1994. El ¡Ya Basta!

Familia del EZLN en el evento del 20 aniversario. Foto: Isaín Mandujano/Chiapas PARALELO

Familia del EZLN en el evento del 20 aniversario. Foto: Isaín Mandujano/Chiapas PARALELO

 

Por Lázaro Sánchez

Bajaron los indígenas de las montañas. Van al palacio del Poder a reclamar la muerte y el olvido. Subcomandante Insurgente Marcos


Era de madrugada, era primero de enero de 1994, en el Estado suroriental mexicano de Chiapas, en la borrachera neoliberal del sistema, el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levanta en armas como ‘una medida última pero justa’.

Una medida última contra la miseria, la explotación, el racismo y, sobre todo, se iniciaba la guerra contra el olvido. Se levantan en armas ‘con más de 4,500 combatientes en la primera línea de fuego y unos 2,000 combatientes permanecían en la reserva’, así se levantan en armas por democracia libertad y justicia.

Con la Primera Declaración de la Selva Lacandona declaran la guerra al gobierno federal y al ejército mexicano, y señalan: ‘Hoy decimos ¡Basta!, somos producto de 500 años de lucha, los herederos de los verdaderos forjadores de nuestra nacionalidad, los desposeídos.’ Simultáneamente toman las cabeceras municipales de Ocosingo, Chanal, Las Margaritas, Altamirano, Huixtán, Oxchuc y San Cristóbal de Las Casas. Al día siguiente atacan la 31 Zona Militar para cubrir el repliegue de los insurgentes hacia las montañas.

El EZLN lanza un programa basado en valores humanos substantivos sin los cuales la vida no es vida, ni puede haber dignidad. Rompe con la visión clásica de la toma del poder: ‘porque los zapatistas no quieren entrar a la habitación del poder, desalojar a los que están ahí y ocupar su lugar, sino romper las paredes del laberinto de la historia, salir de él y, con todos, hacer otro mundo…’, y toma distancia crítica del concepto de vanguardia.

El seis de enero, después de intensos combates, el presidente Carlos Salinas de Gortari niega que se trate de un alzamiento indígena y ofrece otorgar el perdón a quienes depusieran las armas. El EZLN, al ofrecimiento del perdón, responde: ¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono? ¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos cerrados?…

El levantamiento armado abre una crisis en el sistema político mexicano. Primera revolución del siglo XXI después de la caída del muro de Berlín, del fin del mundo bipolar. Significa el anuncio de las nuevas luchas políticas y sociales del siglo.

Una insurrección llevada a cabo en un país cuyo gobierno pretende inducirlo al Primer Mundo con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. La Insurgencia sacude la conciencia nacional por la fuerza de sus razones.

Lo señala el EZLN: ‘podrán cuestionar los medios pero nunca las causas.’ El 12 de enero Carlos Salinas de Gortari ordena el cese al fuego unilateral. El EZLN en correspondencia ordena a sus tropas cesar toda actividad ofensiva en contra de las tropas federales, y saluda la señal como un primer paso para iniciar el diálogo entre las partes beligerantes.

Llama a formar una Comisión Nacional de Intermediación (CONAI) e invitan a Don Samuel Ruiz García a participar
en ella, como mexicano patriota y no como autoridad religiosa.

Ya desde el 6 de febrero, el EZLN manifiesta su voluntad al diálogo, y pone las condiciones: Reconocimiento del EZLN como fuerza beligerante; cese al fuego de ambas partes en todo el territorio en beligerancia; retiro de las tropas federales de todas las comunidades con pleno respeto a los derechos humanos de la población civil; cese al bombardeo; formación de
la CONAI.

A partir de ahí el EZLN recorre un camino nuevo en su lucha, se ha preparado por diez años para la guerra, ahora se encuentra con la fuerza de la palabra. De la palabra hicieron y hacen su principal arma. De la imaginación política hicieron y hacen su línea de fuego.

Del planeta tierra hicieron y hacen desde abajo y a la izquierda su campo de siembra y lucha. Sembraron y siembran semillas de Esperanza, las riegan con sus lágrimas y su sangre, velan el crecimiento para que cuando él no esté alguien cualquiera pueda cultivar los frutos.

…Y sí, ya se mira el horizonte….

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