La esperanza es zapatista y los encuentros de mujeres son un espacio reparador

Conversatorio “Un mundo donde una niña nazca y crezca sin miedo”, con las expositoras María de Jesús Patricio (Marichuy), Sylvia Marcos, Margara Millán, Mariana Mora y Araceli Osorio. Cortesía: Colectivo Transdisciplinario de Investigaciones Críticas.

*Este 17 de noviembre de 2020 el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) cumple 37 años, quienes, a pesar de los ataques, difamaciones y otras modalidades de guerra, ellos y ellas siguen construyendo una forma distinta de organización social.


En su justa lucha por la liberación, el EZLN incorpora a las mujeres en la lucha revolucionaria con el único requisito de hacer suyas las demandas del pueblo explotado, así como su compromiso a cumplir y hacer cumplir las leyes y reglamentos de la revolución.

En marzo de 1993, antes del levantamiento armado de 1994, se creó la Ley Revolucionaria de Mujeres, hecha por mujeres indígenas zapatistas, algunos puntos de esta ley son que, las mujeres sin importar su raza, credo o filiación política tienen derecho a participar en la lucha revolucionaria en el grado que su voluntad y capacidad determinen.

La Ley es considerada como una revolución del mismo proceso revolucionario zapatistas y no solo para el interior de este, sino para los movimientos de izquierda y los feminismos.

Ante dicho contexto, Araceli Osorio Martínez, activista por los derechos de las mujeres y madre de Lesvy Berlín Osorio, joven asesinada en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) por su novio, mencionó que la esperanza es zapatista y los encuentros de mujeres es un espacio reparador, donde los lenguajes y no solo la palabra es también de otros, donde no se convoca el miedo o la maldición.

Me invitaron hoy a pensar en un mundo donde una niña nazca y crezca, sin miedo y reflexiono, ¿puede Araceli, mujer, madre, profesora que no podrá ser nunca abuela mirar a los ojos a una niña, por ejemplo, de defensa zapatista y decirle que no, que para ella no hay futuro, que nos están asesinando todos los días por el simple hecho de evocar lo femenino, lo desigual, lo menos?, entonces me respondo que no, que no puedo mirarla a los ojos y decir eso, expresó la activista.

Osorio Martínez añadió que, “lo complejo” como dicen las jóvenes, organiza la rabia, para devolverle al patriarcado su miedo y maldición desde la colectiva, así como la ternura para con ellas, con el fin de defender la alegría y la vida misma.

Para la activista, es complejo cuando la convocan a hablar de un mundo donde una niña nazca y crezca sin miedo, sin embargo, tal vez, aunque no lo puede ver eso, es algo que empezó hace tiempo con las ancestras, pero a ellas les toca hacerlos propio en el presente.

Mencionó que, las lecciones no han sido pocas, aunque si han tenido que agruparse como mujeres para poder sanar todo aquello que las lastima y suprime todos los días.

Osorio Martínez puntualizó que los espacios de encuentro de mujeres les ha permitido estar y dormir sin miedo, y han sido posible porque algunas ya caminaron esos tiempos difíciles.

Cree que la esperanza es zapatista, porque el referente que les dejan después de 37 años, es sinónimo de defender la vida.

Por su parte, Sylvia Marcos, Académica e Investigadora feminista compartió que el Primer Encuentro Internacional de Mujeres Que Luchan en el 2018, apreció discursos increíbles de mujeres, la participación ilustrativa, impresionante y que la instruyó fue la influencia que tienen las mujeres y jóvenes zapatistas con la migración.

Marcos comentó que, Selene una joven zapatista realizó reflexiones que a pesar de ser cortas eran profundas.

Habló después varias comandantas y sintetizó con una frase donde se refería a los chicos que se van a trabajar a los Estados Unidos y que vuelven a las zonas de los pueblos zapatistas, con tenis y pantalones de marca, y se sienten superiores porque tienen la posibilidad de consumo, expuso la académica.

Con lo anterior, la investigadora cree que es un problema que está minando las luchas no solo de las zapatistas también del Congreso Nacional Indígena (CNI).

La feminista expuso que, Selene a pesar de tener 16 años, es una joven nacida y educada en el zapatismo, quien logró percibir con una claridad y dijo “son pobres pobres”, después explicó que son pobres en el contexto económico, pero son dos veces pobres porque en el ámbito cultural ya perdieron sus tradiciones, no saben trabajar en colectivo, imitan las relaciones interpersonales que se dan en el exterior y aprenden cosas que vienen junto con el consumo.

Ella hablaba que se ponía sus botas porque así no resbalaba, pero las chicas retornadas de la población quieren usar tacones que se les hunde en el lodo. Una pedagogía de las relaciones de migración para sobrevivir, que regresan, comparan la riqueza y valores que tienen en su organización para con estas gentes que ya vuelven con prácticas consumistas e individualistas, añadió la investigadora.

Marcos señaló que, los encuentros de mujeres han sido trasnacionales, donde personas de todo el mundo aprenden de las organizaciones zapatistas y de los pueblos nuevas formas de sobrevivir al capitalismo feroz y voraz, ya que a la hora de migrar aprenden y se vuelven vulnerables a este.

