Asesinato de Simón Pedro, ejemplo de la restricción del trabajo de defensores de la vida, justicia y la dignidad provocada por la violencia

*Simón Pedro de 35 años, era papá de 7 hijos y miembro de Las Abejas de Acteal; de cuya mesa directiva fue presidente.

*En esa organización desempeñaba su labor como defensor de los derechos humanos, acompañando a comunidades indígenas que denuncian proyectos extractivos y la violencia estructural y continuada en la región de Los Altos de Chiapas.


El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas A. C. (Frayba) presentó el informe “Bienaventurados los que trabajan por la justicia… Simón Pedro, un testimonio de acompañar al pueblo que busca la paz”, con el que hacen énfasis en que los hechos que privaron de la vida a Simón Pedro Pérez López, ocurridos el pasado 5 de julio de 2021, en Simojovel, van más allá de un acontecimiento aislado.

Sostienen que el principal móvil de su asesinato responde a un contexto social y político vinculado con la actividad de defensa de derechos humanos que realizaba desde Las Abejas de Acteal.

Lo anterior, en medio de un ambiente de continuidad en las acciones de contrainsurgencia, traducidas en la propagación de grupos armados ilegales que buscan el control territorial, así como esfuerzos constantes por acabar con la organización de carácter pacifista instalada en Chenalhó. Sumando su trabajo político, social y organizativo, el eclesial que realizaba desde la Parroquia de Santa Catarina en Pantelhó.

Simón se encontró en medio de una violencia desbordada en la región de Los Altos de Chiapas y el control territorial ejercido por grupos armados criminales durante los últimos años.

Antes de su asesinato, Simón Pedro junto con autoridades comunitarias de Pantelhó se reunieron para denunciar de manera formal ante la Secretaría de Gobierno del estado de Chiapas, la situación que vivían las comunidades de ese municipio, así como de Simojovel y Chenalhó, por al aislamiento de grupos armados vinculados al crimen organizado que controlaban la región y que habían cometido una serie de asesinatos, desapariciones forzadas, secuestros y desplazamiento de personas.

La vida social del defensor se desarrolló en su entorno comunitario, en la vida ejidal, así como en las actividades como integrante de Las Abejas de Acteal y en las religiosas, muy involucrado en el proceso del III Sínodo diocesano, en el que llegó a ser nombrado coordinador general del Sínodo de niños de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas

Gran parte de su desarrollo fue participar en actividades religiosas, compartiendo la palabra de Dios y las experiencias de lo que ha sucedido en su región, como la Masacre de Acteal que fue un hecho que lo impactó a él y a su familia, y que lo llevó a replantearse su vida y el trabajo por la solidaridad, justicia y la paz.

Fue nombrado en 2014, integrante de la Mesa Directiva y en el 2020, presidente de la organización, debido a su palabra certera y su testimonio de vida como una persona defensora de los derechos humanos y por su compromiso en orientar a Las Abejas de Acteal en las tomas de decisiones,

El acompañamiento a las comunidades que vivían en medio de la violencia en Pantelhó consistía en animarlas, predicar la palabra de Dios. Además, se involucró en buscar caminos y rutas de solución, trabajando para que ya no hubiera más asesinatos, desapariciones, desplazamientos forzados, drogas, alcohol y armas.

No obstante, el 5 de julio de 2021, en Simojovel de Allende, fue asesinado con un disparo en la cabeza, horas antes había sido seguido y vigilado por su presunto asesino. Ese día, organizaciones de todo el país y de diversas partes del mundo, se pronunciaron para condenar su asesinato.

Cronología de Simón Pedro. Cortesía: Frayba

La Oficina en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (por sus siglas en inglés, OHCHR) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), hicieron un llamamiento a las autoridades del Estado mexicano para investigar el hecho de forma profunda.

Lo anterior, incluyendo y considerando, su actividad de persona defensora de los derechos humanos como principal móvil del asesinato, con el fin de sancionar a los responsables materiales e intelectuales.

Finalmente, en el presente informe, abordamos algunos aspectos psicosociales, como los impactos familiares y comunitarios; al mismo tiempo, las medidas de afrontamiento para continuar en su proceso de justicia, indicó el Frayba.

