Chiapas y PEMEX

La escena se repite cada campaña electoral en Chiapas: furibundos candidatos grandes y pequeños exigiendo a PEMEX responder fiscalmente y con acciones de desarrollo social por lo que se lleva de nuestro estado y por la contaminación que sus actividades provocan.

Nuestros candidatos son los primeros en hacer suya la consigna que hemos escuchado muchas veces “Chiapas petrolero y su pueblo sin dinero”.

Pero cuando ya son electos; generalmente en reuniones con funcionarios petroleros en la capital nacional o en la estatal, la realidad les estalla y la virulencia con la que arengan a la población entonces disminuye porque según la constitución política mexicana; corresponde a la Nación el dominio directo de todos los recursos naturales; el petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o gaseosos.

Nunca dice que el dominio sea de los chiapanecos.

Ante esta situación cualquier abogado diría que la situación es legal pero de ninguna manera es justa.

También el domicilio fiscal de la paraestatal y de la Comisión Federal de Electricidad se encuentra en la ciudad de México; por lo tanto el pago de impuestos se realiza en la capital.

¿Qué queda para Chiapas? Dos cosas que en lugar de servir de palanca de nuestro desarrollo son un obstáculo para este.

Primero: la producción de PEMEX está concentrada 24 zonas con 111 pozos distribuidos en cinco municipios Juárez, Reforma, Ostuacán, Pichucalco y Sunuapa.

Pero múltiples son las quejas por la contaminación que deja la industria petrolera en esos municipios en detrimento de las actividades agropecuarias y de la salud humana. PEMEX a cambio de lo que se lleva; deja a Chiapas -a través de contratos de donación- aportaciones en efectivo y en especie; estas del 2009 al 2012 fueron por un monto total de 329 millones 676 mil 343 pesos (http://bit.ly/197wBZe). Que generalmente se invierten exclusivamente en los municipios petroleros.

A cambio el estado genera 46,307 barriles diarios más gas (PED 2012-2018 pag 24) que se venden en los mercados internacionales desde hace algunos años a un precio que excede los cien dólares el barril.

Una cifra abismal entre lo que se genera y lo que aporta la paraestatal al desarrollo de nuestro estado.

Segundo: la CFE inundó las mejores tierras chiapanecas para el cultivo, pero desde hace años numerosas voces ciudadanas se han inconformado por las altas tarificas que cobra. Hogares pobres reciben cada dos meses una factura prácticamente impagable, además los mismos ayuntamientos municipales en varios casos han suspendido los pagos a la CFE por el servicio del alumbrado público.

El resultado es que trabajadores de la paraestatal son secuestrados mientras realizan su trabajo, las ciudades chiapanecas se encuentran en penumbras y las organizaciones sociales –como medida de presión- bloquean carreteras y caminos intermitentemente, llevando al estado a graves aprietos económicos.

Prácticamente no hay evidencia de que al menos en Chiapas PEMEX sea nuestra palanca del desarrollo porque los beneficios que otorga al estado están prácticamente concretados en cinco municipios y en alguna otra concesión que al gobierno se le va en el gasto corriente.

No hay estrategia para impulsar el desarrollo del estado de manera conjunta. Menos se ha solucionado los problemas de contaminación que dejan sus actividades ni los conflictos sociales de la CFE.

Con la reforma energética lo que veremos es seguramente un aumento en la búsqueda de nuevos pozos petroleros. Cuadrillas de trabajadores de PEMEX y de empresas contratistas realizarán estudios geológicos para conocer las propiedades de nuestros suelos.

La capacidad hidrológica y eólica del estado será explorada por empresas que buscarán generar y vender energía como lo hace la CFE.

Si hoy no resolvemos los saldos negativos que nos deja la relación con PEMEX y CFE, los chiapanecos no veremos la salida a nuestra falta de oportunidades para el desarrollo y contribuiremos al progreso de otras regiones –como ha sido siempre- sin que este sea nuestro.

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