¿Qué Hacemos con los Políticos?

 

Como si conociera Chiapas y a sus políticos actuales, o los hubiera estudiado como ejemplo de lo que no debe hacerse, Max Weber decía que solamente existen dos formas de que las personas conviertan a la política una profesión: “vivir para la política o vivir de la política”.

Tiempo después en México un miembro de la clase gobernante filosofaba sobre el mismo tema y decía que un “político pobre es un pobre político”. No divagada, decía una gran verdad porque la riqueza y el poder es una aspiración de todo político que se respete en nuestro país.

 

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Riqueza y poder, un binomio que parece indisoluble.

Pero regresando a Weber, este afirmaba que el que vive para la política le da un sentido a su vida porque la pone al servicio de algo, por ejemplo un ideal y quien vive de la política se coloca en un nivel mucho más burdo porque lo guía el egoísmo y el simple interés económico es lo que lo mantiene haciendo política.

Para comprobar que en Chiapas entendemos al revés la tesis de Weber y creemos en la frase de la política mexicana por excelencia, pruebe este pequeño ejercicio con el político a su alcance, grítele o escríbale en las redes sociales:

 

¡Incompetente!

Verá que se defenderá, lo acusará a usted de que no conoce de políticas públicas y que hace su mejor esfuerzo para estirar los recursos públicos que son escasos y las necesidades amplias.

¡Promotor de obras faraónicas!

Lo intentarán persuadir diciéndole que heredaron deudas, que el recurso tenía que ejercerse, que nunca antes se había ejercido tal cantidad en beneficio de tantos. Lo que no le dirán nunca es que los recursos se pueden refrendar para ejercerse el siguiente año porque su ejercicio está sujeto a ciertas condiciones que deberán cumplirse; que una obra se puede partir en varios segmentos, tramos o áreas para evitar la licitación y poder adjudicarla directamente, con el riesgo de que ninguna constructora se ponga de acuerdo y que la obra pierda su carácter integral.

¡Privatizador!

Grítele así y verá que le dirá que heredó el cargo en las peores condiciones financieras, que sus asesores con posgrado y despachos privados le dicen que lo mejor es privatizar para asegurar calidad, que no había salida y que la empresa paraestatal está ahogada en deudas. Lo que no le dirá es que la impunidad y las complicidades impiden darle castigo a los culpables de las dificultades financieras, que la experiencia internacional indica que los servicios públicos privatizados son los más caros del mundo y que la tendencia internacional en estos momentos es la desprivatización. Tampoco le dirán que ninguna experiencia privatizadora en este país ha resultado exitosa.

¡Prepotente!

Le dirá que no confunda liderazgo y don de mando con una actitud que no conoce porque se ha dedicado a trabajar para ofrecer resultados. Jamás le dirá que en corto con sus amigos, el político dice que el poder se ejerce hasta sus últimas consecuencias. No le dirá tampoco que cuando pierda el poder llorará y será un corderito ante los nuevos detentadores del poder. Que se humillará con tal de conservar su puesto o en su caso las prerrogativas. Ahí sentirá en carne propia la prepotencia de los nuevos dueños del poder y los calificará de inútiles que no saben gobernar. Jamás aceptará que su tiempo ya pasó.

¡Corrupto!

Atrévase a gritarle así y verá como el político hasta gozará porque usted no podrá comprobarle lo que dice, y no podrá porque el político forma parte de un grupo en el poder que se protege y hace de la impunidad un hábito. A usted no le quedará más que resignarse a la usanza de aquella famosa anécdota cuando al político lo acusan de ratero y este pide pruebas de la afirmación; le contestaron que lo acusaban de ratero, no de pendejo.

Intente al mismo tiempo todas las anteriores, lo único que provocará será lo siguiente:

a)     Verá al político defendiéndose en las redes sociales.

b)    Engrosará el bolsillo de los empresarios de los medios de comunicación porque hablarán a los noticieros, pagarán desplegados, spots de radio, comerciales de televisión y la nueva moda: pagarán espectaculares; como esos que ve en toda la geografía chiapaneca.

c)     Incluso financiará encuestas y estudios de opinión donde los sesudos estadísticos le dirán que logró el objetivo de posicionarse en la opinión pública, -con negativos claro- pero que la siguiente etapa será convertir esos puntos negativos en positivos.

Ahora pruebe gritando lo siguiente:

¡Renuncia!

Verá como ahora si llama su atención y lo preocupa. Lo preocupa porque en su puesto se siente cómodo, porque para llegar ahí forma parte de un grupo de poder donde hay corruptos, incompetentes, prepotentes, yuppies privatizadores y él tiene una de esas características o todas. Y sabe que si cae de la gracia de los poderosos será acusado de una de esas características.

Weber abundaba que la política es el arte de los compromisos y de la toma de decisiones, y que estos elementos deberían generar más beneficios que costos y definía la política como una forma de actividad de liderazgo.

Otra vez nuestros políticos entendieron mal a Weber y si hacen compromisos, pero con su grupo político, si toman decisiones pero como forman parte de un grupo de intereses, estas tienen costos que después se socializan.

En lo único que si le hacen caso es que están conscientes de que tienen el monopolio del uso de la fuerza. Textualmente el sociólogo alemán dice que Estado “es cualquier comunidad humana que (con éxito) reclama el monopolio del uso legítimo de la fuerza física dentro de un territorio determinado; por lo tanto, el Estado moderno es una asociación obligatoria, que organiza la dominación”.

 

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La incompetencia, las obras faraónicas, la corrupción y la impunidad degradan la política y a los político, pero como a estos no les importa todo lo anterior propician el encono social y el hartazgo popular.

Indudablemente que la política y la administración pública necesitan políticos, el problema está entre quienes hacen política.

La historia nos ha demostrado que siempre da un vuelco y para evitarlo nuestros políticos usan el monopolio de la fuerza pública, por eso el choque con una sociedad que se harta cada vez más es inevitable.

No necesitamos a los políticos actuales, necesitamos ciudadanos comprometidos con el desarrollo. Por lo tanto, ¿Qué hacemos con ellos?

Exijámosles resultados, transparencia, comunicación usando las redes sociales. Dígales cuando tenga oportunidad: ¡Si no puede, Renuncie!

 

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

 

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  1. ¿Qué hacemos con los políticos?* - Revolución Tres Punto Cero - 3 julio, 2014

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