Cambio en el uso del suelo para potreros y plantaciones ponen en peligro a La Encrucijada

La Encrucijada es un humedal costero que mira hacia a las olas del Océano Pacífico desde la comunidad de Chocohuital en Pijijiapan hasta Barra San Simón en Mazatán. Cortesía: México Desconocido.

*Las áreas naturales protegidas que se encuentran en zonas costeras, como La Encrucijada, tienen potencial como reservas naturales y espacios turísticos, además son zonas sujetas a impactos ambientales y actividades humanas.


Cristian Tovilla Hernández, investigador de El Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) Tapachula, y Rita Lorena Salas Roblero, estudiante de la Maestría en Ciencias en Recursos Naturales y Desarrollo Rural, dieron a conocer que, la Reserva de la Biósfera La Encrucijada (REBIEN) se encuentra en peligro, los impactos que la afectan son la actividad humana y natural.

Los investigadores enfatizaron que, dentro de los de origen humanos externos incluyen la contaminación por agroquímicos y aguas negras, deforestación, arrastre de sedimentos y rectificación de los cauces de los ríos, los producidos al interior los dragados, incendios, deforestación o sobreexplotación pesquera.

Tovilla Hernández y Salas Roblero explicaron que, el crecimiento de esta actividad se refleja en diversos cambios en el paisaje, debido al cambio en el uso del suelo para dar lugar a potreros y plantaciones de banano, caña de azúcar y palma africana, lo que dio paso a un uso intensivo del área de influencia de la reserva.

Sin embargo, después del paso de los huracanes Mitch y Stan el flujo de sedimentos de los ríos hacia las lagunas costeras incrementó, pero disminuyó entre 2005 y 2010, donde la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) y el gobierno chiapaneco realizaron obras para trazar y construir líneas rectas en los ríos.

Añadieron que, como consecuencia todas las lagunas se encuentran azolvadas, por ejemplo, el sistema lagunar de Cerritos y Teculapa presentó más del 65% de azolvamiento, lo que ha reducido la pesquería, afectando la economía de las comunidades locales.

Puntualizaron que, las partes norte y este de la reserva no se han librado, pues las grandes avenidas de los ríos Cintalapa, Vado Ancho y Huixtla han provocado la desaparición de un aproximado de 2 mil 500 hectáreas de manglares, selva baja, tulares y pantanos de agua dulce.

Isla Concepción, en Acapetahua, Chiapas. Foto: Carlos León Chanona

Los investigadores señalaron que en esta área, después de los huracanes hubo un cambio en el uso del suelo, y en la actualidad se siembra palma africana, caña de azúcar y se práctica la ganadería, asimismo, antiguos espacios de la zona núcleo de la reserva están perdidos, y en los municipios de la periferia sigue el aumento del cultivo -palma africana-.

Dijeron que durante el periodo 2014 a 2018 se llevó a cabo la revisión del Plan de Manejo de la reserva, buscaron alternativas para ampliar las áreas de explotación pesquera de las lagunas de la zona núcleo de La Encrucijada.

Se ha previsto que en esta parte se cultiven peces y camarones, pero no será suficiente, porque el número de pescadores se ha incrementado y los conflictos entre las cooperativas son frecuentes, expusieron los investigadores.

Tovilla Hernández y Salas Roblero indicaron que, para atender los asuntos, primero ya no realizarían la canalización de los ríos y proveerían de alternativas económicas a los pescadores, sobre todo a los más jóvenes que migran a otros lugares en busca de mejorar sus condiciones de vida.

Enfatizaron que las cooperativas de Chantuto y Panzacola pescan más de 300 personas y cerca del 38% son menores de 30 años, así que diversificar es la clave, detallaron que los pescadores jóvenes deberían de integrarse a otro tipo de actividades productivas, como la orgánica agropecuaria, melífera y artesanal, o el turismo comunitario.

