La «escuelita» en dos comunidades zapatistas

 

De la serie:

La Libertad según l@s Zapatistas VI

 

  1. Durante la inaguración de la "escuelita zapatista" en agosto pasado. Foto: Isaín Mandujano/Chipas PARALELO

    Durante la inauguración de la «escuelita zapatista», en agosto pasado. Foto: Isaín Mandujano/Chipas PARALELO

    1.     La Escuelita en dos comunidades zapatistas

 

Siempre hay modo de llegar a las comunidades zapatistas para enterarse – más o menos -, y tener una idea – más o menos -, de lo que ahí pasa. Una es yendo, y otra, oyendo. Como quiera es difícil que un foráneo se las sepa de todas, todas.

Una mañana, un joven toma un café con mi joven amiga Marisol, y ya saben, después de los saludos a la usanza ladina empezó el güiri güiri. Resulta que el joven que vivía en Quintana Roo había estado en La Escuelita. A él le toco una comunidad del Caracol de La Realidad. La pregunta obligada fue: ¿Cuáles han sido tus vínculos con el zapatismo? Ninguna, respondió. ¿Entonces qué hiciste para que te invitaran? Pues ellos lanzaron la convocatoria, yo les pedí que me invitaran y me invitaron. ¡Así de fácil, afirmó el joven! ¡Qué suerte de muchacho! Pensé, recordando a mis compañeros que no fueron aceptados. Recordaba de otros sus lamentos, reclamos, reparos y no pocas maldiciones por la “arbitraria” selección de los alumnos. ¿Por qué hacen así? Preguntaban algunos.

Yo les decía: Cuándo alguno de ustedes va a hacer una reunión o pachanga en su casa lo primero que hacen es la lista de invitados, luego la revisan y dicen: Cuidado y se ocurra invitar a mengano o zutano. “Son muchos”, “no tenemos pa’ tantos”, o “falta mengano o zutano”. Entonces “quitan y ponen” y dicen: “Ese es medio ojeis y ese otro es reojeis”. Al final cadi quien hace lo que quiere o invita a quien quiere a su casa. ¿Arbitrario? ¡Pues sí! ¿Y?… Pongamos un ejemplo extremo y sin agraviar, a ver: ¡Levante la mano quien invite a Peña Nieto o a Zambrano a su casa! ¡Levante la mano quien invite a Rosario Robles o a Martín Longoria!

Lo real es que los compas hicieron un enorme esfuerzo de meses para la socialización y sistematización de su experiencia de autonomía y ponerla en los Libritos. Pasaron meses en la preparación de cientos de profes para bajar la socialización a sus bases y luego otro chingo de horas-hombre, en la formación de las/os Votan para cada una/o de las/os estudiantes; en el acondicionamientos de la infraestructura, seguridad y transporte de las/los Votan y las/os estudiantes. Todo, para la organización de la primera Escuelita. Sólo en transporte y alimentación los compas tuvieron que metieron un chingo de recursos económicos. Después que los compas escucharon el rumor de la creación del “comité de excluidos”, “de marchas y plantones  y huelgas de hambre en protesta” y “mentadas”,  lanzaron la convocatoria a dos Escuelitas más. Una para diciembre y otra para Enero de 2014. Van a estar picudas pues serán parte del marco en la celebración del 20 Aniversario del Levantamiento Armado aquel frío invierno de 1994.

Atender a, más o menos en suma, 5 mil estudiantes/es como lo hicieron en la Escuelita I no es cualquier cosa. Súmenle la banda que se lance para los festejos de Enero del 2014. Va a estar muy cabrón que el Estado neoliberal haga una estupidez.

