El matrimonio, el espectáculo y la política

Anillos

 

En 1983 la banda inglesa de rock “The Police” graba su último álbum de estudio, titulado “Synchronicity”, en dicho trabajo discográfico se incluía un tema que ha pasado a la posteridad y que identifica a su compositor Gordon Matthew Thomas Sumner mejor conocido como “Sting”; se trata de “Every Breath You Take”.

El tema que suena romántico; fue compuesto después de una ruptura amorosa y según Sting, la letra en realidad habla del estado emocional que le dejó la ruptura. Incluso ha declarado que se ha sentido desconcertado ante lo que mucha gente piensa de la canción ya que en realidad “Every Breath You Take” habla de las obsesiones del amor perdido, los celos y el acoso.

Ante la insistencia de la gente que le afirma que esa canción ha sido el tema nupcial de su propia boda, Sting solo levanta el dedo pulgar y les desea buena suerte.

En la película “Frida” producida en el 2002 por Salma Hayek, la guapísima Ashley Judd en el papel de Tina Modotti, pronuncia un discurso con motivo del matrimonio entre Diego Rivera y Frida Kahlo:

“No creo en el matrimonio. En el peor de los casos es un acto político hostil; una forma de que los hombres mantengan a las mujeres en casa y fuera del camino, disfrazadas de tradición y tonterías conservadoras religiosas. Cuando mucho es una ilusión feliz; son dos personas que se aman de verdad y no tienen idea de cuánto van a hacer sufrir el uno al otro. Pero; cuando dos personas saben eso y deciden con los ojos bien abiertos mirarse a la cara y casarse de todas formas; entonces no creo que sea conservador e ilusorio; creo es radical, valiente y muy romántico.”

 

En México, mucho ha llamado -y por varios motivos- la atención el enlace matrimonial del gobernador chiapaneco Manuel Velasco Coello y la actriz Anahí Puente.

Entre estas razones podemos enumerar que los dos personajes son figuras públicas; que los dos pertenecen a mundos distintos que cuando se alían representan un impacto mediático que es aprovechado por las dos partes.

También que harán vida en común en el estado más pobre del país y sobre todo, que el esposo es el primer mandatario del estado; y por tanto sus decisiones tienen un impacto sobre la marcha de la entidad.

Estas razones hicieron que la pareja Anahí-Manuel Velasco haya llamado la atención más allá de las fronteras del estado.

La pregunta es: ¿Ellos buscaron que así fuera? y también ¿en qué ayuda al desarrollo del estado el impacto mediático de esta unión?.

No es la primera vez que una pareja combina el mundo del espectáculo con la política, se han dado casos en todo el mundo, pero en los últimos años en México se ha repetido esta fórmula.

Nicolás Sarkozy y Carla Bruni en Francia; Miguel Alemán y Cristian Martell, Silvia Pinal y Tulio Hernández hace ya un buen rato, y más recientemente Victoria Ruffo y Omar Fayad, Galilea Montijo y Fernando Reina y otros tantos.

Pero la unión entre miembros del espectáculo y políticos más mediática, más reciente y de mayor impacto ocurrió entre Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto. La pareja llamó poderosamente la atención porque Peña Nieto es el presidente de México y es la primer pareja de la dupla espectáculos-política que accede a la presidencia mexicana.

Hoy ella es la presidencia honoraria del sistema nacional para el desarrollo integral de las familias o DIF y su esposo, el responsable de tomar las decisiones más importantes del país en el ámbito político, económico y social.

Probablemente la unión de la ahora pareja presidencial cumplió un propósito fundamental en las épocas de la candidatura a la presidencia y de la campaña política que se concretó el día de las elecciones: hacer que la figura del candidato a la presidencia de la república llegara a un público al que no le interesa la política y que está pendiente de las noticias de espectáculos; esto inevitablemente llegaría a transformarse en votos constantes y sonantes y claro está también en aspectos negativos, porque apartando los aspectos amorosos, -que seguramente los hay- mucha gente asocia esta unión matrimonial como un pacto simplemente comercial.

