Necesario abrir los ojos para descubrir intereses nacionales e internacionales sobre recursos estratégicos: defensor

Habitantes de Chiapas han asumido la defensa de sus derechos a la tierra y al desarrollo. Foto: Ángeles Mariscal/ChiapasPARALELO

*“Por la situación que vivimos y sentimos tratamos de establecer un nuevo orden, una construcción de un futuro donde sea posible la casa común, el territorio para que haya vida, dignidad, justicia, y libertad”, expone Santiago.


Jorge Santiago, defensor de los derechos de los pueblos indígenas, integrante de la pastoral indígena, y fundador del Desarrollo Económico y Social de Los Mexicanos Indígenas (DESMI A. C.), cuenta en su libro “Encendiendo el fuego del amanecer para esperar la aurora”, la historia de Chiapas a través de los movimientos sociales y procesos de organización indígena.

En su obra, Santiago enfatiza que Chiapas no es un paraíso en relación con la problemática ancestral del despojo del territorio y las condiciones de vida, esto se aprecia en la migración, los intereses sobre los recursos territoriales estratégicos: minas, ríos, petróleo y producción agrícola, afectada por los proyectos modernos y la promoción en la siembra de semillas transgénicas.

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A esto se suma el sistema de justicia, con la impunidad, enriquecimiento de funcionarios, presidentes municipales y autoridades estatales, y las mismas familias que se han mantenido en el poder en la estructura de los diferentes partidos, dando pie a la desintegración de las comunidades, división y confrontación como parte de una guerra de contrainsurgencia.

Lo anterior, es visible en el agotamiento de los recursos, despojo, saqueo, disputa del territorio, desalojos, debilitamiento, precariedad, deterioro de las condiciones de vida, desesperanza, abandono de la tierra, migración, represión y la amenaza, así como la tendencia a la división, confrontación y pulverización, donde las y los jóvenes vive esta difícil situación.

El defensor indicó que los conflictos por la tierra se dan donde hay recursos naturales valiosos, como agua, minas, madera y energéticos, también llamados estratégicos por su importancia.

Cuando la gente está peleando por tierra, ya se sabe que esa tierra tiene un valor, y ese valor es muy importante para toda la economía del país y del mundo. Defender el territorio quiere decir lograr que no se convierta en una mercancía, expone Santiago.

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Ante los conflictos por la tierra, considera que se debe analizar y abrir los ojos para descubrir cuáles son los intereses nacionales e internacionales sobre los recursos estratégicos, donde los empresarios ven a la tierra como negocio, y que hacen que “entre hermanos” estén peleando.

Por otro lado, menciona que los gobiernos municipales, estatal y federal cambian las leyes para poder privatizar la tierra, además las fuerzas armadas son quienes defienden estos intereses.

Asimismo, los gobiernos internacionales buscan cómo hacer negocio, un ejemplo son las empresas mineras de Canadá, al mismo tiempo, los organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) implementan programas para acabar con la pobreza, pero no respetan ni defienden los derechos de los pueblos.

Santiago menciona que aquellos que defienden el neoliberalismo quieren la tierra para poder venderla, comprarla y exprimirle los recursos que tiene, solo para enriquecer a unas cuantas personas

En cambio, quienes luchan por la autonomía quieren que la tierra esté en manos de los pueblos indígenas para respetarla y vivir en armonía con ella.

Según la documentación del Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas (Frayba) algunas de las tendencias sobre la problemática de tierra y territorio es poner la tierra en el mercado, aprovechándose del Programa de Certificación de Derechos Ejidales y Titulación de Solares Urbanos Procede y el Fondo de Apoyo para Núcleos Agrarios sin Regularizar (Fanar), buscando que la seguridad jurídica sea para los grandes inversionistas.

Además, con la crisis económica la gente acude a las casas de empeño, préstamos y/o agiotistas particulares, con la exigencia del pago de estas obligaciones civiles y mercantiles incrementará el despojo de bienes y de tierra.

Carpeta con el Proyecto Hidroeléctrico Chicoasén II.

El defensor dice que, se agudizará la disputa de los recursos naturales a través de diferentes proyectos: la reactivación de la explotación minera, proyectos de desarrollo turístico o ecoturístico, sobre todo continuarán los planes hidroeléctricos.

Acentúa que, el caso de Chimalapas -una disputa de 41 mil 418 hectáreas de territorio en la frontera de Chiapas y Oaxaca desde 1951- es un conflicto administrado por la creación de nuevos municipios oficiales en tierras ejidales que, antes eran tierras comunales pertenecientes a los comuneros de San Miguel y Santa María Chimalapas, manifiestan que en el fondo buscan el despojo del territorio zoque y sus recursos.

Y, con el programa de Reducción de Emisiones por Deforestación y Degradación (REDD+) en tierras de bosques, indica que es un ejemplo del control poblacional y territorial.

Santiago afirma que el 60 por cierto de los granos que se consumen en México es importado, lo que representa un grave riesgo a la seguridad alimentaria, y que se incrementarán los conflictos entre organizaciones, comunidades o personas campesinas, de diferentes tendencias, militancias o adhesiones políticas, por la posesión de la tierra.

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