Yo no sé si Rafael Sebastián, el premio Gabino Barreda – UNAM,  asesoró a Marcos en la cuestión educativa. Son notables los conceptos de la Educación Formal que utilizó el Sub. Se notan también en los títulos  los Libritos: “Cuadernos de texto de primer grado del curso de”. Luego vimos partes de los usos y costumbres de la UNAM con aquello de las y los “exentos” – a los que no bajábamos de cerebritos o matados y se llevaban el MB -, o los privilegiados de los “invitados especiales”. Sin embargo, el modelo educativo del Paraje-Champa-Vinculación-Convivencia-Escuelita, y un Votan para cada estudianta/e, la educación/aprendizaje fuera de las aulas, los indios como profes, sin dar grados, diplomas, constancias o reconocimientos por asistir al curso, rompió con modo educativo formal occidental colonizado que se imparte desde el Sistema Educativo Nacional en todos sus centros de educación, incluyendo el de las pretenciosas “nuevas” universidades. Vamos, el “gran centro de enseñanza” no estaba en los centros urbanos. No estaba en las ciudades.

Para los zapatistas el conocimiento también estaba en los sótanos de la vida rural, campesina. En la vida cotidiana de las y los indígenas rebeldes. Había que ir, escuchar y aprender de los pueblos. Por primera vez en su historia, las familias, bases de apoyo del EZLN, hombres y mujeres de todas las edades se visibilizaron, abrieron sus hogares y se colocaron frente a un puñado de estudiantes/es como las/os principales actores.

Total, el joven videoasta, o sea, que hace video, me contó que cuando las/os estudiantes llegaron a La Realidad, la recepción fue espectacular. Unos 500 Votan con pasamontañas y  el puño en alto los esperaban. Después de asignarles a su Votan fueron llevados a la Paraje-Champa-Familia-Escuelita. Algunos tuvieron que caminar y por primera vez sentir el bamboleo en un “puente de hamaca” – un puente colgante -, para llegar con su Votan a la casa de la Familia Profesora. Cuenta el joven, que lo levantaban por ahí de las 6 de la mañana, aunque escuchaba que las labores empezaban más temprano. Le impresionó la vivienda construida con tablas de madera de caoba. El techo era de lámina y contaba con tres espacios. Uno de ellos fue destinado para su descanso.  El suertudo durmió en cama de tabla. Contaba el estudiante que el desayuno era la milenaria combinación del frijolito, la tortilla y verdurita, acompañados de los coloniales productos apropiados: café endulzado con jugo de caña. Es decir, en el lugar había caña de azúcar y un trapiche movido con la tracción animal de un burro. La ausencia de azúcar les llamó la atención a los estudiantes. Le contaba que en otros lugares el café se endulza con plátano.

El afortunado estudiante narró que la familia que lo acogió estaba formada por el abuelo, una madre soltera y tres hijas. Con la familia se iba a trabajar al frijolar, a la cosecha o a picar el rastrojo. Había tiempos de estudio con el Votan que a veces le preguntaban “qué quería hacer”. Hacía calor. El joven se apenaba cuando no podía charlar con los demás miembros de la familia hablantes de Tojolabal.

En esa comunidad convivían zapatistas y no zapatistas. Según el estudiante estaban bastante parejos los grupos: ¿Cómo lo sabes? Pregunté. “En la comunidad había dos lugares de reunión prácticamente del mismo tamaño. Uno de los zapatistas y el otro de los partidistas. Me tocó ver cuando cada grupo se reunían y su número era bastante parejo. Casi del 50 y 50 por ciento. Contaba que a simple vista, es muy complicado identificar a una familia zapatista de una no zapatista. “Sólo ellos lo saben bien.”

El esquema de la economía zapatista es semejante en cada comunidad, municipio o zona. En la economía zapatista se combina el trabajo asalariado eventual, una tiendita y el trabajo en la parcela familiar, con el trabajo en las unidades de producción agrícola o pecuaria en colectivo y cooperativas de consumo para el abasto de básicos. En algunos casos se comercializa en el mercado los excedentes de maíz y por lo general la producción de ganado y café. En esa comunidad había energía eléctrica y algunos “platos de VTV”. La cooperativa contaba con un su refri.

