Devenir diputadas en Chiapas: (Re)pensar la cultura política de la Frailesca en clave de género

Portada del *Libro: Devenir diputadas en Chiapas: (Re)pensar la cultura política de la Frailesca en clave de género.

*El auge de los estudios sobre la participación política de mujeres y disidencias sexuales ha contribuido a la construcción de la democracia paritaria. Sin embargo, en medio de conflictos campesinos al sur de México, en la región Frailesca: la incorporación de las primeras diputadas locales al Congreso es un análisis que rebasa el discurso de la paridad.

*Libro: Devenir diputadas en Chiapas: (Re)pensar la cultura política de la Frailesca en clave de género.


María Guadalupe Ruiz Coutiño, doctoranda en Antropología por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), analizó la vida mujeres frailescanas que pertenecen a redes políticas de parentesco que se constituyen como elites locales con partidos, tierras y grupos políticos “con apellido”.

En ese sentido, indicó que los principales aprendizajes político-cotidianos son diferenciados entre mujeres, esto en una región que se divide en dos grandes clases: ranchera-propietaria y campesina-trabajadora.

Por lo que, la experiencia vital de las mujeres es una ventana analítica para explicar la incidencia, tensiones y disrupciones de género, como orden en la historia regional y sus formas de reproducción social basadas en la acumulación de la tierra como principal capital político y fuente de prestigio.

La relevancia de Ruiz Coutiño por estudiar a la Frailesca acontece de su influencia en la historia política, que alberga en sus formas de organización social y defensa de la contrarrevolución en nombre de la soberanía, ambos procesos vigentes, pero poco conocidos fuera de Chiapas.

Me parece imprescindible resaltar que aun cuando las prácticas de resistencia sean menores frente a otros territorios del estado, pero las tensiones y fisuras sutiles a las estructuras conservadoras de esta región también inciden en las transformaciones de la cultura política local, explicó Ruiz Coutiño.

Así mismo, dijo que ese territorio de fincas, sacudido por rebeliones de finqueros contrarrevolucionarios, debe estudiarse en contexto, con los claroscuros que se presentan para entender por qué primero se protege al patrón-ranchero y a los suyos antes que al campesino ajeno o al fuereño con ideas extrañas de revolución.

No obstante, el reparto agrario como fin de la revolución mexicana no se concretó en Chiapas, ni cambió la estructura social de la Frailesca.

Rosario Pérez Espinosa, de las primeras diputadas locales.

Fue a través de la Brigada Libre de Chiapas, integrada por finqueros que, luego fueron nombrados “mapaches” o “mapachistas”, se iniciaron guerrillas y ataques nocturnos contra fuerzas carrancistas para defender las haciendas y con ello los intereses de la “gran familia”.

El líder de la “mapachada” fue Tiburcio Fernández Ruiz, abogado de Villaflores, quien de manera paradójica era amigo y aliado de caudillos revolucionarios como Álvaro Obregón y Francisco Villa que conoció en la Ciudad de México, mencionó la doctoranda.

Los caudillos pactaron con Fernández Ruiz y en una decisión contradictoria a sus ideales, apoyaron las estrategias de la insurrección de finqueros y dejaron de lado el reparto agrario bajo la excusa de que “la gente de ahí si cuidaba los intereses de los campesinos”.

En realidad, dijo que el interés de los revolucionarios estaba en que los mapaches vencieran a los carrancistas, aunque el costo fuese no intervenir en la política de los hacendados frailescanos.

Así pues, el éxito del ejército mapachista en la Frailesca, contribuye a explicar la organización social que persiste en la región basada en relaciones de protección “paternalista”, en donde el ranchero paga, viste, alimenta y otorga vivienda a los trabajadores campesinos que considera de su propiedad.

Patricia Ruiz Vilchis, de las primeras diputadas locales.

Pero, también es padrino de sus hijos, comparten fiestas y tragos para sostener afectos y construir “familiaridad”. Esas relaciones personales escalan a la política regional donde los terratenientes son los que participan en política.

Y, los campesinos trabajan y votan para “ayudar al patrón”, las hijas o esposas de los patrones cuidan la “reputación de la familia” para mantenerla en el poder y el resto de las mujeres “cuidan” de los campesinos, como hijas e hijos del patrón y los suyos para que los demás puedan ocuparse del orden social, económico y político de la Frailesca.

Esos relatos parecen lejanos, afirmó la autora, sin embargo, el argumento en esas relaciones complejas continúa presente en la vida frailescana e influyen para que exista una lectura compartida sobre quienes son las personas idóneas para participar en política, cuáles son los valores morales que se requieren para estar en la vida pública y que de ninguna manera las mujeres pueden dejar de cuidar a la familia.

Además, del “buen apellido” que sugiere que eres de una familia ranchera propietaria, muchas veces es el pase directo para participar en política electoral, siempre y cuando sea varón (heterosexual) y de preferencia primogénito.

Dicho de otro modo, todos esos elementos son determinantes para constituir una “cultura política” donde la tenencia de la tierra, clase social propietaria-ranchera y el género son los factores de mayor incidencia para disputarse los cargos de representación política.

Congreso Chiapas

Ruiz Coutiño mencionó que, los estudios sobre mujeres políticas en la región Frailesca son nulos porque su representación en el poder político es un fenómeno reciente. Existen menos de una decena de análisis sobre la Frailesca, que abordan los roles sociales de las mujeres como madres, esposas y cuidadoras que además son campesinas y algunas de ellas participantes en asambleas ejidales y organizaciones agrarias.

Las investigaciones sobre las prácticas políticas de mujeres en el resto de Chiapas destacan su participación comunitaria fuera de las instituciones del Estado, esto responde a que, hasta antes de la implementación de las cuotas de género, muy pocas féminas eran electas para cargos de representación popular.

Mi investigación se enmarca en el contexto de paridad de género con la incorporación de mujeres de origen frailescano que son pioneras en el Congreso del estado. Por lo tanto, indagué sobre la representatividad de mujeres diputadas en México, comentó la doctoranda.

La revisión de los textos, la llevó a una respuesta similar a aquellas que explican la historia política regional: la cultura política es factor decisivo para el ingreso de algunas mujeres y para la obstaculización de la participación política de aquellas que no cumplen con estándares sociales determinados en cada contexto, en un inicio los que exigen que sean madres, esposas y cuidadoras.

En conjunto, señaló que los estudios sobre mujeres en política escritos llegando la primera década del 2000, agregan al debate las transformaciones de la cultura política provocadas por las cuotas de género y en su caso, la implementación de la paridad legislativa en 2014.

Por lo tanto, decidí dirigir mi análisis hacia la problematización del concepto cultura política puesto que fue un hallazgo en mi estado de la cuestión porque apareció constantemente en las conclusiones de investigaciones feministas y porque el concepto está presente en las explicaciones populares que se utilizan en mi región para referirse a las costumbres y mandatos sociales con los que se rigen las personas frailescanas para elegir y legitimar a nuestros gobernantes, concluyo Ruiz Coutiño.

Sin comentarios aún.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Comparta su opinión. Su correo no será público y será protegido deacuerdo a nuestras políticas de privacidad.