Presas en Chiapas; resistir al desplazamiento, daño al medio ambiente y tarifas elevadas

Conversatorio Energía comunitaria y popular, realizado por Rosa Luxemburg Stiftung Mx. Cortesía: Rosa Luxemburg Stiftung Mx.

*En el año 2019, durante el marco del Día de Acción Mundial contra las Represas y en Defensa de los Ríos, organizaciones se pronunciaron en contra de la realización de dichos proyectos, exigieron al Estado Mexicano un nuevo modelo energético y de gestión del agua alternativo.


 La organización Rosa Luxemburg Stiftung Mx, realizó el tercer conversatorio “Energía popular y comunitaria”, de la serie Soberanía energética para los pueblos, el juego ni tan limpio ni tan verde de las energías renovables. Contó con la participación de Gustavo Castro de la Organización Otros mundos, Sofía García Pacheco de Onergía Cooperativa y Antonio Lara del Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero.

Castro mencionó que en el estado siempre ha existido la resistencia contra las represas, hace algunos años Chiapas aportaba alrededor del 45% de energía hidroeléctrica del país, por lo que hubo una resistencia fuerte contra las presas, como es la Itzantun, las del Río Usumacinta, Chinín y Chicoasén II.

Por lo anterior, hubo fuertes afectaciones socioambientales y desplazamientos. En el ámbito de la opinión público general, las represas no eran cuestionadas, porque eran las que aportarían desarrollo al país.

“Todavía hoy, en la mañanera el presidente de la republica aplaudiendo las represas, como una energía limpia cuando es una de las energías más sucias, cuando son las energías que han expulsado más población, estas energías aportan el 5% de los gases de efecto invernadero, 80 millones de personas desplazadas, etcétera”, expresó.

A su vez, mencionó que, durante el año 2000 no se podían cuestionar a las represas. Hubo un momento en donde la población se dio cuenta que podía decir que no, sin embargo, eso no significaba que se daría el salto al cambio.

“Estamos en la resistencia en los pagos de la energía eléctrica, aquí en el estado son excesivos, ridículamente caros. En las comunidades indígenas campesinas, les llegan recibos de la comisión de electricidad sumamente altos”, añadió.

Asimismo, dijo que hay varias formas de resistencia de no pago que implementa la gente, una de ellas es simple, no pagar, por lo que alguien de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) llega para bajar la cuchilla del transformador que alimenta la electricidad a varias comunidades, la gente se organiza y rodean el poste, dejando a la persona arriba toda la noche si es necesario, como forma de castigo.

“Ha sucedido que se caen los cables y electrifican accidentalmente todas las cercas de los animales, en una ocasión un anciano se electrocuto, llegó la CFE a arreglar el asunto y la gente los bajo, tuvieron que caminar descalzos por la brecha y la montaña hasta donde estaba el señor, para que vieran lo que habían hecho y que pagaron los daños”, expuso.

Otra de las formas de resistencia es pagar solo lo justo, es decir, hacen una bolsa de ahorro donde determina la cantidad que le toca a cada familia, no le pagan a la CFE, cuando el transformador se descompone o se necesita realizar un arreglo, ellos lo realizan.

“Hacen su propia bolsa, pero controlan los transformadores que alimentan el conjunto de las comunidades donde vive”, comentó.

La tercera forma es la negociación que realizan las personas con el gobierno, se organizan y entregan todos los recibos y fijan una cantidad de pago, por lo que el Gobierno del Estado, paga a la CFE el resto, como forma de subsidio.

Castro mencionó que, al compartir lo expuesto antes, al hablar de energía y electricidad, la principal demanda es tener luz en el hogar. Se ha ido realizando un proceso de reflexión política que ha llevado años.

“La gente ha caído en la cuenta de decir, esa luz ya no la quiero porque me van a dar luz, acosta de que otras comunidades sean inundadas, desplazadas, los bosques inundados, donde haya pobreza y miseria, para que yo tenga luz, aunque me la regalen, yo no la quiero, así no, no acosta de otros hermanos”, compartió.

Presa Manuel Moreno Torres “Chicoasén”, se encuentra al final del Parque Nacional Cañón del Sumidero. Cortesía: Mega construcciones.

Además, las organizaciones y comunidades dicen que la forma de gestionar a las cuencas, el agua, tapar los ríos y desplazar gente, no les gusta, ahí es donde se da la lucha contra estas maneras de gestión. Dan un salto de reflexión a lo que es un modelo energético y la forma de administrar y gestionar el agua, se empieza la organización y la creación de redes.

“La soberanía con el aval de la autodeterminación de los pueblos, donde empieza y dónde termina, porque no solamente en el caso de represas, sino los proyectos mineros que tenemos. Una comunidad decidió negociar una mina con una represa y alguien dice ‘Bueno son autónomos, ellos ya decidieron, es su territorio’, pero afecta… donde empieza tu derecho de autonomía, de determinación”, expresó.

Por ello, dijo que deben ver la afectación del territorio y las alianzas, visualizar a nivel de cuenca, para al final concluir que es el planeta y un cambio climático que se está gestionando, que lleva al capitalismo y como este está depredando al planeta. Lo que se hace es un proceso político de reflexión donde ya no solo es el modelo energético sino el sistema capitalista.

Además, añadió que en la resistencia no solo está la propuesta, porque se tiene que ir con un abogado, bloquear caminos para evitar el acceso de maquinaria, realizar asambleas urgentes y plantones permanentes en el camino. Es así como, una de las estrategias que les ha funcionado es la preventiva.

Respecto a lo anterior mencionó que, cuando las empresas empiezan a generar interés en los territorios, es difícil lograr que se vaya, hay muchas más movilizaciones, incluso hay casos de asesinato y personas que son enviadas a la cárcel.

“La estrategia de prevención es como evitamos que bajen los buitres y que generen intereses y nos dividan, es otro proceso complicado, porque al final de cuenta significa formar alianzas, compartir experiencias, hacer mucha reflexión política y de análisis, sobre todo de ir generando un propio discurso, sobre todo cuando el gobierno y empresas dicen ‘Bueno, ustedes están en contra del desarrollo’, nos quieren hacer sentir que somos los culpables de la pobreza del país”, expresó.

Castro comentó que, las empresas quieren hacer responsables a las comunidades de ser quienes les generen alternativas para que se sigan enriqueciendo, cambiando el combustible, por la que está en la palma africana. En Chiapas, hay 75 mil hectáreas de palma de aceite, donde la gente se encuentra en pobreza y son ellos son quienes les brindan la energía a los mercados, quienes podrían obtenerla por medio de hidrocarburos.

Por último, las empresas se adueñan de la energía de autoconsumo y dejan de ser para las comunidades.

 

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