Hablando de economía. Hace dos días escuché el sarcasmo de un compañero al referirse a la inexistente economía zapatista en un contexto de guerra. Me decía que los zapatistas carecían de una “economía de guerra”. Mmmmmh… tas pior que yo, fue lo único que alcancé a decir.

Alguna vez Marcos mencionó que los zapatistas eran expertos en la resistencia. Eso es cierto. Seguramente Marcos no se refería a los años resistencia de las FLN, ni mucho menos a los años de resistencia del  EZLN. Si algún grupo humano ha tenido que resistir y crear estrategias de sobrevivencia a lo largo de más de 500 años son los indios. Las guerras de exterminio han sido prolongadas y en ese contexto han forjado una economía suficiente para estar presentes en la historia de este país, por lo general, en las peores condiciones.

A principios de la década de 1970, en Yalbá me tocó ver algunas puestas en práctica de esa economía. Una de ellas está en la alimentación. Los platillos milenarios: frijol (chenek’), tortilla (vaj), pozol (matz’), chile (ich), pinol, verdurita (itaj) y algo de carne (bek’et) han sido suficientes para su reproducción social. La ración es la mínima necesaria y a la hora de comer no queda nada en el plato o en la taza. Poco o muy poco, todas/os comen, y le dan gracias a Dios por los benditos alimentos. Dan gracias a Dios por el pan de cada día. En ese momento de Gracia se rebasa el ámbito de la economía, es más que el limitado concepto de la “economía solidaria y sustentable”, es Comunión. ¿Se puede imaginar el contenido y  la fuerza de ese diario ritual? ¿Se imagina la fuerza de ese diario ritual en medio de un proyecto de Liberación Nacional? Eso ha desaparecido en lo fundamental en el ámbito urbano. Poco se ve en el “hogar urbano”, menos en los espacios capitalistas como el “restaurant” donde el celular sustituye a las personas y se “comparte” el alimento para hacer alguna transacción del tipo que sea.

Cuando el viento dobla la milpa, no llueve o llueve más de la cuenta y se pierde la cosecha, es una verdadera tragedia para los pueblos. Peor para los que viven en tierra fría donde se hace una siembra y la cosecha del bendito maíz no alcanza. Cuando hay cosecha se levantan todas las mazorcas y no se deja una vaina de frijol tirada en el suelo.

En alguna ocasión, la abuela de los Moshan dirigía con severidad el majar de las vainas para liberar al frijol. El montón de vainas estaban sobre un petate y le daban de palos. Las semillas saltaban y se iban separando las vainas abiertas a golpes, mientras la vieja corpulenta festejaba con su don de mando el trabajo con sus nietas/os. Al final, en medio de bendiciones de la abuela,  se levantó el frijolito en un canasto, se levantó el petate y la labor  terminó cuando los niños – bajo la vigilancia de la abuela -, no dejaron una semilla de frijol regada por ahí. Una economía sin desperdicio. Una economía anticapitalista.

La “economía de guerra” estrictamente zapatista tiene, en su base, esas prácticas y, más aun, una historia de resistencia. Sus principios son: Basarnos en nuestras fuerzas y recursos propios.

Si usted quiere reventar la economía de los pueblos indígenas. Si quiere reventar la resistencia  zapatista, haga trizas esa economía de sobrevivencia. Résteles libertad, independencia y autonomía. Continúe con la guerra y hágalos dependientes con la Cruzada contra el Hambre.  

El estudiante venía contento pues le permitieron grabar imágenes y tiene la intención de hacer un video. En una de esas le pregunté: ¿Notaste la presencia del Capitalismo en esas comunidades? Rápido me contestó: En la venta de refrescos. Me tocó ver como cargaban a un caballo con dos paquetes de refresco. Eran de esas botellas como de tres litros. Lo chistoso fue que de un lado de la bestia colocaron un paquete de Coca Cola y el caballo se recargó de ese lado. Luego pusieron un paquete de Pepsicola  del otro lado y el caballo se equilibró. Al final, un tercer paquete lo cargó el comerciante campesino. ¡Estaba de comercial! Lo que no sé, dijo,  si iban a la comunidad de los zapatistas o partidistas. Nunca vi refrescos ni comida chatarra en la cooperativa de los compas.

