Se adueñaron de mi cuerpo, busco justicia: maestra violentada por profesores universitarios en Chihuahua

Se adueñaron de mi cuerpo, busco justicia: maestra violentada por profesores universitarios en Chihuahua

La docente que denunció por violación a cuatro maestros que daban clases en la UACJ rompe el silencio, considera que es la única forma de enfrentar a sus agresores y retomar su vida

#AlianzadeMedios | Rocío Gallegos La Verdad

Ciudad Juárez – No hay día que no piense en lo que le pasó esa noche, cuenta la maestra universitaria que denunció por violación a cuatro docentes de la misma institución de educación superior en la que labora.

“Lo que me hicieron es algo horrible y no pienso dejar que quede impune”, dice en entrevista con La Verdad, donde por primera vez habla de manera pública sobre la violación en grupo que asegura sufrió durante una fiesta, en un domicilio particular donde viven dos de los maestros acusados.

A casi 15 semanas de los hechos y a unos días de la detención y vinculación a proceso de uno de los acusados, la maestra, de 27 años, rompe el silencio: “me violaron…busco que se me haga justicia para poder continuar mi vida”.

A voz pausada, la mujer cuya identidad queda bajo resguardo relata que todo ocurrió en una fiesta de profesores que dan clases en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), a la que fue invitada por una amiga que identifica como Monserrat.

Era en un lugar que no conocía, pero “me sentí en confianza, estaba con mi amiga y los otros eran profesores”, cuenta. A ellos los conoció esa noche. Se refiere a Arturo, Roberto, Alejandro, Israel y Giovanni.

A los cuatro últimos los denunció por violación, Giovanni se encuentra preso y bajo proceso judicial, los otros están prófugos.

“No debí confiar en ellos”, dice, “ese fue mi error”.

Durante la entrevista, realizada la mañana de este miércoles en la sede de un colectivo de mujeres, la maestra habla de ella, de lo que ha vivido desde la noche del 3 de mayo, de sus pesadillas, de cómo ha sido enfrentar a una parte de la sociedad que no le cree y que, considera, la atacan porque estuvo ahí, por tan solo ser mujer.

A momentos frena su relato, luego lo retoma con su mirada en el piso, se encorva, pero mira a los ojos cuando afirma: “nunca di mi consentimiento para que se adueñaran de mi cuerpo y de mi voluntad”.

Antes de iniciar la narración advierte que no dará detalles pormenorizados de su agresión física. Esos, dice, “ya los di a la autoridad”.

Recuerda que Monserrat la invitó a una fiesta, ahí se hizo una carne asada, comieron, les ofrecieron alcohol, hicieron un juego, una especie de “Basta”, si se tardaban en contestar o no lo hacían le daban un “caballito” con alcohol. Había, mezcal, sotol, whisky, “bebidas que nunca había probado”.

“Llegó un punto en que me sentí aturdida”, dice. Así estuvo un tiempo, luego buscó a su amiga. Ella estaba en una habitación, acostada en la cama, llorando y Arturo la consolaba. Recuerda que fue hasta ahí, pero Israel fue tras ella, llevó más alcohol, le pedía que bebiera, “luego me llevó al pasillo y ahí es donde comenzó todo”.

“Gritaba. Le grité”, dice, “pero (Monserrat) no me escuchaba”, luego Arturo la sacó del lugar, “me quedé sola con estos tipos… me violaron”.

Cree que a su amiga no le hicieron nada. Recuerda que al día siguiente le envió mensajes de texto donde le mencionó lo que ocurrió y donde le dijo que luego le contaría bien las cosas. “Después no me quiso escuchar, no se si la hayan amenazado, ahora no quiere hablar conmigo”. Asegura que hasta rechazó acompañarla a interponer la denuncia y cambió su actitud.

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Al día siguiente de la agresión, comenta que ya en su casa, pensaba en lo que le sucedió. “Me sentí muy mal. Por un lado quería olvidar todo y por otro, decía, tengo que hacer algo… me hicieron algo tan grotesco, horrible, bestial”.

Revela que tras la agresión sufre pesadillas, insomnio y problemas de concentración. “Nunca pensé que iba a suceder lo que sucedió”.

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Buscó apoyo. Una psicóloga la atendió y le dijo qué podría hacer. La mañana del 7 de mayo, acompañada por personal de Casa Amiga, acudió a la Fiscalía General del Estado de Chihuahua en la Zona Norte a denunciar a los maestros por la violación tumultuaria.

“Me tomaron la declaración, sentí que todo estaba bien, me sentí segura”, hasta que se fugó información y El Diario sacó todo, afirma.

Dice que leer en el periódico algunos datos de su denuncia la hizo sentir molesta, “apenas iban a sacar las ordenes de aprehensión, con eso se enteraron de que fui a denunciarlos”, se fugaron.

Además, asegura que la divulgación de los datos desató muchos comentarios en su contra, “me atacaban a mí, dicen que era culpa por haber estado ahí… ahora estaba enfrentando un juicio de la sociedad”. Eso la derrumbó de nuevo.

“Se dijo que estaba bailando, como ellos dicen, ‘perreo’, sí baile, con Monserrat, pero no eso”, afirma.

La maestra dice que en este proceso sus padres han sido el pilar más fuerte en el que se sostiene. Ellos me apoyan, están conmigo. Asegura que están tristes, indignados.

Ellos, dice, al igual que muchas personas que la han apoyado aun sin conocerla le recuerdan “que no estoy sola”.

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El 3 de agosto, uno de los cuatro acusados por la catedrática universitaria de violación fue detenido por la Policía Municipal. Se le ubicó al momento de un arresto por una falta administrativa. El hombre contaba con una orden de aprehensión girada el 23 de mayo por violación agravada, se informó. La autoridad lo identificó como Giovanni Esaú G.S.

La víctima dice que sintió alivio cuando se enteró del arresto de uno de sus atacantes, “pensé que se está haciendo justicia”.

Dice que echó mano de todas sus fuerzas para volver a ver a uno de sus atacantes, como ocurrió la mañana del 8 de agosto, cuando acudió ante un Tribunal de Control para rendir su declaración en el proceso abierto contra Giovanni. Su testimonio lo rindió desde una sala privada, su presunto agresor solo escuchó su voz.

Durante la entrevista se le cuestiona a la maestra sobre los señalamientos que han surgido durante el proceso abierto contra Giovanni, de que atrás de esta acusación hay cuestiones políticas que se viven al interior de la universidad, a lo que responde: “es mentira”.

“Detrás de la acusación hay una violación, a mí la política universitaria no me interesa, es un argumento de la defensa de los acusados”, sostiene.

Dice que las personas pueden creerle o no, ella no busca convencer a nadie. Alzó su voz, denunció, porque considera que es la única forma de enfrentar a sus agresores y retomar su vida.

En la entrevista dice que está consciente que la gente va a señalarla, la va a juzgar, va a hablar mal de ella y justificar lo que pasó. Por eso escribió una carta donde expone su testimonio.

“Por más que puedan llegar a negarlo saben bien lo que sucedió y yo no lo olvidaré jamás”, afirma y advierte que no busca vengarse de los que le hicieron daño, busca que se haga justicia.

“Me violaron, así tan crudo como suena”, dice, “se adueñaron de mi cuerpo y de mi voluntad… me da asco solo pensar en lo que me hicieron, en sus caras y en los sonidos que hacían”.

Ahora, dice, “solo soy una persona que busca su derecho a la justicia”.

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