Se necesitan millones de mexicanos movilizados para la construcción del otro México

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Hace cuatro décadas, en Monterrey e inmersos en los movimientos urbano – populares, estudiantiles  y sindicales, el compa Venado nos insistía: “debemos cambiar la correlación de fuerzas”.  Por los momentos que pasa el país, podemos constatar que las fuerzas revolucionarias, patrióticas, democráticas, progresistas, sindicales, populares, campesinas, indígenas,  de intelectuales  y humanistas no tuvimos la capacidad de construir una correlación de fuerzas favorable para llevar a México hacia la Justicia, Democracia, Libertad, a la Independencia y a la Paz. Hace 40 años estábamos seguros de la incapacidad y fin del Estado burgués. Que la Historia estaba de nuestro lado.  Me parece que la Historia nos ha dado una importante lección.

Con la embestida del Sexto Sexenio Neoliberal Conservador y en puerta el segundo paquete de reformas constitucionales (Ley Indígena, Campo y Sistema de Salud), los procesos articuladores de los último 20 años se proponen, desde cada una de sus plataformas, encontrarse. Ahí están las tareas que desde el 30 de diciembre de 2012 se propusieron los compañeros del EZLN. Ahí está la convocatoria y constitución de la Unidad Patriótica para el Rescate de la Nación del 3 de octubre de 2013. Ahí está la convocatoria y constitución del Congreso Popular para el 5 de febrero próximo; el movimiento de Morena y la movilización del PRD y sus aliados del 31 de enero pasado en la cual Cuauhtémoc Cárdenas “convocó a buscar nuevas formas de articulación, incluyentes y plurales”.

Los llamados han provocado emociones encontradas: entusiasmo y escepticismo. Desinterés. Esperanzas, dudas y temores. No hay movimiento que no sea cuestionado. Los partidos políticos y sus dirigencias son los más desprestigiados. Leamos, un viejo camarada escribió:

«Como trabajador telefonista fue una pena encontrarme que en la ‘mega marcha’ de este viernes 31 de enero, iba un ‘gran’ contingente de la UNT ( no más de 400 compañeros) y mucha más pena ajena me da saber que Francisco Hernández Juárez sigue ‘engañando incautos’… Resulta que el brazo ejecutor de las políticas neoliberales de Carlos Slim en el terreno laboral se codea ahora con la izquierda bonita que, primero aprueba las reformas estructurales y después ‘llama a la lucha’ contra ellas….Tanto FHJ, como los chuchos y sus corifeos han aprendido bien la ‘lección’ de la política de las dos caras de la vieja organización salinista de ingrata memoria.»

En el complejo puzzle nacional, no debemos de perder de vista la participación de hombres y mujeres de importante peso moral que intervienen en esos procesos y con un apreciado trabajo a ras de suelo: Ahí están el sacerdote Solalinde y fray Tomás que acompañan a los migrantes. Ahí está el dominico Miguel Concha que anima los procesos de base. Ahí está Javier Sicilia y el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad. Ahí están los sacerdotes, religiosas y laicos que se solidarizan y acompañan a los indios y campesinos de Chiapas.  Ahí está Rosario Ibarra y Efignia Navarrete. Ahí están los sacerdotes en Michoacán que acompañan a las autodefensas y  han visto caer a sus hermanos. Están entre otras y otros más.

No debemos perder de vista los movimientos de base por mejorar sus condiciones de vida en los barrios, sindicatos, comunidades rurales, los que se mueven en torno a la defensa de la Tierra y el Territorio y en la autodefensa de su familia, patrimonio y de sus pueblos, los que construyen sus autonomías.

Si en la coyuntura los partidos políticos arrastran un enorme desprestigio, también se sabe que cuentan con una amplia base social del tamaño y consciencia que gusten. Si hacemos la caracterización de los movimientos en México podemos hablar de dos grandes bloques:  Los que se mueven en torno a un partido político institucionalizado como el PRD, Morena y PT, y los que se mueven fuera de la influencia de los partidos  políticos institucionalizados. ¿Qué hacer?

El campo está minado. Lleno de dificultades. Cada una de las fuerzas tiene las propias.

¿Será que es posible modificar la correlación de fuerzas adversa?

¿Será que es posible unificar, acercar al menos,  a la mayor parte de las fuerzas sociales?

¿Será que es posible pensar, diseñar construir nuevas alianzas?

¿Será que se van a reunir a “los líderes morales, no políticos, de la nación para que propongan, por encima de sus intereses ideológicos y de liderazgo, un programa político capaz de movilizar de nuevo a la nación”?

¿Será que la criba social es capaz de liberarnos de los oportunismos?

¿Será que se trata de revertir las reformas, o se trata de construir un país justo,   democrático, libre, independiente y amante de la paz con justicia y dignidad?

 

A lo mejor todas y todos juntos podemos contener, al menos, a la bestia.

Juntos pero no revueltos, dicen unos. No importa.

¡¡¡Júntense!!! ¡¡¡Júntense!!!

¡¡¡Creatividad!!!  ¿Ondiandas? ¿Ontás?

Para el otro México posible se necesitan millones de pie.

¡Ahí lo ven!

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