Para preservar La Encrucijada hace falta desplazar a la pesquería tradicional como forma inmediata de vida; después de todo, lleva 30 años en caída libre, mencionaron los investigadores.

 Presión sobre los recursos naturales

Los investigadores de acuerdo a datos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, así como del Instituto Nacional de Estadística, Geográfica e Informática, dijeron que, en la REBIEN existen 277 localidades rurales con 14 mil 912 habitantes, quienes ejercen presión sobre los recursos naturales, en especial la pesca, seguido de la agricultura, ganadería, prestación de servicios turísticos y otras actividades primarias.

La reserva cuenta con una amplia red de lagunas costeras, esteros y canales donde se puede practicar un turismo de bajo impacto o ecoturismo. Cortesía: Walking México

Comentaron que, a raíz de la caída de la pesquería que se dio después del 2000, se formaron varios grupos de prestadores de servicios turísticos, en su mayoría integrantes de las comunidades, quienes ofrecían el transporte a la playa, es decir, un turismo de oportunidad para comer, beber y bañarse.

Agregaron que de manera ocasional realizan recorridos guiados por esteros y manglares para la observación de aves y cocodrilos, las arribazones de tortugas marinas entre julio y noviembre, y su liberación posterior al mar.

Tovilla Hernández y Salas Roblero acentuaron que los prestadores de servicios han contado con apoyos del gobierno federal y estatal, con obras de infraestructura y talleres de capacitación, sin embargo, hay deficiencias en el manejo, mantenimiento, logística y administración de los centros turísticos.

Por ello, sugirieron la importancia de impulsar una promoción adecuada para atraer al turismo local, estatal y regional, lo que resulta necesario en los periodos de abril a junio y de septiembre a noviembre, cuando la actividad disminuye de manera drástica, permitiendo la reducción de precios en alimentos, transporte y alojamiento para grupos.

Asimismo, vieron indispensable mejorar el trabajo colaborativo entre las comunidades locales e instituciones de gobierno, como la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP), para que el turismo se convierta en una actividad que propicie una mejora en la economía de los hogares, y a la vez disminuya la presión sobre otros recursos -como la pesca-.

Destacaron que los esfuerzos realizados no han logrado consolidar al turismo como una actividad para el desarrollo regional, pues avanzar implicaría fortalecer los programas y estrategias de ecoturismo comunitario existentes, con la participación de las comunidades locales y la REBIEN en su construcción, junto con el acompañamiento de instituciones académicas regionales, entre ellas la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH), la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH) y ECOSUR.

Reserva de la Biósfera La Encrucijada

Comentaron que, la REBIEN se estableció por decreto en 1995 y comprende 144 mil 868 hectáreas de Mazatán, Huixtla, Villa Comaltitlán, Acapetahua, Mapastepec y Pijijiapan, por su riqueza de humedales costeros, fue catalogada como sitio Ramsar 815.

Asimismo, es un área de importancia para la conservación de las aves (AICAS) y una región terrestre e hidrológica reconocida por la  Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) como sitio MAB (Man and the Biosphere).

Allí encontramos manglares, tulares, vegetación acuática, palmares, selva mediana y vegetación propia de dunas costeras, además de la diversidad más completa de mangles en México: mangle rojo, mangle blanco, madresal, botoncillo, Rhizhopora (…), dijeron los investigadores.

En conjunto, dijeron que estas especies forman los bosques de mangle más altos del país, también existe una amplia red de humedales costeros conformada por ríos, pantanos, lagunas costeras y esteros.

Isla Concepción, en Acapetahua, Chiapas. Foto: Carlos León Chanona

Es así como algunas lagunas, como Panzacola, Chantuto y Carretas-Pereyra, son importantes para la pesquería de camarón y escama.

Por último, la fauna está constituida por 61 especies de anfibios y reptiles, 20 de invertebrados, algunos crustáceos y moluscos de gran valor comercial y culinario, además, viven 58 especies de peces de importancia económica, alrededor de 300 aves residentes y migratorias, y 73 de mamíferos.

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