La ciudadanía rompiendo los monopolios políticos

Monopoly

 

En economía un monopolio es un fenómeno que ocurre cuando una sola persona o empresa es el único proveedor de un producto específico. Cuando aparecen es porque en el país donde se identifican; las leyes que forman el derecho público y específicamente las que conforman el derecho económico son débiles o francamente permiten su aparición.

Y es que un monopolio atenta contra la libertad de elección y lo que es peor, cancela opciones que al final se traducen en un costo monetario elevado para cualquier particular, porque inhibe la competencia. Además, si el derecho económico es débil; los monopolios realizan alianzas, fusiones y adquisiciones; lo que al final de cuentas afianza el poder de los monopolistas y no permite la entrada a los mercados de productos novedosos e innovadores.

Si el derecho económico no norma las condiciones de competencia económica en un país; este pierde competitividad con el resto de los países, porque la competencia alienta la innovación y ésta a su vez hace aparecer productos más modernos y a menor costo.

La literatura en ciencias económicas habla también de monopsonios, que ocurre cuando en el mercado hay un solo comprador de un producto; de carteles u oligopolios, en donde varias empresas formal o informalmente se coordinan para monopolizar los servicios o el precio de las mercancías y evitar que otras entren a competirles.

Cuando evitan la competencia, los oligopolios adquieren lo que se conoce como “poder de mercado”, es decir; tienen ya la capacidad de elevar el precio de los productos sin perder clientes, puesto que obviamente no hay a quien más comprarle un producto igual.

En México existen y coexisten varios monopolios, porque no compiten contra ellos, es decir; se dedican a diferentes actividades económicas, por lo que no solo son monopolios; son también grupos de intereses económicos cuya influencia va más allá de la esfera de las actividades económicas, también afectan a las decisiones políticas porque para sobrevivir tienen que incidir en la política y la forma de realizarla.

El catálogo de monopolios en México es amplio y es una vergüenza a nivel internacional, porque su existencia atenta contra la libertad económica que promueven nuestros sucesivos gobiernos desde 1988 con la llegada de Carlos Salinas de Gortari a la presidencia de la república y la implantación de un sistema económico neoliberal que para subsistir necesita la competencia, pero que en sus extrañas lleva su propia contradicción; los monopolios.

La lista es larga: TELMEX en telefonía, Televisa y TV Azteca en la televisión, CEMEX en la industria de la construcción, Peñoles en la minería, la Cervecería Modelo con el 65 por ciento del total del mercado cervecero, FEMSA con la Coca Cola y las tiendas de conveniencia OXXO, Bimbo con la panadería industrial más grande del país y el Grupo Maseca entre otros.

Un dato espeluznante sobre los monopolios en México y el derecho económico: si bien la Constitución nacional de 1917 en su artículo 28 prohibía los monopolios; fue hasta 1992 que se creó un órgano regulador de la competencia en nuestro país y es solo hasta el 2013 que el organismo regulador de la competencia en México goza de autonomía. Claro que hemos pasado del periodo estabilizador posterior a la revolución, a la sustitución de importaciones y al modelo neoliberal; pero estrictamente hablando, su regulación obedeció no a las instituciones, sino a los deseos o intereses de un solo mexicano; el presidente de la república.

Pero si los monopolios en México son parte de nuestra vida económica, se aprovechan de un marco jurídico débil, atentan contra la libertad económica e inhiben la competencia, también están presenten en la vida política.

El monopolio no innova, tiene una ganancia asegurada y no existen incentivos para que se modernicen.

Eso mismo pasa con nuestros partidos políticos. No innovan, la ley les da el derecho a los ciudadanos a votar, pero ese voto se circunscribe a una oferta política que le es impuesta por los partidos políticos y los grupos de poder, por lo tanto la oferta política es débil.

