Los estudiantes que aprendieron a hacer política contra el presidencialismo

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Igual que el mito-leyenda de que la avestruz esconde la cabeza para defenderse, Emilio Chuayffet, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP) no ha dado la cara ante el movimiento estudiantil del Instituto Politécnico Nacional (IPN), que fue creado cuando Lázaro Cárdenas atendió la petición para la creación de más licenciaturas, maestrías y doctorados en carreras tecnológicas.

El caso es que la directora: Yoloxóchitl Bustamante Díez –impuesta como directora por el expresidente Felipe Calderón y ratificada por Enrique Peña Nieto a instancias de Chuayffet–, y su camarilla, cambiaron el reglamento y los fines académicos para rebajar a simples técnicos a los graduados, al parecer, para ir disminuyendo a esa institución fundamental de la educación superior.

Una vez más, los estudiantes del IPN acusaron el golpe autoritario y como los normalistas en Guerrero, Michoacán, Sonora y Chiapas, se han manifestado públicamente igual que los de la UNAM en 1968 y 1971, a pesar de la sangrienta represión del presidencialismo del bestial Díaz Ordaz y su clon Echeverría.

 

II.- Los estudiantes del Politécnico no fueron ni siquiera informados, y menos consultados. Fue una maniobra al estilo de la política autoritaria donde según sus intereses, las élites disponen “modernizar” lo que, si bien debe ser actualizado, al menos procede sondear opiniones de los afectados o beneficiados, para consensar las medidas.

Eso le pasó al peñismo con sus reformas-contrarreformas, al grado que no las ha podido poner en práctica porque las oposiciones han ido manifestándose, anunciando muy serios conflictos políticos y sociales. Nuestra democracia aún no se desprende de la “dictadura perfecta” del presidencialismo y por eso es que no hay transacciones y consentimientos de la sociedad, ante el abuso desmedido de los poderes contra un pueblo que está constituido por diversos puntos de vista como unión del pluralismo; repudiando la unidad de “el Estado soy yo: el presidente de la república en turno”, al que se alinean nuestros representantes.

 

III.- Es así que los alumnos politécnicos, ejerciendo el Artículo 9 se reunieron “pacíficamente con cualquier objeto lícito” para protestar y pedir su autonomía de la SEP, y democráticamente resolver sus problemas; separar del cargo a la señora Bustamante y abrogar los cambios estatutarios y académicos impuestos.

Ante la magnitud de la convocatoria, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, envió al subsecretario Luis Miranda, quien fue rechazado por los estudiantes. Y finalmente, presa del miedo a lo que podía pasar si no aceptaba la invitación a salir de su despacho para recibir el pliego petitorio, tuvo que aceptar el reto y conocer, por primera vez —y esperemos que no sea la última— lo que es hacer po-lí-ti-ca en el mundo de los hechos.

Osorio Chong apareció con su equipo de seguridad, y nervioso como es su personalidad, tartamudeando, dialogó con la representación de las 32 escuelas del IPN. De tal forma, cumpliendo con el Artículo 8 de la Constitución, recibió el documento que proponía resolver en media hora, creyendo que eran sólo dos puntos; pero el texto contenía 10 peticiones. No sé si tardíamente, pero el peñismo tuvo que aprender de los estudiantes lo que es ejercer el toma y daca de la política, al menos en este caso.

Sin embargo, lo que el secretario de Gobernación no se ha preocupado por atender, son los casos de Tlatlaya, Ayotzinapa, ni a las madres de víctimas de feminicidios y desapariciones en Ciudad Juárez, Chihuahua, quienes llevan 13 días en huelga de hambre sin que Osorio Chong las voltee a ver.

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