Bienvenida a Chiapas Denise Dresser

Foto: mexicanosalgrito.org

Foto: mexicanosalgrito.org

 

Por María Luisa Armendáriz

 

Si bien no he leído tu libro, te he seguido estos últimos tiempos en todas las entrevistas y discursos que has dado empezando con la que hicieras ante los partidos masoquistas, que fue la más extensa y más clara. Admiro en tu valentía que no hayas encontrado un solo escollo para meterte ni un pájaro con cabeza. Es decir: te fuiste lo mismo contra los ciudadanos, contra los políticos, contra los empresarios.

Yo viví en la Ciudad de México treinta años donde el furor de la crítica se da en cada café, en cada universidad, en cada mesa de cualquier hogar. Yo aprendí a ser chilanga, a vivir en esta bellísima ciudad como clase media que además disfruta como tú el Dulce Patria de Martha Ortíz Chapa

Allá fui una gran activista de los derechos culturales, organicé muchas ferias del libro, promotora de la lectura, fui directora de la FIL y la dejé cuando descubrí que Raúl Padilla jamás dejaría su condición de cacique. El año pasado ofrecí cuatro declaraciones al Reforma peleando los derechos culturales de las ong´s en contra del moche y en fin nunca perderé mi condición de activista en favor de los derechos de los indígenas, de la naturaleza y de la cultura. Menos desde mi posición de Presidenta de Na Bolom

Sin embargo admito de entrada que no es lo mismo ser activista desde una posición socioeconómica como la nuestra, visible, ni desde una condición cultural o capitalina de la Condesa o San Angel y ser una activista desde un pueblo perdido de Chiapas con un rifle de palo que casualmente no disparó ni en defensa propia. No es lo mismo ser activista en un carro donde a lo mucho te perseguirán para amedrentarte o se te acabará la gasolina o ser activista en un pueblo donde la policía te ametralla durante cuatro horas y no hay nadie que acuda a defenderte como los jóvenes de Ayotzinapa. Cuando lo haces desde la sierra, cuando lo haces desde Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Guerrero o aún Morelos donde las fosas clandestinas pululan y quien sabe cuántos compañeros míos de las escuelas públicas han dejado la vida por estar en uno u otro bando, la cosa es distinta.

Hace cuatro años vine con una gran candidez a participar en un movimiento ciudadano para rescatar a este pueblo de convertirse en el centro comercial más grande de los Altos de Chiapas. No sabía por ejemplo que a un gobernador no se le dice que no. Pronto, muy pronto, fui perseguida, la Asociación que represento, mi familia y yo recibimos demandas penales, y en los medios locales, todos vendidos y los que no omisos, fui carne de cañón durante varios meses hasta que el estigma de ladrona quedó como etiqueta de mi apellido. Volví por lo que soy, no por lo que hago. Y he dejado que la impunidad se lleve, junto con un trozo de mi hígado, a varios de los peores bandidos, a uno de los peores dictadores y asesinos que ha tenido Centroamérica. No Denise, ser activista en Chiapas no es lo mismo que serlo en el DF, Monterrey o Guadalajara. El otro día en el programa TED decían que un activista en Culiacán a quien le secuestraron a su hermano tuvo el valor de salir a la plaza pública a exigir que se lo devolvieran vivo. Que en menos de cuatro horas hordas de gente lo acompañaron y poco tiempo abrazó a su hermano por última vez, porque recibió un balazo en la cabeza. Al hermano le perdonaron la vida pero a él no.

Yo te diría que desearía desde esta condición que mis hijos no fueran activistas. Yo lo soy por genética pura (y a mi si me entran los zapatos de mi padre, no como a Loret de Mola) pero el día de hoy he comprado boletos para venir a verte, para traerlos a ellos a que te conozcan y te admiren, pero también para pedirles que no sigan los pasos de su madre, que se vayan de este país aunque tengamos que sufrir su ausencia, que labren su destino en un lugar donde votar no sea por la opción menos mala, donde la democracia no sea una quimera y donde vivir sea respirar tranquilos.

Pedimos, suplicamos a los Ordos del Distrito Federal, que salven el anillo del mal y rescaten a nuestro país del partidismo que vivimos. Nosotros apoyaremos, iremos cuantas veces sea posible, enviaremos recursos, haremos paros y seguiremos a Gandhi con su ejemplo. Pero desde aquí no se puede ser activista, a no ser que nos colmen la paciencia como lo hizo Sabines.

3 Comentarios en “Bienvenida a Chiapas Denise Dresser”

  1. Miguel Reyes Múgica
    6 diciembre, 2014 at 12:45 #

    Felicidades, Maria Luisa, por un texto limpio, claro y valiente. Hay muchas formas de ser activista, y todos debemos participar desde nuestros sitios de trabajo apoyando el esfuerzo por promover el mejoramiento social, de salud, educativo y cultural de México. Aún estando fuera de nuestro país puede uno contribuir hacia esa meta. Sé que aún no tocamos fondo, pero la victoria de nuestro esfuerzo es indefectible.

  2. Veronica Farías
    5 diciembre, 2014 at 13:13 #

    Sin duda María Luisa. Eres una activista incansable, de las que México necesita, requiere, urge que existan.

  3. María Luisa Armendáriz
    5 diciembre, 2014 at 11:45 #

    Fe de erratas, primera línea, último párrafo. Dice: Pedimos, suplicamos a los Ordos del Distrito Federal. Debe decir: Pedimos, suplicamos a los Frodos del Distrito Federal. Gracias

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