La zona norte de Chiapas, la construcción social de una zona de riesgo

Camino a Tapalapa. Foto: Fermín Ledesma/Chiapas PARALELO

Camino a Tapalapa. Foto: Fermín Ledesma/Chiapas PARALELO

 

Por Fermín Ledesma Domínguez.[1]

 Originario de Chapultenango, Chiapas.  Es estudiante de posgrado en Desarrollo Rural Regional en la Universidad Autónoma Chapingo.

En los últimos dos años, los resultados de diversos estudios de corte científico realizados por instituciones públicas revelan la preocupante construcción social del riesgo en los municipios de la región norte de Chiapas como consecuencia de las políticas extractivas de los recursos naturales y la lógica de la modernización, lo cual ha colocado a los indígenas zoques que habitan esta área cultural,  a estar bajo condiciones altamente vulnerables, dando pie a la configuración de un territorio deprimido.

El primer estudio realizado por Manuel Bollo Manent y otros, del Instituto de Geografía de la UNAM (2011), quienes al estudiar el paisaje físico-geográfico de los municipios de Juárez, Reforma, Pichucalco, Ostuacán y Sunuapa, encontraron “pérdida de la fertilidad naturales del suelo por el exceso de ganado, la deforestación por extensión de la frontera pecuaria o agrícola, quimización de las aguas subterráneas y superficiales por actividad agrícola intensiva, contaminación química y biológica de las aguas superficiales y subterráneas por residuales domésticos líquidos (aguas negras) o por falta de regulación en el manejo de residuos sólidos”.

La consecuencia de ello es que el uso del suelo presenta un estado crítico en un 5% con  tendencia a pasar a un nivel muy crítico, mientras que el 83% de esa área permanece en estado inestable. Tan sólo un 5% de la superficie de los paisajes del norte petrolero de Chiapas se encuentran en estado estable, según el estudio.  No es casual entonces que hoy, las principales inundaciones se presenten en los municipios de Pïchucalco y Juárez.

Otro estudio, realizado por un grupo de geógrafos y vulcanólogos de la UNAM y la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (2012) encontró que los hundimientos y deslizamientos de tierras de grandes magnitudes ocurridos en San Isidro Las Banderas en Pantepec durante 2003 y Juan de Grijalva en Ostuacán en 2007 evidencian los efectos inmediatos por sobreuso del suelo de carácter extractivo así como la presencia de la ganadería en gran parte del norte de Chiapas.

El escaso bosque mesófilo ubicado en la conocida Selva Negra comienza a experimentar severos daños por el avance de la ganadería en la parte más alta de la montaña. Esa espesa niebla con vegetación de helechos que hace más de un siglo atravesó Emilio Rabasa al llegar a Chiapas para tomar posesión como Gobernador del Estado, comienza a disolverse en los campos ganaderos de Rayón.

Los efectos de esta ganaderización intensiva del norte de Chiapas se confirma por otro estudio realizado recientemente por profesores de la Universidad Autónoma Chapingo (2013), quienes al estudiar 157.4 km de la cuenca del río Pichucalco [río Ixtacomitán] determinaron que las causas principales de la erosión hídrica se relacionan con la ganadería extensiva en laderas, la cual se lleva a cabo en el 76.2 % de la cuenca estudiada,  sobre todo en Ixtacomitán y Chapultenango.

En relación a los efectos del cambio climático en el Norte de Chiapas comienzan a ser percibidos sobre todo en la población indígena Zoque, según un estudio realizado por María Silvia Sánchez Cortes y Elena Lazos Chavero (2011) en el artículo “Indigenous perception of changes in climate variability and its relationship with agriculture in a Zoque community of Chiapas, Mexico”

Particularmente este estudio revela que el calendario agrícola tradicional Zoque que sirve de base al conocimiento local del periodo de siembra y cosecha de cultivos, sobre todo en el maíz, comienza a ser desplazado en algunos meses, es decir, mientras antes la cosecha se realizaba en periodos más cortos, hoy se realiza en periodos más largos, o bien, la evidencia es que ahora en los huertos familiares se siembran plantas de climas más cálidos como café, plátano y naranja, los cuales antes eran impensables para climas fríos como el de Ocotepec.

