Es maestro, está a poco de jubilarse y recorre las calles buscando estudiantes
Esta historia se publicó originalmente en Global Press Journal.
Por: Avigaí Silva Panchito, Global Press Journal Mexico
David Teliz Martínez sale de su oficina y se dirige a su motocicleta cargando una enorme bocina negra; la acomoda y sujeta en la parte trasera con una cuerda. Se monta en la moto y conduce hasta una colonia en la periferia de Chilpancingo de los Bravo, donde el rezago educativo alcanza al 14.5% de la población. Decidido a encontrar nuevos alumnos, recorre las calles de tierra, bocina en mano y un micrófono: “Somos del INEA. Venimos a esta colonia para invitar a la población mayor de 15 años que no cuente con sus estudios de primaria o secundaria, a que se inscriban y terminen sus estudios”. El INEA es el Instituto Nacional para la Educación de los Adultos.
Teliz, oriundo de Amojileca, una localidad de Chilpancingo de los Bravo, es egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Guerrero. De niño vendía chicles, gelatinas y periódicos, boleaba zapatos y hacía mandados para ganar dinero. Al casarse dejó a un lado su profesión universitaria y obtuvo un empleo como carpintero. Pero el salario no era suficiente para los gastos del hogar y buscó una oportunidad laboral en el INEA. A sus 26 años, comenzó su trayectoria como técnico docente.
Hoy, Teliz tiene 56, es empleado basificado y recuerda sus comienzos como maestro hace 30 años en el INEA, un instituto que desde 1981 atiende a mayores de 15 años que no pudieron aprender a leer o a escribir y desean terminar su primaria o secundaria.
En sus inicios, Teliz trabajó durante 11 años visitando comunidades de los municipios de Mártir de Cuilapan y Leonardo Bravo. Recuerda que caminaba un par de horas para llegar a las comunidades y promocionar la educación casa por casa. También se quedaba algunos días en las localidades para convivir con los campesinos, ganar su confianza y hablar sobre la importancia de la educación.
Tras más de una década trabajando en comunidades rurales, fue asignado a Chilpancingo de los Bravo. Luego de que lo basificaran en 1998, Teliz y otros compañeros fueron transferidos al Instituto Estatal para la Educación de Jóvenes y Adultos de Guerrero (IEEJAG).
Actualmente, coordina actividades en tres plazas comunitarias de Chilpancingo de los Bravo. Son espacios abiertos a la comunidad donde se ofrecen servicios educativos para jóvenes y adultos que no han concluido su educación. Aunque no es parte de su trabajo, Teliz se encarga de difundir y promover los programas y servicios del IEEJAG.
Este instituto tiene una meta: inscribir 200 estudiantes al año. Lograr esa cifra no es una tarea fácil, dice Teliz. Para alcanzarla, debe buscar estrategias creativas. Teliz lo hace de manera voluntaria de la mano de su bocina y casa por casa. Pero no son sus únicos métodos: ha logrado un acuerdo con la radiodifusora de la Universidad Autónoma de Guerrero, a la que asiste cada martes para hablar en el noticiero matutino. También reparte volantes que le donan negocios locales. Él mismo los contacta y les pide el apoyo. “Si tienes 15 años o más … inscríbete, estudia y obtén tu certificado con validez oficial ante la SEP”, dicen los volantes en referencia a la Secretaría de Educación Pública. A cambio de pagar por la impresión, el nombre de los negocios se destaca en los volantes. Teliz los reparte por las calles.
Este maestro asegura que por sus ingeniosas iniciativas y desempeño laboral ha sido elegido al menos 12 veces “entre los 30 mejores empleados del Estado”. Ya lleva unos tres años visitando en moto y a pie las colonias de la periferia de Chilpancingo de los Bravo con su bocina. La idea no fue producto de la creatividad sino de la necesidad. El auto oficial que ocupaba para promover la educación en las colonias se descompuso.
Recuerda que ya había implementado esta estrategia en el municipio de Leonardo Bravo. En algunas comunidades aún se informa a la población a través de un aparato de sonido. Para 1997, Teliz pagaba de su bolsillo 15 pesos mexicanos (el equivalente a unos 63 pesos de hoy, unos 4 dólares estadounidenses) por tres anuncios que se transmitían por un altavoz que se escuchaba en casi todo el pueblo. Pero era una inversión excesiva a largo plazo. Entonces, gestionó ante la alcaldía de ese municipio una bocina pequeña con la que publicitaba la educación por las calles. Notó que la gente salía de sus casas para verlo y pensó que era una buena estrategia. Era algo novedoso para las personas.
