reportero y cada jueves, en su día libre, sale a pasear con su hija. Rodolfo nació en San Cristóbal de las Casas, y como muchos jóvenes, con gran esfuerzo cursó estudio de nivel superior. Con el tiempo se hizo reportero de la fuente judicial. Eso lo hizo conocedor de como funciona el sistema de justicia, y la violación constante a los derechos de las personas.

Escucha su versión en el siguiente link:

https://soundcloud.com/andres-dominguez-449125242/policias-de-la-sspypc-amenazan-a-reportero-y-a-su-hija 

Por ello, cuando los policías le exigieron, sin ninguna razón de por medio y de forma amenazante, que explicara “qué hacía” en el parque, mientras les tomaban fotografías, se indignó.

“Ellos eran la autoridad y empezaron a tomarnos fotos. Mi hijita estaba bien asustada, pero le dije: hijita, la autoridad debe está para lo que es, no para hacer esto (…) Les pregunté si había algún problema, porque yo no estaba haciendo nada, estaba sentado con mi hija» narró.

A la gente que no está haciendo nada, la están jodiendo, cuando en el centro están asaltando y ellos no hacen nada”, explicó esta tarde, indignado por los abusos constantes de las autoridades hacia ciudadanos, y por el llanto de su hija.

Esta es parte de la denuncia pública de lo que vivió:

Policías de la SSPyPC amenazan a reportero y a su hija.

Ni haciendo nada, se está tranquilo

Vivimos tiempos difíciles, el tema de la inseguridad es un tema serio que de una u otra forma nos ha afectado, en nuestro quehacer cotidiano, en el trabajo o en la calle, los ciudadanos tenemos que cuidarnos de la delincuencia común, pero también de la otra delincuencia, la uniformada.

De manera lamentable me veo en la obligación, de hacer esta denuncia pública pues queda claro que este tipo de actos se repiten todos los días, tan sólo de imaginar la impotencia de todas las personas que tienen que soportar y en algunos casos ceder a los caprichos de algunos (digo algunos, porque no los conozco a todos) policías, pues no encuentro otra explicación de su proceder.

Este jueves como muchos otros aprovechando mi día libre aproveché el tiempo para pasar tiempo con mi hija, esos ratos que son muy gratificantes, para todos aquellos que tenemos la dicha de tener una hija entenderán a lo que me refiero.

Por la mañana atuvimos asuntos no relevantes fuimos a desayunar, a realizar algunos pagos, dar una vuelta por el centro de Tuxtla, tras platicar sobre las opciones acordamos con mi hija de ocho años (por razones obvias omito su nombre) ir a la exposición de juguetes al Museo Regional, nos fuimos al lugar.

Ingresamos, observamos las colecciones maravillosas de juguetes y objetos que se encuentran en una sala, el tiempo se nos perdió, todo transcurría de manera normal sin ningún contratiempo, sin ninguna preocupación.

Todo cobró un giro, inesperado, amargo ya que tras abandonar el museo nos dispusimos a descansar en la Calzada de las personas Ilustres. No habían pasado ni cinco minutos, cuando una moto patrulla apareció del lado izquierdo del lugar en que nos encontrábamos, era un policía estatal, quien preguntó qué hacía en ese lugar.

Usando mi lógica y al estar con mi hija simplemente contesté que estaba sentado, no creo que mi respuesta haya sido ofensiva o quizá exista alguna forma de contestar a los uniformados para que no saque a relucir su analfabetismo mental, su poca preparación y su necesidad de amedrantar.

Luego de la respuesta dada, comenzaron a cuestionar a mi hija sobre qué parentesco tenía con mi persona, algo que naturalmente me molestó y respondí que era su padre. En este punto insisto en esta parte no sé si exista una forma para contestar a estas bestias uniformadas para que no se pongan como perros rabiosos.

Respondí a las preguntas y luego yo cuestioné el motivo del interrogatorio, qué estaba haciendo, y la respuesta es una; nada absolutamente nada que alterara el orden público u otra situación, por eso señaló que la intención del elemento, que llamó otro patrullero para amedrentarnos más.

No encuentro otra explicación, quizá querían alguna gratificación por intentar intimidarme, lo cual no podrán hacerlo y menos cuando no existe razón alguna.

Lo verdaderamente preocupante es lo que ocurre; ¿tenemos los ciudadanos que cuidarnos de las dos delincuencias, la común y la uniformada? Qué ocurre en Tuxtla y en todo el estado? ¿Porque los uniformados no le entran a la delincuencia? Por qué no previenen los asaltos o detienen a los responsables de los mismos, de los robos a comercios. ¿Qué tienen que estar cerrando con dos motos a un padre e hija?

No cansados con ello, lo que más causa rabia es que ni viendo llorar a mi hija se retiraban los malparidos, no les bastó el llanto de una menor de ocho años que lo único que se limitaba a decir era que no quería que la llevaran a la cárcel.

Tratar de creer que entendieron el daño que ocasionaron es como pedir que un perro no ladre, porque eso queda claro son como perros que cuanto atacan no piensan, no entienden no son capaces de razonar.

Me veo en la necesidad de denunciar esto, porque estoy seguro que es una situación que se repite todos los días, en todos los lugares, con cualquier ciudadano, que el igual que yo quizá se preguntan ¿por qué no están resolviendo los problemas delictivos? En lugar de estar arruinando el día a los tuxtlecos.

Agradezco el gesto de solidaridad de mis compañeros periodistas.

Atentamente Rodolfo Flores periodista originario de San Cristóbal, radicado en Tuxtla desde hace ocho años, ciudad donde he sufrido tres asaltos, uno por la delincuencia común y dos más por la delincuencia uniformada.

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