De caricias leves a un placer intenso

El erotismo expresado en el arte.

El erotismo expresado en el arte.

 

El placer y la sensualidad no solo entra por los ojos, también se sienten por los dedos, a veces nos olvidamos de experimentar con otras partes de nuestro cuerpo que nada tienen que ver con los genitales pero que de igual manera representan zonas erógenas que permanecen intactas hasta que alguien decide descubrirlas.

No te ha pasado que de repente sin querer tu pareja te roza el antebrazo, el simple contacto de sus dedos o sus labios en alguna parte de ti distinta a donde generalmente sabe que te excita hacen que te suba la temperatura, pero a veces nos olvidamos de expresar, de decir lo que sentimos, y se pierden esas sensaciones.

Porque no intentas algo nuevo, llegar quizás al orgasmo con puras caricias, ¿lo has intentado? Seguramente no, lleva un poco más de tiempo, se necesita de paciencia, para lograr que tus sentidos se concentren solo en el tacto, pero no solo el sentir y tocarse, no, va más allá compartir un momento en que ambos puedan tener esa conexión que se da cuando coinciden en lo que quieren.

A veces basta una mirada para encender la llama de la pasión, pero cuando esta se extingue es necesario hacer uso de otros métodos que les permita a ambos darse cuenta que no podrán sentir con nadie más la intensidad del placer y el deseo como con quien se atrevieron a descubrir su sexualidad plena.

Tal vez por eso hoy los masajes eróticos sean una necesidad en muchas parejas que quieren darse la oportunidad de probar más, no solo los juegos previos a una relación sexual, sino  poder ir más allá a descubrir sensaciones intensas que estaban dormidas y que con la estimulación correcta pueden levantar la sexualidad dormida.

 

De caricias leves a un placer intenso

Armando había tenido en las últimas semanas, días muy difíciles en su trabajo, la situación financiera de la empresa en la que laboraba no era muy buena y temía que esto lo perjudicara con un recorte de personal, eso y pensar en los gastos de la casa, en el bienestar de su esposa Luisa, habían hecho que sus relaciones sexuales a últimas fechas no fueran las mejores y lo sabía.

Su esposa había decidido resignarse, pasaban semanas enteras en que él no le prodigaba ni una caricia, ni hablar de un acercamiento sexual, pero cuando se daba era tan rápido que ni el mismo lo disfrutaba.

Luisa fue a ver a una amiga le platico lo que está ocurriendo con la relación con su esposo, por eso cuando le dijo que todos los problemas le estaban causando estrés y que podía apoyarlo con masajes, ella no lo dudo y busco asesoría.

Ella fue preparando todo, compró aceites aromáticos, incienso, velas y por supuesto fue preparando el terreno para que Armando no opusiera resistencia a vivir la experiencia de los masajes eróticos.

La noche del viernes llegó y en la habitación todo estaba dispuesto, ella se había bañado un poco antes de que llegara su esposo para estar fresca y después de darle de cenar y esperar a que hiciera digestión la cena, se dispusieron a ir a la recamara.

Lo primero que vieron los ojos de él fue la luz tenue de las velas, mientras aspiraba el olor a canela del incienso, una música suave inundaba el ambiente.

Luisa se acercó a él, le pidió que le permitiera desvestirlo suavemente sin prisa, le fue desabotonando la camisa, después le quito el cinturón para poder bajarle el pantalón, le dijo que se quedara en boxers y que se acostara boca abajo.

Ella solo llevaba puesta bata transparente que se quitó cuando decidió empezar con el ritual del masaje.

Luisa tomó un poco de aceite entre sus manos, se frotó los dedos y empezó en los pies, haciendo movimientos circulares en la planta relajó a su esposo, luego de varios minutos sus manos subieron hasta sus pantorrillas, a la par del masaje su respiración caliente podía sentirse en las piernas de él.

Sus manos nunca dejaron de moverse, ella siguió avanzado rodeo los glúteos, subió por la espalda baja y ahí sus dedos empezaron a moverse tan suaves que lograron destensar el cuello de él cuando sus manos alcanzaron esa parte de su cuerpo, luego metió sus dedos entre su cabello y le dio un masaje suave en la cabeza al momento que lo invitó a darse la vuelta y poner boca arriba.

El ambiente no podía ser más erótico, el olor a canela, la luz de las velas, la música hicieron que la relajación de Armando diera paso a su agitación cuando Luisa empezó otra vez desde los pies y se posó en su ingle en donde ayudada con sus labios le dio un masaje especial.

Luego subió por su tórax apoyada con sus manos y su lengua, le masajeo los brazos para finalmente llegar a su cara, en donde con los dedos le dio un masaje facial que lo dejo excitado.

Entonces Armando ya no pudo evitar que su virilidad estuviera quieta, tomó a su esposa por la espalda y empezó a mordisquearla, los mordiscos eran tan suaves e intensos que Luisa experimentó como su vagina se contraía por la excitación que le provocaba.

Mientras continuaba con besos en la espalda, sus manos jugaban con los senos de ella que se rendía ante ese amante desconocido en que se había convertido su esposo.

Y de pronto en la habitación solo se escuchaban sus respiraciones agitadas y entrecortadas, él la tomó entre sus brazos y la hizo suya, sus cuerpos se fusionaron en un vaivén de movimientos de caderas, mientras las velas avivaban la llama del deseo que había estado apagada.

Fue una noche intensa, una y otra vez se entregaron a la pasión, a las caricias leves que provocaron un placer intenso y que originó que hoy vivan su sexualidad al máximo.

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