En un campo dominado por hombres, talleres combaten la violencia doméstica y laboral

Juan Carlos Ton Gómez conduce una combi por las calles de San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México. Todos los días, transporta por la ciudad alrededor de 250 personas. Foto: Adriana Alcázar González, Global Press Journal México.

Esta historia fue publicada originalmente por Global Press Journal. 

Por: Adriana Alcázar González, Global Press Journal México.

Una música ligera suena en el microbús, conocido localmente como combi, de Juan Carlos Ton Gómez, de 23 años, mientras conduce la Ruta 1, una de las principales rutas de transporte de San Cristóbal de Las Casas. El pasaje sube y baja mientras pasa por el mercado central, el edificio del ayuntamiento municipal, las escuelas y una gran variedad de zonas comerciales.

En San Cristóbal de Las Casas hay alrededor de 450 choferes de combis, y son imprescindibles. Con 55 conductores y las principales vías de conexión, tan solo la Ruta 1 es usada por aproximadamente 6000 personas diariamente, dicen los administradores de la ruta.

Pero en México, el transporte público no siempre es seguro para las mujeres y las niñas. Un estudio de 2020 realizado por el gobierno mexicano reveló que 1 de cada 5 mujeres en México ha enfrentado acoso sexual en espacios públicos y 7 de cada 10 se sienten inseguras en el transporte público, más que en la calle o en los parques.

Pensando en eso, a los administradores de Ruta 1 se les ocurrió una idea única: en 2021 solicitaron al Departamento de Equidad de Género de la ciudad diseñar una serie de talleres para que los choferes identifiquen y prevengan la violencia y la agresión sexual en la ruta. En ese momento, bajo la administración anterior de la ciudad, el departamento ofrecía regularmente dichos talleres a grupos comunitarios y espacios laborales.

“Nosotras pensamos que si trabajábamos con el personal que trabaja en el transporte … podrían ser aliados para detener ese acoso [sexual]”, dice Adela Bonilla, quien dirigía el departamento en ese tiempo.

Bonilla señala que pocos proveedores de servicios públicos solicitaron talleres de ese tipo durante su gestión, y mucho menos aquellos dominados por una fuerza laboral masculina, como el sistema de las combis. “Hablar sobre equidad, igualdad, violencia y machismo requiere un trabajo personal, requiere reflexión, y no todas y todos estamos dispuestos a realizarlo”, dice. “Los hombres de la Ruta 1 están labrando su propio camino para una vida sin violencia”.

Los choferes de la Ruta 1 han establecido un nuevo estándar de seguridad en el transporte de esta ciudad mexicana.

El personal del Departamento de Equidad de Género, así como profesionales de Médicos del Mundo, una organización internacional de derechos humanos, dirigieron los talleres. Antonio Córdova, coordinador general de la Ruta 1, dice que los talleres se realizaban quincenal o mensualmente y eran gratuitos para los trabajadores de la ruta, y que todos asistían.

Los facilitadores del taller pidieron a los participantes que recordaran experiencias de su niñez y adolescencia, y las maneras en que estas moldearon su comprensión de lo que significa ser un hombre o un padre.

A través de dibujos e historias, analizaron recuerdos significativos, y a veces dolorosos, de hombres y mujeres que fueron sus modelos a seguir mientras crecían, y luego reflexionaron sobre la desigualdad, la discriminación y la violencia de género.

“Te enseñan a tratar a las personas, a ser una mejor persona … aprendemos a ser hombres no violentos, a no vivir con coraje. Y eso se nota en el trato con el pasaje y con la familia”, dice Ton Gómez, quien asistió a los talleres en 2021.

Córdova añade que como la ruta pasa por muchas escuelas, es importante que las familias les confíen a sus hijos e hijas a los choferes. “Tratamos de que los socios den buenas condiciones para que los choferes no cambien de ruta o trabajo tan fácilmente. … Eso ayuda a que los usuarios los reconozcan y les tengan confianza”, dice.

Lucía Moshan, un ama de casa que ha utilizado las combis de la Ruta 1 por casi una década, aprecia la conducta de los choferes. “En esta ruta no hemos sabido de choferes que acosen o sean groseros con las muchachas. En cambio, en otras rutas sí”, dice. “Siempre se escucha de choferes groseros o hasta altaneros. Acá una se entera de todo, como vecinos nos avisamos si hay un problema”.

Viridiana Sánchez, una abogada que usa la Ruta 1, a veces varias veces al día para ir a la oficina, dice que se siente segura en las combis. “Conozco a casi todos los choferes. No sé sus nombres, pero de cara ya los ubico. Son muy amables con las y los pasajeros, son cuidadosos y esperan a que subamos o bajemos con calma y cuidado. En otras rutas, los choferes al parecer tienen mucha prisa. Son groseros o manejan de manera brusca. A veces hasta se pelean con el pasaje”, dice.

La administración actual de San Cristóbal de Las Casas ofrece talleres de prevención de la violencia basada en género a través de la Coordinación de la Prevención del Delito, pero de momento no está trabajando con choferes, dice la coordinadora Gloribeth Domínguez González. Médicos del Mundo, sin embargo, está en diálogo con otra ruta de transporte que tiene interés en asistir esos talleres, dice Irene Ragazzini, coordinadora de proyecto de respuesta a la violencia basada en género.

Córdova dice que a pesar de que estos talleres se crearon para combatir la violencia en el trabajo, muchos conductores de la Ruta 1 reflexionaron sobre temas que impactaron su vida en familia.

“Cuando concluyeron los talleres, hicimos un evento de cierre. En ese evento le pedimos a cada chofer que invitara a su familia, a sus hijos, a quien ellos quisieran, y fue muy emotivo. Muchos de ellos dijeron que no quieren ser padres ausentes, padres o esposos que están fuera todo el día y solo lleguen por las noches a sus hogares. … Ahora sus tiempos libres tratarán de estar reunidos con su familia y no salir con sus amigos a jugar futbol y luego tomar alcohol”, señala Córdova.

Agustín Gómez Díaz, chofer de la Ruta 1 desde hace más de 15 años, ha asistido a muchos talleres, generalmente de seguridad vial y primeros auxilios, y dice que las clases de violencia de género fueron las más singulares. “Pensé en cómo me relaciono con mis compañeros de trabajo, con el pasaje y hasta con mi familia. Y vi que hay cosas que tengo que cambiar, como mi humor o mis regaños”, dice.

Ton Gómez dice que durante los talleres pudo interactuar con compañeros de todas las edades, aprendiendo de los mayores e identificando tipos de violencia que no quiere repetir cuando forme su propia familia.

“Siempre debemos estar atentos a lo que sucede a nuestro alrededor, atentos a nuestro pasaje, a las personas que caminan, los autos, motos, bicicletas, sirenas. Nosotros debemos estar atentos a todo en la calle y al interior de nuestras familias”, afirma Ton Gómez, mientras cambia de velocidades para poder arrancar su combi.

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