El abuelo de la marimba

Don Víctor integra esas legiones de subempleados de la tercera edad en Chiapas para quienes no existen programas específicos institucionales según sus experiencias, talentos y energía aún productiva. Foto: Arlequín

Don Víctor integra esas legiones de subempleados de la tercera edad en Chiapas para quienes no existen programas específicos institucionales según sus experiencias, talentos y energía aún productiva. Foto: Arlequín

 

En el Chiapas de la marimba destacan quienes nacieron arropados con la alegría de los ritmos de la marimba, como don Víctor Gutiérrez Cruz y su relación   de 56 años con las maderas que cantan.

Discretos, callados y casi en las sombras, los constructores y ejecutantes de la marimba enfrentan, sin embargo, la marginación, el abandono y el olvido institucional de las autoridades turísticas y culturales.

Don Víctor es descendiente de marimberos. Nació en un barrio de árboles de caipoquí y vertederos de agua del municipio de San Fernando. Este ambiente natural de música nocturna de viento y susurros del agua le aportó las primeras cadencias.

El músico de 79 años es hijo y nieto de marimberos con quienes tocó en plazas y festejos municipales de aquella región del centro de Chiapas.

El mundo de la marimba se abrió para don Víctor en el rancho San Francisco y el poblado Las Maravillas, al lado de sus hermanos cantantes. Con ellos, guitarra al hombro, empezó su andar musical por bares y fiestas de pueblos.

El anciano filarmónico cuenta que en los paisajes montañosos de su tierra percibía las sonoridades de las teclas de madera.

Los árboles retumbaban de sonidos armoniosos cuando caían en la ladera, o eran trozados por los campesinos.

La ejecución se fortaleció con la construcción de marimbas. A sus 14 años el septuagenario marimbero construyó su primera marimba.

 

Ayudado por un machete inicié la construcción de las teclas de mi primera marimba; la afinación musical lo conseguía a puro oído.

Mis primeras marimbas me las compraron mi abuelo y mis tíos; las estrenaban luego las vendían también.

La elaboración de marimbas con buenos ritmos y de calidad nace del seno de la tierra, donde el árbol de hormiguillo surge y se reproduce.

Don Víctor vive desde hace décadas en la colonia Terán de Tuxtla Gutiérrez. Sus condiciones económicas son precarias. Sobrevive con los escasísimos encargos para construir o reparar alguna marimba, o realizar alguna tocada de barrio.

Esta adversidad no debilita el ánimo ni el entusiasmo de El abuelo de la marimba.

Relata los indisolubles lazos que lo unen al artefacto. El árbol hormiguillo-marimba adecuado debe crecer en la cumbre de las montañas para las teclas sean armoniosas y de sonidos claros.

El calorcito del sol y el viento nutre a este tipo de árbol, les impregnan sus armonías; pero los hormiguillos de hondonadas y cañadas no sirven, no suenan bien, son bofos.

En su modesto taller, y su casa de madera, don Víctor afirma que no bastan las estructuras ni las formas para obtener una buena marimba.

Que el secreto para conseguir buenos sonidos reside en entonarla y afinarla muy bien.

Cuando cae alguna   chamba las manos rugosas del marimbero de antaño   palpan y labran las maderas.

Los arañazos de la rudimentaria garlopa, el buril y el barniz moldean la madera que se multiplica en colores rojo, ámbar marrón.

La búsqueda de las armonías es paciente, siempre respaldada por el oído musical nato; el reto es qué fracción o astilla de madera posee la cajita sonora cuando se seleccionan las teclas de la marimba.

La crisis económica golpea a don Víctor porque su oficio de artesano y de marimbero ocasional, apenas si le permiten sobrevivir. El casi octogenario hombre logra, cuando bien le va, construir dos marimbas y repara igual número de instrumentos al año.

 

Algunas veces le llegan oportunidades como ejecutante.

Entonces me pongo la marimba al hombro, echo mano de mi experiencia, y a tocar sea dicho, para ganarme algunos pesitos extras.

Pero en los días de aplastante crisis económica acude a sus hijos para que le presten algún dinero que acuerda pagar después.

Don Víctor integra esas legiones de subempleados de la tercera edad en Chiapas para quienes no existen programas específicos institucionales según sus experiencias, talentos y energía aún productiva.

Desmerecen y se apagan en el silencio y el abandono del gobierno que no les reconoce su gran aportación ciudadana, quienes con su conducta de civilidad y trabajo labraron el Chiapas actual.

Sin comentarios aún.

Deja una respuesta

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Comparta su opinión. Su correo no será público y será protegido deacuerdo a nuestras políticas de privacidad.