Desempleo juvenil: vía de exclusión social

Por: Carmen R. Ponce Meléndez*

Más de la mitad del desempleo femenino (57.5 por ciento) lo constituyen las jóvenes de 14 a 29 años; de cada 100 desempleadas 57 son jóvenes. Un grave problema, ya que se han convertido en el eslabón más débil de la cadena de explotación.

Datos del Censo 2010 indican que la edad mediana femenina es de 26 años, 18.4 millones de mujeres. La tercera parte de la población femenina del país (32.0 por ciento) está en un rango de 12 a 29 años, son jóvenes.

Cuando finalmente cuentan con empleo, éste se caracteriza por su precariedad, informalidad y bajos ingresos, sin contrato y careciendo de seguridad social o prestaciones laborales.

En las jóvenes de 14 a 24 años, 6.9 millones sobreviven en la informalidad; 7 de cada 10 están en esa condición, por lo consiguiente no cuentan con acceso a las instituciones de salud (datos del Inegi, tercer trimestre 2012).

Precariedad salarial. Sus salarios son muy bajos, 7 de cada 10 (72.4 por ciento) se ubican en un ingreso de uno a tres salarios mínimos, aproximadamente 5 mil 675 pesos mensuales.

(VER GRÁFICA AQUÍ)

Únicamente 3.7 de cada 10 tienen un ingreso de 5 salarios mínimos, algo así como 9 mil 457 pesos; además este porcentaje tiende a disminuir. Por el contrario el correspondiente a 2 salarios ha crecido (datos al primer trimestre 2013, Inegi).

Como se aprecia en la gráfica, es muy alto el número de jóvenes que estando empleadas no perciben ingresos, son 581 mil 224 y representan el 12 por ciento de esta población (14 a 29 años).

Respecto a lo anterior, en el foro “Juventud y empleo. Entre los retos y las alternativas”, organizado por la Fundación Friedrich Ebert Stiftung y la International Union of Socialist Youth (IUSY): se afirmó que el desempleo juvenil es una vía segura de exclusión social, sin duda también un reto.

Para Saúl Escobar, economista de la ENAH, el escenario internacional es muy desfavorable, datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) indican que 73.4 millones de jóvenes –12 de cada 100– estarán desempleados en este año. En el periodo 2007-2013 hay un incremento de 3.5 millones de jóvenes en esta situación.

En México la población joven es demográficamente importante y lo seguirá siendo hasta 2018; el grupo más representativo es de 15 a 19 años, solamente 18 de cada 100 tienen acceso a la educación superior, señaló José Antonio Pérez Islas, también economista y ponente del foro.

El tema de los sindicatos se consideró fundamental; son ellos los que pueden regular el mercado laboral, desafortunadamente la tasa de sindicalización es muy baja, especialmente en las mujeres (1.7) y para los hombres 2.4; la mayor reducción se registra en jóvenes de 20 a 29 años.

Ciro Murayama, economista  de la UNAM, señaló que los sindicatos deben estudiar las propuestas de desarrollo económico. La precariedad salarial y la depresión de los salarios es la condición para resolver la desigualdad en México; la política actual de salarios mínimos es una política inaceptable.

La falta de empleo no es un problema del mundo del trabajo, es un problema económico, hay que cambiar la política económica. Lo primero es buscar que la economía crezca, y qué tipo de crecimiento se requiere para generar suficientes empleos.

De seguir las actuales condiciones, para los jóvenes se avizora un futuro laboral de desempleo y trabajo en tiempo parcial, con salarios muy bajos y un futuro de pobreza.

P.D.
El anuncio de la Secretaría de Hacienda sobre la disminución de la expectativa de crecimiento económico de 3.5 a 3.1 por ciento, así como la posibilidad muy real de recortes en el gasto público se traduce en más desempleo.

Los resultados de todos los indicadores económicos del primer trimestre del año son negativos, en especial el del PIB, que registró un crecimiento de 0.8 por ciento, una sexta parte del crecimiento que tuvo en el mismo periodo del año pasado que fue del 4.9, además de una significativa caída de (-1.5) en el PIB Industrial.

Algo similar sucede con la inflación, es muy alta particularmente en alimentos. El Índice de Confianza del Consumidor también muestra un retroceso, así como la inversión industrial.

*Economista especializada en temas de género.

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