Transporte Pirata

Por qué asombrarse de los hechos causados por transportistas en Pijijiapan, si el gobierno por su cegara es responsable de lo ocurrido.

Durante años, las empresas formalmente establecidas –que se cuentan con los dedos de una mano– han denunciado la proliferación del transporte pirata. Denunciaron en su momento como la misma Secretaria de Comunicaciones y Transportes con esa leyenda de tolerados o en vías de regularización, un número de serie y hasta el famoso color naranja hoy ya son verdes, lo único que lograron fue el aumento de más y más unidades, que al margen de la ley, circulan por carreteras donde está prohibido siquiera que un milímetro de caucho se asome.

Como siempre, no hicieron caso y los problemas se han registrado en Comitán, Tapachula, Motozintla, Pichucalco, Tuxtla Gutiérrez, Cintalapa y ahora Pijijiapan. Siempre fueron bloqueos de calles y carreteros, pero ahora han llegado a medidas más drásticas que no son justificables y sí condenables, mas el gobierno federal representado por la SCT y el estatal, por la Secretaría de Transportes, no toman decisiones y no ponen orden tanto en los transportistas piratas como en los “legales”.

Incluso hay nombres de los principales promotores de este cáncer carretero pero como el mismo gobierno realiza alianzas con ellos para el tradicional, pintoresco y típico acarreo de gente en periodos electorales, pues tiene que pagar “facturas” a los “líderes” de esas organizaciones a quienes los han convertido en diputados, regidores y hasta asesores gubernamentales. 

La terminal de corto recorrido en Tuxtla Gutiérrez que administra Octavio Gutiérrez, es un ejemplo del aglutinamiento de transportes piratas que flagrantemente violan la ley. Por ejemplo, tienen prohibido circular por carreteras de cuotas, pero tanto la polEcía Federal Preventiva como los concesionarios carreteros se hacen de la vista gorda. Aunque de manera chafa y sin control de calidad “tratan” (pero todo queda en intentos) de mejorar sus operaciones.

Aunque se realizaron operativos para contrarrestar la competencia desleal, las “terminales” piratas van en aumento y las carreteras cada vez están más llenas de unidades que circulan sin ofrecer las mínimas garantías de seguridad para el usuario que por llegar rápido su destino no le importa arriesgar la vida, y ni porque han sucedido tremendo accidentes la gente no deja de abordar esas unidades que prácticamente son ataúdes rodantes pues no hay control sobre las condiciones mecánicas de los vehículos ni los choferes están capacitados.

Las motos empleadas como taxis también son un peligro para los usuarios pues el exceso de velocidad con que circulan y la mala estabilidad de esos vehículos, son elementos suficientes para no permitirse, sin embargo han proliferado en lugares donde el transporte local es deficiente y caro.

Hay dos constantes en este fenómeno del transporte. La primera, cada vez la oferta es mayor pero los usuarios no han crecido en la medida de las “autorizaciones” de concesiones. Los permisos son un gran negocio para líderes y funcionarios gubernamentales.

La segunda, las arbitrariedades del sector transportista van en aumento bajo la complacencia de las autoridades correspondientes: Accidentes, prepotencia, cierre de vías federales, secuestro social, abuso en tarifas, irresponsabilidad social, participación en hechos delictivos e impunidad.

¿Y a pesar de todo esto el gobierno insiste en no ver la realidad y hasta los integra como parte de su “programa de “seguridad”? Dios Nos Salve.