Revuelta global

Manifestación en la capital francesa. Foto: Reuters

Manifestación en la capital francesa. Foto: Reuters

 

Por Daniela I. Cárdenas Ruíz/El Presente del Pasado

 

La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa sacó a la luz pública la crisis política en que se encuentra sumergido el país, nos reveló la incapacidad de los tres niveles de gobierno para investigar el caso y dar una respuesta tanto a los padres de los desaparecidos como a la sociedad acerca de lo que sucedió en Iguala. La falta de seriedad por parte del gobierno es indignante, pues a más de dos meses de la desaparición de los normalistas aún no dan respuesta a la cuestión principal: ¿en dónde están?

El crimen de Iguala ha repercutido directamente en la sociedad mexicana. Distintos sectores se han reunido para protestar por el pronto esclarecimiento del caso y, en última instancia, para exigir la renuncia del presidente Peña Nieto. Pese a las distintas formas de manifestación y a las posturas políticas, hay un acuerdo en común: crímenes como el de Iguala no se toleran y no se permitirán.

Las muestras de solidaridad con las familias de los normalistas han sido muy diversas y constantes. En las marchas que se llevan a cabo en distintos estados de la república se reúnen estudiantes, trabajadores, intelectuales, artistas y sociedad civil en general, lo que nos dice que la indignación por la desaparición de los 43 estudiantes es compartida por muchos.

Gracias a los medios de comunicación tenemos noticia de que en el extranjero la gente también se está solidarizando y en las redes sociales circulan fotografías de estudiantes de distintos países que se manifiestan en apoyo a los normalistas.

La movilización de la sociedad mexicana debe ser situada en el contexto de inseguridad en el que se vive cotidianamente: la desigualdad, las detenciones arbitrarias por parte de los policías, los miles de desaparecidos, la corrupción de los políticos, sus alianzas con el crimen organizado y en el control que éste ejerce sobre muchos aspectos de nuestra vida diaria. Sólo dentro de esta compleja realidad tanto el hartazgo como las manifestaciones de los mexicanos cobran sentido y pueden ser entendidos. En cierto sentido, nos sabemos vulnerables a ser víctimas de un crimen como el de Iguala.

Me parece que los medios de comunicación y las redes sociales juegan un papel muy importante en la solidaridad que los extranjeros han mostrado ante la desaparición de los 43 normalistas. La información que reciben está acompañada de una gran cantidad de imágenes que ilustran el hartazgo de los mexicanos, imágenes que revelan un México en crisis y en total descontento.

El caso de los diarios extranjeros merece particular atención, pues en ellos se informa acerca de Iguala como de un crimen que desató el caos y la crisis en México. Pareciera que se ignora el descontento que previamente existió por las reformas a la constitución en materia de energéticos, en materia laboral o de educación, por mencionar algunas. Sin duda, la desaparición de los 43 normalistas no es un hecho aislado, como es tratado por medios nacionales e internacionales; es un acontecimiento que tiene que ser analizado en su totalidad.

En una sociedad donde impera el caos, estamos obligados a tomar posturas y a actuar de manera responsable, cuidando nuestra integridad. Debemos asumir nuestro papel como sujetos históricos y sociales de manera consciente para que nuestras acciones tengan el alcance que la coyuntura requiere.

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