Rayar la vida

#AlianzadeMedios | Texto y fotografías: Salvador Cisneros de Amapola

Berna es un niño na savi de 10 años, vive en las montañas. Se levanta todos los días a las 5:30 de la mañana para alimentar a sus animales. Camina 10 kilómetros para llegar a su escuela.

A las 8:00, Berna regresa a almorzar a su casa de tablas de madera, bloques de barro y techo de lámina. Después camina de nuevo los 10 kilómetros para regresar a la escuela. El recorrido dura unos 40 minutos.

Berna cursa el tercer año de primaria. Toma clases con niños de primero y segundo. Sólo hay dos profesores para los seis grados, uno de ellos, es el director.

La escuela fue construida por los padres de familia con madera y laminas, tiene piso de tierra y butacas recicladas que fueron donadas por otras escuelas de comunidades indígenas cercanas.

Al salir de clases regresa a casa. Y vuelve a caminar otros cinco para cuidar a sus animales.

Los ingresos de las familias donde vive Berna no rebasan los 5 mil pesos al año, el dinero lo obtienen vendiendo los productos que da la tierra.

Berna ralla amapola en la parcela del tío, como lo hacen muchos niños de su pueblo por 150 pesos al día. No sabe para que se ocupa la goma, solo piensa en el dinero que puede ganar para ayudar a su familia.

A los 8 años, Berna se cayó cuando jugaba con sus primos. El antebrazo le quedó chueco. No fue atendido porque el hospital más cercano está a una hora y no tuvieron dinero para el traslado.

Su mamá le amarró pedazos de madera con hilo para que el hueso pegara por si solo.

Cuando termine la primaria, seguramente tendrá que migrar a los Estados Unidos como ya lo hizo su mamá. Berna no conoce a su papá.

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