Definición de billetera

No hay peor cosa en el mundo que una billetera vacía.

No hay peor cosa en el mundo que una billetera vacía.

 

La billetera debería ser autosustentable; es decir, debería funcionar como un cajero automático autónomo. En el momento en que la billetera quedara vacía, el poseedor echaría a funcionar la máquina que reemplazaría los faltantes.

Mariana dice que si ya funcionan las impresoras en tercera dimensión entonces es sencillo diseñar una “billetera impresora” que imprima billetes. Si los gobiernos Carrancistas impulsaron tal idea y funcionó, no ve porqué ahora no pueda ser una idea funcional.

Los dueños de La Gran Cartera dicen que eso no es posible. Aducen que todo mundo se convertiría en un delincuente por imprimir billetes “falsos”. Sí, esto suena lógico de acuerdo con las leyes imperantes y sancionadas por el Fondo Monetario Internacional. Pero, con una “billetera impresora en 3d” esto no sería así debido a que no existe ley alguna que lo sancione.

Imaginemos que alguien ya posee dicha billetera y fabrica un billete con el cual compra un kilo de aguacate. El productor aguacatero va e intercambia el billete por dos refrescos. El refresquero (puede llamarse don Coca Colo) va y paga los diez kilos de azúcar. Mientras el billete circula nadie advierte algo malo en la transacción. ¿Quién dicta que cada billete debe tener su correspondiente respaldo en oro en el Banco Central?

Todo esto resulta porque no hay peor cosa en el mundo que una billetera vacía. Se supone que la billetera es un chunche que sirve para guardar billetes. Si la billetera permanece vacía ya no debe llamarse tal. Y, la realidad en México, es que muchísimas billeteras andan con la vocación extraviada. Ya los chistes clásicos dicen que una cartera de piel de cocodrilo salió a calentarse a la orilla de un río y una garza le preguntó: “¿ya comiste algo?” y la cartera dijo: “Sólo una pinche Sor Juana y no se sabía ni un soneto ni una redondilla”.

La definición de billetera es simpática: “cartera pequeña de bolsillo para llevar billetes de banco”. Hay niños a quienes les encanta poseer billeteras, les encanta llenarlas de billetes hechos con papel periódico o con papel blanco. Cuando rellenan las billeteras con papeles blancos les ponen dibujos y valores. Así, dibujan la cara de un hombre o de una mujer y le ponen el número 50. Ah, con esto compran mil cosas en la tienda de la prima Sofía: collares hechos con semillas de maíz o con hojas secas.

Las billeteras están hechas de diversos materiales, las más apreciadas son las que están hechas con piel de cocodrilo. Al principio, los fabricantes de billeteras nunca imaginaron que tales chunches deberían tener un compartimento que, en muchos casos, superan ya el compartimento de los billetes: el de las tarjetas de crédito y de débito.

Mariana dice que algún día estos aditamentos pasarán a mejor vida, sostiene que las billeteras son el símbolo de una economía caduca. Ella dice que los billetes no existirán y que todo intercambio mercantil será controlado a través de un chip. La gente recibirá su salario cada quincena a través de una cédula electrónica y ahí serán controlados todos los pagos. Cree que, así como se enunció al principio, la economía mundial deberá transformarse y la “impresión” de billetes podrá ser un mecanismo justo de reparto de bienes y servicios.

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