Espacios organizados por mujeres ofrecen muchas más alternativas y cambios

*Se estima que 59% de las mujeres indígenas ha experimentado algún tipo de violencia (emocional, física, sexual, económica, patrimonial o discriminación laboral) a lo largo de su vida.


Por Redacción Alma Martínez

Las mujeres indígenas son diversas y las violencias que enfrentan son múltiples. No obstante, en los últimos años han alzado su voz por sus derechos, cuestionado las estructuras y abiertos espacios donde existen procesos organizativos y de participación, coincidieron especialistas en el conversatorio titulado “Comunidad indígena y violencia de género: debates desde el activismo y la antropología”, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el marco de los 16 días de Activismo para erradicar la violencia contra las mujeres.

María Teresa Sierra Camacho, profesora investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), señaló que las mujeres en las comunidades indígenas viven situaciones de exclusión y desigualdad frente a los hombres.

La discriminación contra ellas se refleja en el acceso limitado al sistema de salud, educación, tierra, justicia, alimentación y agua,  participación en los espacios públicos y toma de decisiones, la violencia política y la presión social de cómo es y debe ser una mujer, son algunas de las situaciones.

Cada comunidad tiene sus propias dinámicas y hay múltiples formas de violencia que viven las mujeres indígenas, por eso hay que verlas en su dimensión contextual e integral, por ejemplo, los espacios organizados ofrecen muchas más alternativas para que las mujeres propicien cambios, expresó la investigadora.

Indicó que la organización, es uno de los recursos más importantes en los últimos años para hacer visible estas violencias y también legitimar sus derechos. A través de ella han levantado su voz, compartido experiencias, reflexionado y construido nuevas maneras de caminar. De ahí que muchas jóvenes han pospuesto la maternidad y el matrimonio.

Agregó que las demandas de estas mujeres no son solo para ellas, sino también para vivir mejor en colectivo, como cuando están al frente de las luchas por la defensa del agua o del territorio, situaciones que afectan sus vidas y la de la comunidad.

Cortesía: Mujeres Sembrando la Vida

Marianela Baltazar Téllez, integrante de la Red Nacional de Abogadas Indígenas (RAI), mencionó que las mujeres indígenas se han estado organizado para participar, hacer escuchar sus voces y demostrar sus visiones, han creado redes de apoyo, y espacios de diálogo donde discuten y dan soluciones.

Detalló que estas mujeres están accediendo al poder dentro de las comunidades y ocupando espacios públicos como el de comisarias y jefas de tenencia. Sin embargo, se enfrentan a otras violencias comunitarias, pues al salir de lo que “debe ser una mujer” son señaladas, son objetos de rumores y en algunos casos se habla de la pérdida del “honor” de su familia.

La Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, no contempla estas violencias. No incluye a las mujeres que tienen que abandonar su territorio al ser amenazadas por el crimen organizado o las mujeres que son vistas como botín de guerra, y son vendidas, comentó Baltazar.

Resaltó que este tratamiento a la violencia se extiende a la atención en las fiscalías, cuando las mujeres indígenas van a denunciar no existen protocolos para ellas porque no hay una perspectiva intercultural, por lo tanto, se les dificulta el acceso a la justifica, se les revictimiza y cuando regresan a su lugar de origen se quedan desprotegidas.

Explicó que en las comunidades se han naturalizado las violencias y el hecho de no nombrarlas y reconocerlas las hace difícil de atacar y erradicar. No obstante, cuando las mujeres deciden denunciar están obligadas a encontrar los términos para nombrarlas, y se les complica más cuando en su lengua no existe.

Foto: Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos

Verónica Velázquez Guerrero, responsable de la Dirección de Fomento a la Investigación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), comentó que las mujeres indígenas viven una triple lucha: confrontan al Estado, al androcéntrico comunitario y a la estigmatización de sus propias familias hacia ellas.

Señaló que las comunidades que están bajo las lógicas extractivistas, de megaproyectos o vinculadas a procesos de migración, están viviendo la imposibilidad de crear espacios organizativos, de diálogo y de reflexión.

A las violencias que enfrentan las niñas, adolescentes y mujeres de las comunidades indígenas, se superponen las violencias estructurales, el racismo, la discriminación y la marginación que la sociedad a impuesto sobre los pueblos originarios, concluyó Velázquez.

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