El asunto es que hoy esa asociación matrimonial entre Peña Nieto y Angélica Rivera cumplió una función que hoy tiene ya negativos.

Mucha gente acusa que esta fórmula de la pareja presidencial se reproduce en la figura del gobernador y su hoy esposa Anahí. No me parece que los dos sean tontos como para no haber pensado en la conveniencia del enlace.

 

Los tres aspectos que hay que hacer notar es que:

1.- En lo personal repruebo las burlas, un servidor no acostumbra hacérselas a nadie. Créame que con las veces que yo mismo me río de mí, me basta para no reírme de nadie más. Sin embargo las entiendo; México y Chiapas viven una crisis permanente y uno de los escapes sociales ante la falta de empleo y de oportunidades son las redes sociales, en donde hay un espacio para la expresión popular que no la ofrecen ni la radio, ni la televisión y mucho menos los periódicos.

2.- Me gustaría ver al gobernador fuera ya de los asuntos de la promoción personal y la publicidad exacerbada que ha permeado incluso a sus colaboradores más cercanos. Me gustaría ver transparencia en los gastos de publicidad, equidad en las campañas electorales y sobre todo; me gustaría ver a un equipo de trabajo no solo administrando problemas sino también proponiendo e implementando estrategias para el desarrollo del campo, de nuestras ciudades, de la educación, impulsando el desarrollo de la innovación y atrayendo inversiones directas que fomenten el desarrollo de nuevas fuentes de empleo. ¿Usted ha visto al gabinete aplicándose en ello? Por supuesto que no. Todos andan en la promoción personal. Imitan lo que ven más arriba en la estructura gubernamental.

3.- Me gustaría ver a nuestra hoy Primera Dama, asumiendo a plenitud su rol con los más vulnerables del estado. Apoyando campañas contra la violencia de género, desarrollando las capacidades de las mujeres de nuestro estado, gestionando recursos para la creación de economías de traspatio y de microempresas femeninas.

 

Solo de esta manera -como dicen los economistas- maximizarán su alianza; si es que sobre todo el gobernador Velasco Coello, quiere continuar su carrera política.

La formula efectiva para ello ya no la representará la publicidad desmedida, ahora son necesarios los resultados, porque la opinión pública ya no calificará -para lo que venga- si la pareja saluda y convive con el Jet Set nacional, si saludan a las hermanas Kardashian y un largo etcétera; ahora querrá que no existan asuntos como la Casa Blanca de Peña Nieto y Angélica Rivera, por lo menos.

Tim Harford, el economista inglés autor de los jocosos best seller “El economista camuflado” y “La lógica de la vida” da con su obra, y especialmente en un texto que incluye en la última obra citada numerosas pistas interesantes sobre el matrimonio que creo conveniente reseñar en ocasión de este matrimonio y de muchos más mediáticos o no mediáticos.

Harford dice que gracias a Adam Smith se descubrió la división del trabajo. Para entender esto, es necesario recurrir al ejemplo clásico de Smith: Si una sola persona fabrica alfileres, hace menos de cien al día; mientras que si dividimos el trabajo entre varios, se pueden fabricar hasta 10 mil alfileres en un día.

De manera que Harford traslada esta idea de la división del trabajo al matrimonio; contrato social que califica como una vía fundamental para obtener la división del trabajo porque si te casas, probablemente uno tenga un trabajo y la pareja se dedique al hogar, pero los dos disfrutarán lo mucho o poco del salario y compartirán el cuidado de los hijos; o los dos trabajan, cuidan el hogar y aumentan el nivel salarial y por tanto también cuidan a los hijos y estos van a mejores escuelas. Es decir, para usar un lenguaje economicista; la división del trabajo desencadena las economías de escala y lo hace aún en el matrimonio.