En consecuencia tal y como sucede con los monopolios económicos, los efectos lo siente la población, la cual tiene que escoger entre la oferta política que le brindan los partidos políticos, pero la calidad de los candidatos es lo que deja mucho que desear. Igual como la calidad de los productos de los monopolios económicos.

En el fondo esto afecta la calidad de nuestra democracia, que ni es directa, ni es representativa y no es efectiva. Sencillamente porque nuestros políticos no responden a los intereses de las mayorías, responden a los intereses de unos cuantos, lo mismo que un monopolio.

Así aparecen la telebancada, la junior bancada y las dinastías políticas que incluso se pasan de generación en generación como evidencia esta investigación periodística http://goo.gl/gVV2gm.

Por eso, si a los monopolios no les interesa saber el esfuerzo que realiza la gente para comprar un producto básico porque son ellos los que tienen el poder de mercado; los partidos políticos mexicanos que ni son democráticos, que ni ejercen la democracia directa y tampoco promueven la democracia efectiva -es decir la de resultados en las cámaras- tienen una enorme incapacidad para expresar en acciones concretas los reclamos sociales.

Y más aún, al igual que los monopolios cuando obstaculizan el ingreso al mercado de otros competidores legal o informalmente; los partidos políticos obstruyen con obstáculos legales la posibilidad real de que ciudadanos independientes se presenten a las elecciones con ideas frescas. Jaime Rodríguez Calderón, “El Bronco” en Nuevo León es la excepción que confirma la regla.

Lo duro para la ciudadanía de soportar a los monopolios políticos, es el trago amargo que representa el oír siempre expectativas de cambios, ilusionarse con ellos y después inevitablemente regresar a nuestra dura y cruda realidad.

Afortunadamente las opciones de lucha contra los monopolios son ya muchas y como siempre vienen desde abajo. Son una construcción ciudadana probablemente desde 1985 y para asustar a los monopolios, ya son varias.

Entre ellas se encuentra la del “Candidato transparente” en donde los candidatos a puestos de elección popular presenten: una carta compromiso de hacer pública su declaración patrimonial en caso de resultar electos, presenten también la declaración de intereses y la declaración fiscal.

Se encuentra también la plataforma “Voto informado” desarrollado por la UNAM, en donde cualquier ciudadano puede conocer a los candidatos a diputados federales, sus posturas sobre temas específicos y sus propuestas, para que con ellas, el ciudadano esté informado y tome la mejor decisión a la hora de emitir su voto.

Apareció también la plataforma “Por el México que merecemos” Donde previo a las elecciones se les pide a los candidatos a comprometerse con una Agenda Mínima Ciudadana sobre la que se les exigirán cuentas si resultan ganadores.

“Yo me Muevo” y “Yo decido DF” son dos propuestas locales para la capital de la república que engloban los esfuerzos y peticiones de diversas ONG´s para que los candidatos se comprometan con acciones específicas y los ciudadanos conozcan las propuestas de quienes pretenden gobernarlos.

En materia más específica, 124 organizaciones se unieron para crear la plataforma “10 Compromisos por la educación nacional con equidad y calidad” en donde se invita a los partidos políticos y a todos sus candidatos a puestos de elección popular a firmar 10 compromisos por la educación nacional con equidad y calidad

Seguramente a nivel local en todo el país existen más iniciativas ciudadanas como estas o incluso más novedosas, pero lo realmente importante es que en México existen miles de ciudadanos comprometidos con combatir los monopolios políticos, es decir; cuestionar a los grupos de poder, ponerlos en evidencia y comprometerlos a realizar bien el trabajo para el que fueron elegidos.

Bien por la ciudadanía que da paso tras paso para sacudirse el monopolio que detentan en nuestro país los partidos políticos. De abajo hacia arriba es la ruta que nos dejan porque si algo ha aprendido la ciudadanía es que dichos monopolios políticos son lo que más nos duele y obstaculiza nuestra democracia: son insensibles.

Twitter: @GerardoCoutino 

Correo: geracouti@hotmail.com

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