El legado ético de Javier Darío Restrepo

El legado ético de Javier Darío Restrepo

Javier Darío Restrepo, fallecido este domingo en su natal Colombia, significó un guía ante los dilemas del ejercicio periodístico en Iberoamérica. Hoy lo recordamos con algunas de sus innumerables enseñanzas sobre este oficio

#AlianzadeMedios | Por  Arturo Contreras Camero de Pie de Página

Fotos: Fundación Gabo

El periodista colombiano Javier Darío Restrepo, referente de la ética periodística, falleció este domingo a los 87 años de edad. Maestro de la Fundación Gabo por 24 años, dejó un legado que da luz en los dilemas éticos del oficio.

Darío Restrepo dirigió desde el año 2000 el Consultorio de ética periodística de la Fundación Gabo, desde donde respondió cientos de dudas a sus colegas o estudiosos del periodismo.

Restrepo en México

A mediados de 2013, 120 periodistas de todo México se reunieron para el primer Encuentro de periodismo de investigación, organizado por la Red de Periodistas de a Pie. En ese ‘bootcamp’, como le decían, el maestro Javier Darío Restrepo dirigió unas palabras para alimentar el oficio en tiempos críticos.

Ante la violencia

La guerra contra el narco de Felipe Calderón había sumido al país en una ola de violencia, ante la que los periodistas no estuvimos preparados ni profesional, ni ética ni anímicamente. La charla de Javier Darío abonaba con perlas de sabiduría a ese momento con palabras que aún hoy no han perdido constancia.

“En situaciones de conflicto, en que uno tiende a legitimar muchas cosas porque estoy en peligro, es cuando más necesario se hace un periodismo de excelencia. Parece una exigencia por sobre toda consideración, y sin embargo, así es el periodismo”, dijo el editor ante los periodistas y reporteros que en ese momento eran asolados por la violencia.

Del lado de las víctimas

Otra de sus lecciones fue que cuando el protagonismo de una nota se tambaleaba entre la víctima o el victimario, lo correcto siempre será estar de lado de las víctimas, en un ejercicio de entendimiento y escucha para el resto de la sociedad.

“Esta afirmación hace fruncir el seño de todos los cultores de la objetividad. No se trata de una noticia como cualquier otra, sino de una información de consecuencias, en que las actitudes, los errores, o una percepción equivocada, pueden tener consecuencias dañinas para las personas. Esto, desde luego contraría las rutinas de editores empeñados en montar sus noticieros con un máximo de noticias en el menor tiempo posible”.

Los conflictos

“El periodismo de calidad, no se da en condiciones fáciles, y sin conflictos, Cuando hay conflictos, el periodista tiene que echar mano de todos los instrumentos y los valores que hacen el oficio. Cuando se supera el miedo, entonces se confirman aquellos puntos sobre los que uno se apoyaba y se confirma ese objetivo al que uno le ha puesto a la vida, y vale la pena. Y cuando uno responde que vale la pena, ahí comienza a ser un buen periodismo”.

En sus dos volúmenes de El Zumbido y el moscardón, Restrepo compiló 250 respuestas a consultas sobre ética periodística. Aquí, algunas de sus enseñanzas.

La verdad

Para los periodistas la palabra verdad significa fidelidad a los hechos sobre los que se informa. Las del periodista son las verdades humildes de los hechos de cada día. Por eso sus verdades son provisionales, esto es, penúltimas palabras porque los hechos evolucionan y sobre ellos siempre habrá algo que agregar. El periodista, en consecuencia, es alguien que siempre está en disposición de corregir, agregar o aclarar sus informaciones sobre los hechos. Heráclito proporciona la imagen más oportuna al respecto. La historia de cada día es como un río que fluye de modo que el agua que ves desde el puente pronto es reemplazada por otra.

La humildad

Quieren ser excelentes todos los que se han condenado a la insatisfacción con lo que son y a la pasión por lo que deben llegar a ser. Esa insatisfacción solo la conoce el humilde; es un saber fuera del alcance del resignado a la mediocridad de sus logros. El buen periodista está movido por esa insatisfacción con lo que hace, porque siempre está convencido de que aún puede hacerlo mejor. Es el buen consejo que la humildad, a todas horas, le da su conciencia profesional.

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