O sea que la pareja se casa, se especializa y comparte. Claro está que también la pareja tiene ambiciones y por lo menos sueña con un futuro mejor para sus hijos.

Es en ese momento que se pone en práctica lo que se llama las ventajas comparativas, es decir la especialización o quién hacer mejor una cosa que otra persona; en el hogar, por convencionalismos sociales la mujer cuida los hijos y el hombre sale a la calle a trabajar.

Pero Harford dice que muchas veces esta especialización no tiene sentido, porque seguramente el esposo no necesariamente es más competente que la esposa en el mundo laboral; lo que sí es seguro, es que la pareja tomó esa decisión porque el esposo es un incompetente en el cuidado de los hijos y en el hogar.

Harford dice que el esposo consigue sexo más o menos seguro y ella alguien que se haga corresponsable de la cría de los hijos. Pero evidentemente quien pierde es la mujer porque puede ser mejor trabajadora que un hombre y sin embargo prefiere cuidar a los hijos. Sin embargo, prosigue el autor, en un mundo menos conservador donde exista la posibilidad del divorcio, la utilización de los métodos anticonceptivos e instrumentos modernos para las labores del hogar, las que continúan perdiendo son las mujeres, porque escasearán las posibilidades de casarse, ya que a pesar de que no existe más un trinomio sexo-maternidad-matrimonio que las ate a alguien incompetente para los trabajos del hogar; esto las hará más selectivas con sus parejas para el matrimonio.

Los hombres en cambio, acostumbrados a tener más parejas sexuales, pensarán más en casarse y entonces se casarán a una edad más madura. Ante este contexto; ¿qué tienen que hacer las mujeres? Harford dice que retrasar la edad de reproducción y prepararse para probablemente afrontar sola un hogar.

Inevitablemente según Harford la mujer tendrá mayores ingresos y el mundo se convertirá en un lugar mucho más interesante para los dos sexos. Esto hará que ellas puedan ahora exigirle al hombre compartir con responsabilidad las tareas del hogar y el cuidado de los hijos.

Todo ello según el autor, se logra cuando el matrimonio se realiza a la mediana edad. Las dos partes ganan en todo en igual proporción.

Hasta ahí, Harford solo aporta supuestos felices. Pero también se pregunta, ¿Qué pasa con el divorcio?. Entonces argumenta que probablemente se piense que beneficia en primera instancia al hombre porque se puede buscar otra pareja; pero afirma que también da poder a las mujeres porque tienen ya una salida de emergencia a un matrimonio mal avenido y el temor al divorcio puede incentivar a los hombres a portarse mejor con su pareja, es decir por lo menos hace pensar dos veces el uso de la violencia doméstica. Por eso, Harford concluye que el divorcio es bueno para las mujeres.

Ante las críticas de Harford a la institución del matrimonio, ante la creencia general que Sting compuso su emblemática canción como una oda para el amor y ante el panorama que afrontará la reciente pareja; en el sentido de que ya no funcionará el impacto mediático de sus acciones y -sobre todo- ante lo que realmente necesita que los gobernantes hagan por su estado; me quedo con las palabras de Ashley Judd interpretando a Tina Modotti:

“No creo en el matrimonio… Pero; cuando dos personas deciden con los ojos bien abiertos mirarse a la cara y casarse; entonces no creo que sea conservador e ilusorio; creo es radical, valiente y muy romántico.”

 

Felicidades a la pareja y a todos aquellos que no creyendo en el matrimonio, deciden pasar el resto de su vida al lado de otra persona, sean políticos, artistas, empresarios, obreros, campesinos, burócratas o lo que sea. Qué bueno que encuentran pareja aunque parezca dispareja.

Twitter: @GerardoCoutino

Correo: geracouti@hotmail.com

Un comentario en “El matrimonio, el espectáculo y la política”

  1. MANUEL ANTONIO CRUZ CONCHA
    29 abril, 2015 at 18:02 #

    excelente!

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