Impactos psicosociales

A pesar del tiempo transcurrido, la familia se encuentra aún en etapa de duelo, ya que, debido a la forma de la muerte de Simón Pedro, ésta se vuelve más difícil de superar, al tratarse de una muerte violenta, con la intencionalidad de generar daño directo a Simón Pedro. Cortesía: Frayba

El asesinato de Simón Pedro, por la naturaleza violenta del hecho, generó un impacto emocional fuerte para toda su familia, desestructurando su proyecto de vida a nivel familiar y modificando su funcionamiento, rutina diaria y alterando su dinámica económica y productiva, generando graves consecuencias a nivel de su familia núcleo, como la de origen expuso el Frayba.

A pesar del tiempo transcurrido, la familia se encuentra aún en etapa de duelo, debido a la forma de la muerte de Simón Pedro, ésta se volvió más difícil de superar, al tratarse de una muerte violenta.

Al mismo tiempo, el asesinato despertó en la familia una sensación constante de alerta, la cual puede asociarse a un cuadro clínico de estrés postraumático que, desde la cosmovisión comunitaria e indígena tsotsil, le llaman “susto”.

Para Las Abejas de Acteal, Simón Pedro tenía una cualidad especial que le permitía ejercer un liderazgo en su organización; perder a un integrante con esas características fue muy doloroso.

Y, su asesinato representa una injusticia más en la lista de los múltiples hechos de violencia y violaciones a los derechos humanos que la organización ha vivido desde su fundación, como son los múltiples desplazamientos forzados, la masacre en el año 1997, entre otras agresiones que, la mayoría de ellas han quedado impunes.

Una estrategia para romper el miedo es la comunidad como apoyo de lucha; las redes de apoyo familiar, religiosa, comunitaria y organizacional han sido fundamentales para afrontar los impactos psicosociales ante el hecho traumático. Cortesía: Frayba

Silveria Ordoñez, esposa de Simón Pedro, indicó que sus hijos también se han visto afectados en su estado de salud y emocional debido a la muerte de su padre. De sus hijos refiere que se han presentado somatizaciones y cambios conductuales y un malestar emocional asociado a la ausencia paterna. Así mismo, mencionó que han tenido dificultades para asimilar la idea de su muerte y que aún preguntan por él.

Si ha habido cambios, se han enfermado y ya no comen igual como cuando estaba su papá, los más chiquitos pues siempre preguntan por su papá, por más que les hayamos enseñado, pero, aun así, no les bastó haberlo visto muerto, siguen preguntando por él, dijo la esposa de Simón Pedro.

En cuanto al proceso de búsqueda de justicia a nivel familiar y colectivo, el Frayba destacó dos elementos: el proceso jurídico y el derecho a la verdad. Para la familia, el proceso penal ha sido prolongado y desgastante, se han enfrentado a un sistema de investigación policial y de procuración de justicia victimizante y discriminador.

No existen líneas de investigación que expliquen el motivo del asesinato de Simón Pedro y que este hecho tenga relación con un papel de catequista y defensor de derechos humanos, subrayó el Frayba.

El Centro de Derechos Humanos concluyó que el asesinato de Pérez López, evidencia la forma en que la violencia restringe el trabajo de las personas que defienden la vida, justicia y la dignidad de los pueblos. La forma más efectiva de proteger a personas defensoras de derechos humanos es investigar los actos de violencia perpetrados contra ellos y sancionar a sus responsables.

Por tanto, las autoridades estatales y federales tienen la obligación de luchar contra la impunidad, con todos los medios a su alcance, porque ésta facilita la continua repetición de violaciones de derechos humanos y la indefensión total de sus víctimas y sus familias.

La impunidad frente a este tipo de agresiones alimenta la percepción que estos actos son tolerados por el Estado y sus instituciones, agregó el Centro de Derechos Humanos.

A ello, sumaron la falta de atención e investigación integral por parte de las autoridades, pues incumple con el deber de protección estatal, situando en grave riesgo y vulnerabilidad a las personas defensoras de derechos humanos, junto a las comunidades indígenas que se atreven a alzar la voz en contextos graves de violencia y control del territorio por parte de los grupos criminales.

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