Por ese rumbo le tocó La Escuelita al joven padre internacionalista que participa en una red de apoyo. Si mal no recuerdo, contó que en esa comunidad-escuela, de 40 familias 6 eran zapatistas. Que el proyecto de vida de su joven Votan era la lucha zapatista junto con su pareja. Que habían decidido no tener más de 2 hijas para poder atenderlos.  El internacionalista, hijo o nieto de campesinos, estaba sorprendido del uso de los recursos de la montaña para el aseo. Para lavar su cabello las mujeres utilizan lodo y una planta que llaman jaboncillo. Para el endulzado del café, el jugo de caña. Su Votan le platicó como compartía las labores domésticas con su pareja y como el machismo se movía en su interior: “Mi Votan me comentó que cuando sus hijas lo ven haciendo labores en casa, le dicen que ellas lo hacen y que le dan ganas de abandonar su tarea”. Es muy probable que eso sea parte del cotidiano en las familias que se han propuesto modificar los roles impuestos por el patriarcado y cuyo fantasma recorre el planeta y nuestras entrañas. A veces el internacionalista se “siente viejo” pues no pudo descansan sobre las tablas que le tocaron de cama. Al igual que un buen de estudiantes/es, rompió con el reglamento escolar y compartió sus saberes. En veces fue una compartición de enseñanzas. Que unas de por allá y otros de por acá, entre estudio y estudio de Los Libritos y entre pregunta y pregunta al Votan, se la pasaron haciendo pan “toda la semana”. ¡Faltaba más!

La despedida, como todas las despedidas, cuando algo dejamos y algo nos llevamos, fue muy sentida: Lágrimas, abrazos, un hasta pronto y avanzar por la vereda, volteando de vez en vez,  con el puño en alto.

¿Qué aprendieron?

Cadi quien lo sabe.

2 Comentarios en “La «escuelita» en dos comunidades zapatistas”

  1. tia laura
    18 diciembre, 2013 at 3:38 #

    gracias por compartir esta viviencia. Mexico aun no lo sabe,pero no seria lo mismo sin nosotros ,las fronteras y limitaciones solo existen en la mente,el ser humano nacio libre
    y libre debe de morir…sonando hasta alcanzar sus logros.!!viva Chiapas y su gente!!

  2. diana
    21 octubre, 2013 at 11:39 #

    Excelente nota Profesor Morquecho! Sin duda alguna pocos son los que tienen los privilegios de conocer una vida ajena a las influencias del capitalismo, de esas políticas neoliberales que arrasan con nuestra vida cotidiana y nos inducen solo a aprender a vivir de tal o cual forma.
    También es cierto que para este aprendizaje, que usted ha narrado, es necesario abrir esas «mentalidades» tan arraigadas (casi tradicionales) para poder comprender circunstancias, motivos y consecuencias de las diversas acciones emprendidas.
    Es muy interesante verlo desde el punto de vista de un muchacho que no conocía (por así decirlo) la vida de las cooperativas zapatistas, mas aun porque entre ellas existe esta dualidad que hasta los mismos cercanos muchas veces desconocen, es decir, contrario a lo que se piensa no todos son zapatistas.
    En cuanto a la participación del trabajo autosustentable esta viene a remarcar la importancia de la misma en tanto a nivel social (familiar) o bien a nivel global pues se comprende la importancia de mantener una relación armoniosa con el planeta en el que vivimos, volver a esta visión de nuestros antepasados que ha sido desplazado hasta el extremo de casi desaparecer.
    Para «repensar» dijera una vez un compañero en torno al «neo zapatismo» jaja, pero es cierto, es necesario replantear todo aquellos que «creemos conocido» para poder visualizar un mundo donde haya hombres que intenten «ser humanos».

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