Esta idea la retomó en Chilpancingo de los Bravo en 2021, pero le faltaba la bocina. Decidió invitar a sus amigos y conocidos a las clausuras de fin de curso y pedía a cambio algún artículo que sirviera a los estudiantes. Así logró recaudar computadoras, un refrigerador y la bocina.
Teliz trabaja de lunes a sábado. A veces, incluso los domingos. Casi todos los días sale con su bocina: “¿Ya terminó su secundaria? ¿No le gustaría seguir estudiando? ¿Conoce a alguien que le falte sus estudios? ¡Anímese a estudiar!”, invita. “Puede continuar sus estudios sin dejar de trabajar. Es totalmente gratuito”, anuncia con fervor.
Teliz se autoproclama “educador popular” y considera que la educación es la mejor herencia que alguien puede recibir. Por ello, entrega su tiempo y energía para promover este derecho. “Tenemos que estar haciendo promoción porque la gente por sí sola no va [a inscribirse]. Necesitamos estar motivándola”, dice.
Según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social, el 19.4% de la población nacional presentaba rezago educativo para 2022. En Guerrero, el rezago educativo alcanzaba al 28.8% de la población para ese mismo año. Mientras que, en Chilpancingo de los Bravo, afectaba al 14.5% de la gente, según datos de 2020, los últimos disponibles para esa ciudad.
Teliz ha reclutado unas 5,600 personas desde 1993, pero trabaja con persistencia para incorporar a más alumnos al año de los que tiene como meta, ya que también se enfrenta a la deserción escolar. Tiene 408 alumnos inscritos y al menos 120 de ellos tienen más de 40 años. Los más jóvenes, dice, son los que más abandonan los estudios.
“De 20 que entran, concluyen seis. Muchos se van. Eso es lo difícil porque nosotros trabajamos con alumnos que el sistema formal ya rechazó. Los jóvenes presentan problemas de conducta, de aprendizaje, de padres separados, drogadicción. Entonces, desertan”, explica. El maestro usa todas las herramientas posibles para mantener a sus estudiantes dentro del sistema: los visita en sus casas y los llama por teléfono para entusiasmarlos. “Tenemos que darles seguimiento. Les preguntamos, ‘¿Qué pasó? Usted dijo que quería estudiar’. Y si nos dicen que ya no quieren seguir, les preguntamos, ‘¿Por qué?’”.
Manuel Rojas Castro es uno de sus estudiantes. Tiene 73 años y cursa su secundaria. Dice que de joven no tuvo la oportunidad de estudiar y que al conocer sobre el instituto no desaprovechó la invitación para volver a clases. “Tengo la esperanza de estudiar la preparatoria. Esto viene de un sueño. De niño quería ser médico, pero mi padre no quiso apoyarme”, dice Rojas Castro. “Me han dicho que ya estamos viejos para estudiar. Dicen que los viejos estamos robando oxígeno, pero los jóvenes están desperdiciando el oxígeno que yo necesito. Mientras pueda respirar, voy a seguir estudiando”.
Roberto Núñez Gómez es otro alumno. A sus 78 años, cursa su preparatoria. “Escuché al maestro David Teliz Martínez en la radio. Dijo que la secundaria era completamente gratuita y me emocioné porque yo solo tenía la primaria”, recuerda. “Me gustó mucho la escuela porque he complementado los conocimientos que aquí me dan con mi experiencia. Mi meta es terminar la preparatoria y estudiar la carrera de psicología, por lo menos”.
El instituto solo ofrece educación primaria y secundaria, pero desde hace seis años, por iniciativa propia y en un acto de amor a la educación, Teliz comenzó a asesorar a estudiantes que deseaban continuar sus estudios de preparatoria. “Pusimos la prepa para que tengan la opción de seguir estudiando” porque es un nivel que el INEA no ofrece. “Les enseño para que pasen sus materias y ellos presentan el examen a las sedes que pone la Secretaría de Educación Pública”, explica Teliz.
Además de reclutar y asesorar estudiantes, Teliz ha iniciado un proyecto personal para fundar el Centro de Educación, Arte y Cultura, con el fin de ampliar la enseñanza para las personas. Aún le quedan dos años para jubilarse y aunque este año cursará una maestría en Filosofía y Letras, dice que seguirá dedicando tiempo a hallar nuevos estudiantes.
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