Yo no quería casarme, los maridos pegan y gritan y son borrachos: Esperanza

Niñez interrumpida
Ilustración: CONAPO

“Niñez interrumpida, matrimonio infantil y adolescente en México” es el nombre de la investigación realizada por el Consejo Nacional de Población (CONAPO), en la que colocan a Chiapas como la tercera entidad con mayor volumen de madres niñas del país.

Chiapas es una de las entidades con mayor volumen de nacimientos de madres niñas de 10 a 14 años, registrándose 826 en el 2021.

El estado ocupa el segundo lugar en grado de marginación: 13.7 por ciento de la población es analfabeta (el más alto), solo 48 por ciento cuenta con educación básica, 56 por ciento de la población de 10 a 14 años reside en zonas rurales, 31 por ciento de adolescentes habla alguna lengua indígena y el 1 por ciento se considera afrodescendiente.

La desigualdad de los niveles de fecundidad en el estado es enorme, mientras en el municipio de Mitontic la tasa de fecundidad de adolescentes de 15 a 19 años es de 332 nacimientos por cada  mil adolescentes y en San Andrés Duraznal es de 215 por mil; en el municipio La Libertad y Sunuapa la tasa es de 15 y de 25 nacimientos por cada mil adolescentes (véase mapa 1).

La razón de fecundidad forzada en niñas de 10 a 14 años descendió de 3 nacimientos por cada mil niñas en 2015 a 2.8 nacimientos en 2022.

El Consejo recopiló el testimonio de Esperanza, una adolescente de 17 años, tsotsil, originaria de la localidad Chilim joveltic del municipio de San Juan Chamula en Chiapas.

Esperanza cuando cursaba el quinto año de primaria su padre le dio la orden de abandonar la escuela, ya que pronto cumpliría 12 años y debía ser dada en matrimonio. Ante dicha imposición dice haber sentido miedo y enojo, ella quería ser enfermera, deseaba seguir estudiando la secundaria, pero la decisión ya estaba tomada.

En ese tiempo lo que menos me gustó fue que mi papá me buscó un marido. Yo no quería casarme y estar como mi hermana, que le pega y le grita el hombre, los maridos pegan y gritan y son borrachos, externó.

Por tanto, Esperanza decidió migrar a San Cristóbal de las Casas en busca de empleo, pero también tratando de evadir el matrimonio y la violencia familiar que experimentaba en su hogar. Esperanza lo logró, tomó una decisión, la ejecutó y cambió el curso de vida que su familia tenía pensado para ella.

Una vez en la ciudad enfrentó diversas circunstancias relacionadas con la informalidad laboral, la presencia de violencia vinculada a su género en el espacio público y la discriminación y maltrato que recibía de su empleadora; lo que la empujo a volver a su comunidad.

Cabe señalar, la CONAPO recuerda que la infancia es una etapa decisiva para el desarrollo de las personas. Es el momento en que se generan las capacidades físicas, emocionales e intelectuales que definen nuestra personalidad. Es un momento para ser feliz, para jugar, convivir con la familia y la comunidad, acudir a la escuela y para establecer las primeras amistades, no para casarse y ser madre.

Miles de niñas en México ven interrumpida abruptamente su infancia y adolescencia y, con ello, su pleno desarrollo, al ser obligadas a casarse como resultado de costumbres arraigadas en diversas comunidades mexicanas, así como por el embarazo infantil y adolescente no planeado, resultado en muchas ocasiones de violación sexual, que lleva a niñas y adolescentes a emparejarse a temprana edad, finaliza la institución.

Niñez interrumpida, matrimonio infantil y adolescente en México

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