Disparando a los pies II

José Ramón Guillén

Foto: Roberto Ortíz/ Chiapas PARALELO.

Foto: Roberto Ortíz/ Chiapas PARALELO.

Finalizaron las elecciones y son muchos los análisis que se realizan y realizarán en estos próximos días sobre la jornada electoral con sus episodios violentos, o las siempre presentes artimañas en busca de influir en el voto de los ciudadanos. Algo similar está ocurriendo con las reflexiones en torno a los movimientos en los partidos, el alza de alguno o el descenso de otros. Pero no es ninguno de estos temas el que se abordará hoy, sino el papel que jugarán los representantes chiapanecos en el hemiciclo de San Lázaro en los tres años que dura su encargo popular y la comparación que puede realizarse con lo que acontece cotidianamente en el Congreso chiapaneco.

Se hace hincapié en el desempeño de los legisladores porque muchos son noveles en el ejercicio parlamentario, por decir lo menos, y la dinámica que se vive en el hemiciclo de la Ciudad de México nada se asemeja a la vilipendiada cámara de diputados local. Los partidos tienen una estructura de decisión o participación parlamentaria y un accionar en comisiones que implica tareas concretas en busca de propuestas, también precisas, en forma de disposiciones legislativas. Ese es un aprendizaje y un compromiso que requiere, si la tarea se entiende en su real contenido, de indudable entrega y esfuerzo, además de que los partidos con sus previsibles alianzas o desencuentros juegan en la arena de la negociación o del conflicto dependiendo de los intereses programáticos o coyunturales que representen.

Es una lástima que aquellos legisladores comprometidos no puedan optar a su reelección, así lo dicta la ley hasta el momento, pero no cabe duda que su labor si la cumplen a cabalidad representa un ejercicio de responsabilidad sustentada en la representación que la ciudadanía les encargó en la jornada electoral pasada.

Sería bueno preguntarse si alguno de estos aprendizajes es posible que se trasladara al Congreso del estado de Chiapas quien lleva siendo una mera comparsa del gobierno o partido político en turno. La unanimidad es un deseo y un logro cuando surge de procesos negociadores encaminados a solventar problemas concretos o emerge al hilo de propuestas de largo aliento que diseñan políticas, en este caso estatales, en busca de planificar acciones de desarrollo o de la naturaleza que sean; pero esa misma unanimidad deviene ridícula cuando solo es un gesto servil, por decir lo menos. Ya son demasiados gobiernos sin oposición, sin desacuerdos o desavenencias propias de cualquier democracia, así que un estado tan plural como el de Chiapas no muestra ninguna pluralidad en sus representantes locales en el Congreso estatal.

La simulación es propia de los seres humanos y fundamental en la creación literaria, pero es imposible engañarnos a nosotros mismos consuetudinariamente en el ejercicio del voto.

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