Migraron de Chiapas por falta de oportunidades. Las orquídeas los trajeron de regreso a casa.

Marcos Aguilar Pérez cuida orquídeas que fueron rescatadas de la selva en el patio de su casa en Santa Rita Las Flores, Mapastepec, Chiapas, México. (Adriana Alcázar González/Global Press Journal)

This story was originally published by Global Press Journal.

Por: Adriana Alcázar, Global Press Journal México

Pequeñas gotas de sudor recorren la frente de Candelaria Salas Gómez mientras separa los bulbos de una de las orquídeas que ella y los integrantes del colectivo Ecoturismo Comunitario Santa Rita Las Flores han rescatado de la selva. Este grupo actualmente resguarda y protege más de 1,000 orquídeas que ha recuperado de la Reserva de la Biosfera El Triunfo, en el estado de Chiapas, en el sureste mexicano, después del azote de fuertes tormentas.

“Cuando las tormentas y fuertes lluvias terminan, subimos a las inmediaciones de las montañas y recogemos las orquídeas que se han caído de los árboles; las traemos a Santa Rita, las cuidamos y las fortalecemos para después reintegrarlas a la reserva”, dice Salas Gómez, de 32 años, mientras fija una orquídea a una base de barro para ayudarla en su recuperación.

Las orquídeas de Santa Rita se han vuelto un imán para quienes migraron de la zona por falta de oportunidades. Tras pasar años fuera de casa, Salas Gómez fue una de las personas que regresó a vivir a la localidad, atraída por este emprendimiento comunitario que rescata estas exóticas flores y las expone como atractivo turístico, brindándoles ingresos suficientes a los habitantes de la zona. 

 Durante años, habitantes de Santa Rita se marcharon buscando un futuro diferente. Sin embargo, desde 2020 cuando la pobreza alcanzaba al 70.9% de las personas en Mapastepec, según datos oficiales, 25 personas regresaron para revertir esa tendencia. Juntos construyeron este proyecto de conservación de orquídeas en las inmediaciones de la selva El Triunfo. Esas manos que hoy cuidan y protegen orquídeas y conservan la selva, años atrás empacaban uvas en Estados Unidos de América, atendían clientes en la Riviera Maya o estudiaban agricultura orgánica en alguna universidad.

Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, entre los años 2015 y 2020, más de 160,000 personas migraron de Chiapas, donde se encuentra Santa Rita. Se fueron hacia otro estado por trabajo, estudios o estabilidad económica. Más de 17,000 personas salieron de Chiapas para vivir en otro país hasta el año 2020, según los últimos datos disponibles.  

Wilfrido Velázquez López, de 30 años, presidente del consejo directivo del colectivo, regresó a Santa Rita tras pasar 10 años trabajando en Cancún, en el estado de Quintana Roo, en el sureste del país. Volvió para estar cerca de sus pasiones: las orquídeas, la exuberante naturaleza de la selva El Triunfo y su comunidad, a la que había abandonado persiguiendo oportunidades de desarrollo profesional.

 Velázquez López explica que durante los últimos tres años, el proyecto fue creciendo hasta consolidarse como una fuente de ingresos viable que permite al turista interactuar con la naturaleza de manera amigable.

 “Cuando las familias nos visitan, disfrutan de las orquídeas, del paisaje, de la naturaleza y de la comunidad. Visitan nuestras casas y recorren nuestros patios, que es el sitio donde las orquídeas se recuperan”, dice Velázquez López mientras se acomoda la gorra que lo protege del sol.

Margarita Vázquez Pérez había migrado a EE. UU. en busca de una mejor vida, pero regresó para sumarse a los rescatistas de orquídeas. 

“Cuando migré de Santa Rita me fui con mi esposo y mis dos hijas, que en ese momento eran unas niñas, y nos fuimos al norte [por EE. UU.]. Ahí, trabajamos de todo, hasta tres turnos diarios. Llegó el momento en que no veía a mi esposo o a mis hijas. Eran tiempos muy difíciles”, dice Vázquez Pérez.

 Abel Aguilar Morales, de 39 años, entusiasta promotor del cuidado de las orquídeas, reconoce que el amor por estas flores y su comunidad fue una herencia de sus padres, los pioneros de la recuperación de la selva en Santa Rita.

 “Tenemos más de 40 especies de orquídeas y 1,103 plantas en los diferentes invernaderos. Cada planta cuenta con un registro, la especie, lugar y fecha de localización”, dice Aguilar Morales. “Nosotros ayudamos a que las orquídeas se recuperen para luego ser reintroducidas a zonas bajas de la selva. Ya llevamos 7,680 plantas reintroducidas” desde que comenzó el proyecto.

Para el biólogo Alexser Vázquez, director de la Reserva de la Biosfera El Triunfo, el rescate y cuidado de orquídeas es trascendental para la conservación de la reserva.

 “Este tipo de proyectos abonan a la conservación de la naturaleza y fomentan la conciencia ambiental entre las comunidades y los turistas. En Santa Rita no piensan en modificar o intervenir la selva para hacer uso del suelo para ganadería o agricultura, sino en cuidarla y conservarla”, señala.

 Aradiel Álvarez Ortiz, secretario del proyecto, siempre ha alentado a sus hijos, Corazón de Jesús Álvarez y Everardo Álvarez, a que exploren y conozcan otros lugares, pero también ha sembrado la pasión por la conservación de la naturaleza y las orquídeas.

 “Everardo ya migró, conoció otros lugares y se fue a preparar a la universidad. Ahora que está de vuelta, todos los aprendizajes los aplica en el proyecto”, dice Álvarez Ortiz, mientras observa a sus dos hijos remover hojas marchitas, limpiar raíces y bulbos y aguardar meses hasta poder trasladar estas flores de regreso a la selva una vez que se han recuperado. 

 Los rescatistas de flores obtienen ingresos no solo por las visitas de los turistas sino por la venta de alimentos y artesanía local, como aretes, dijes y collares hechos con pétalos de orquídeas encapsulados.

 “Tenemos un trabajo muy bueno, ya que tenemos ganancias económicas por cuidar de la naturaleza, de las orquídeas, por guiar turistas a través de nuestra comunidad”, dice esperanzado Marcos Aguilar Pérez, un integrante del colectivo que pasó ocho meses trabajando en fábricas en Tijuana, una ciudad fronteriza entre México y EE. UU. y regresó “porque extrañaba todo” de Santa Rita.

 Para los cuidadores de orquídeas este es un trabajo a largo plazo y llaman a otros migrantes a regresar a Santa Rita. Para ellos, las orquídeas son el pretexto perfecto para retornar a casa y brindarles trabajo a quienes se han marchado.

 “En la temporada alta podemos recibir hasta 10 o 15 grupos diarios, con un promedio de 10 personas por grupo. Hay momentos que nos faltan pies y manos para atenderlos, pero siempre logramos sacar el trabajo”, dice Aguilar Pérez con una sonrisa. “Todos y todas son bienvenidos a integrarse a este proyecto. El único requisito es amar las orquídeas, la naturaleza y la comunidad”.

 

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