Justamente, el municipio de Ocotepec ha sido el más golpeado por la presencia de las lluvias “atípicas” que se han presentado en los últimos 11 años en Chiapas.  Al menos, eso evidencia las 10 declaratorias de desastres naturales publicadas en el Diario Oficial de la Federación desde el año 2002.

Quizá un efecto de la superficie siniestrada es que se ha dejado de sembrar más de 5 mil hectáreas de maíz en los últimos 10 años, sobre todo en el área que habitan los Zoques, lo cual, podría traer como consecuencia problemas para adquirir alimentos, es decir, la seguridad alimentaria de la población. En Tapalapa, por ejemplo, comienzan a expresarse cuadros severos de desnutrición infantil.

De hecho, dos estudios realizados por investigadores de la UNACH (2010) y UNICACH (2012) revelaron que las mayores tasas de mortalidad infantil (neonatal precoz y neonatal) de Chiapas ocurrieron en Ocotepec y Francisco León durante el periodo de 1998-2003, mientras que en Pantepec se encontró que existe una alta prevalecencia entre la desnutrición de los niños con la presencia de parásitos, lo cual, pone en evidencia la gravedad de los problemas de salud de la población local.

Respecto a la [re] producción social, la cifra alcanzada hasta el año 2010 revela que el 98.2% del total de la población del territorio indígena del Norte de Chiapas  se encuentra en situación de pobreza principalmente en Rayón, Pantepec, Tapalapa, Francisco León, Coapilla, Jitotol, Ocotepec y Chapultenango (CONEVAL, 2010).

Frente a este cúmulo de problemas que enfrenta el Norte de Chiapas, recientemente la acción del Estado ha sido la de insertar el discurso del nuevo ordenamiento territorial basado en el “desarrollo sustentable” mediante el Programa de Ordenamiento Ecológico y Territorial de la Zona Petrolera de la Región Norte de Chiapas (POET ZPRN).

El POET ZPRN pone énfasis en el desarrollo de centros ecoturísticos, empresas agro industriales y actividades orientadas al mercado local, nacional y extranjero mediante la creación de unidades de gestión ambiental (UGA), como únicas alternativas de desarrollo regional para los próximos 25 años (SEMAHN, 2012), mientras que una parte de la comunidad científica observa en el Volcán El Chichón la alternativa turística generadora de ingresos económicos para la población local y la posibilidad de construir una educación ambiental en torno al volcán.

En general, el Norte de Chiapas presenta graves problemas de deterioro que se refleja en la población altamente empobrecida, carencia de bienes patrimoniales, bajos ingresos económicos, niveles inferiores al del bienestar y limitados acceso a servicios públicos, lo cual hace pensar en la construcción de un territorio altamente deprimido y socialmente en riesgo.

Es posible que este deterioro del Norte de Chiapas esté relacionado con la aparición de actividades ganaderas, la construcción de presas hidroeléctricas en el Bajo Grijalva (Malpaso, Chicoasen y  Peñitas) y el desarrollo de complejos petroquímicos en el norte de Chiapas que propiciaron la construcción de un territorio altamente vulnerable  no sólo en la reproducción social de la pobreza, sino en la producción espacial.

Esta condición particular del territorio del Norte de Chiapas encuentra su lógica en los efectos de la modernidad avanzada que propone U. Beck  en La sociedad del riesgo (1998), donde “la producción social de [la] riqueza va acompañada sistemáticamente por la producción social de riesgos, lo cual genera nuevas desigualdades sociales”, impuesta por las estructuras y actores dominantes que generan relaciones asimétricas y políticas extractivas en el Norte de Chiapas.


[1] Originario de Chapultenango, Chiapas.  Es estudiante de posgrado en Desarrollo Rural Regional en la Universidad Autónoma Chapingo.

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