Otra cosa que le llamó la atención, es como la teoría feminista en un uso metafórico tan propio de los pueblos indígenas de América, dicen que es un bosque de mujeres donde desglosan la igualdad y la diferencia, así como la no jerarquía entre las diferencias.

Acerca del Primer Encuentro, compartió que las zapatistas dijeron que seis de ellas les daría un abrazo porque era lo único que les podían dar, una pichita (recién nacida), una niña, una joven, una mujer, una anciana y una finada, esta última hace referencia a la creencia de la sobrevivencia de los ancestros, una característica propia de los pueblos.

Sobre el deporte, comentó que tenían un juego de pelotas que no eran para ganar, lo que para ella fue extraordinario quitar la competitividad y dar el ejercicio de colectividad.

Por último, dijo que algo que le corresponde es que tienen compañeros de juicio, es decir, las mujeres mayores de edad, donde las zapatistas decían que las cuidaran y ayudaran, porque quieren llegar a esa edad y seguir luchando, dando a entender que hay una admiración por la constancia en la medida que cada una de ellas puede.

Mujeres zapatistas en el Primer Encuentro de Mujeres que Luchan, Cortesía: Desinformemonos.

Por otro lado, Mariana Mora Boya, profesora e investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) dijo que en el encuentro de mujeres realizado en el caracol 5 del ejido Roberto Barrios en el municipio de Palenque, las zapatistas expusieron sus condiciones de vida, contra quienes luchan y hablaron de la recuperación de tierras que habían sido de una finca.

La profesora habló de Maribel, una zapatista que expuso sobre el patrón – marido como la figura contra quién luchan las mujeres, lo que le hizo pensar acerca del patrón – gobierno que es el finquero, el presidente municipal, gobernador del estado o una combinación de estos.

Mora Boya entendió que, Maribel se refería a que la lucha también es contra el finquero quien quita las tierras y, tienen control del cuerpo y la vida de las mujeres dentro de su finca, pero al mismo tiempo es la figura del partido político, además en las comunidades las parejas o el compañero tseltal y tojolabal no están desvinculados de esta figura.

¿Qué tiene que ver eso contra las estructuras de poder que están luchando?, su interpretación es que la finca es una estructura colonial de excelencia, las cañadas en Chiapas y otras regiones de la República, la manera en que los mestizos despojan a los pueblos indígenas de su territorio, extraen la fuerza vital de sus cuerpos, hay un control y dominio en el cuerpo de las mujeres que trabajan, es una ocupación territorial y de vida, entiendo que Maribel estaba hablando de esa estructura colonial, expuso la investigadora.

La profesora añadió que, las y los zapatistas dicen que si no luchan regresaran las épocas de las fincas, por lo que, entiende que el estado mexicano sigue siendo colonial en sus orígenes, en su forma de despojar y extraer la vida de hombres y mujeres, si dejan de luchar esa estructura tomará más fuerza.

Mujeres zapatistas: nos vamos a defender a todas. Foto: María Fernanda Ruiz.

Además, Margara Millán Moncayo, socióloga, profesora e investigadora del Centro de Estudios Latinoamericanos mencionó que el ejercicio que ha hecho el zapatismo desde sus orígenes no ha sido para sí mismo o avanzar en aislamiento, sino una apertura al mundo.

La investigadora expuso que, cuando las mujeres zapatistas llamaron aún encuentro de mujeres en el 2007, dijeron que el patriarcado capitalista, además es colonialista y racista en las propias figuras de la vida cotidiana y en los espacios de dominación.

Millán Moncayo añadió que, en el evento del 2018 las mujeres zapatistas les dijeron en primer lugar que se vincularan como mujeres que están luchando, y en un segundo papel la definición de feminismo, mujeres que luchan contra el patriarcado, capitalismo, colonialismo y racismo, donde estaban todas, no para pensar igual sino para actuar como un bosque.

Dijeron que las mujeres son todas de diferentes colores, estaturas, lugares, pero es como un bloque. Tienen que aprender a luchar contra lo que está destruyendo la vida en todos los ámbitos, territorio, extractivismo, la destrucción y el sustento de la vida, finalizó la investigadora.

Por último, María de Jesús Patricio Martínez “Marichuy”, médica tradicional, vocera del Concejo Indígena de Gobierno (CIG) y luchadora por los derechos de los Pueblos Originarios mencionó su experiencia al recorrer varios caracoles y ver la presencia de mujeres zapatistas quienes se organizaron para que llegara el CIG.

Respecto al encuentro de mujeres en el 2018, habló de la tarea que tienen las mujeres dentro de las comunidades, algo que ya habían escuchado a lo largo y ancho del país.

Escuchando el sentir de las comunidades más apartadas, escuchar la situación, al tener el encuentro se manifiesta la vivencia recorrida, el estar presente y ver tantas mujeres de todas partes, dice uno que valió la pena las luchas, compartió Marichuy.

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