Promesas incumplidas

El tono trinfalista de la promulgación del 20 de diciembre del 2013 se disuelve ante la realidad, dos años después. (Foto Proceso)

El tono trinfalista de la promulgación del 20 de diciembre del 2013 se disuelve ante la realidad, dos años después. (Foto Proceso)

 

Por Halina Gutiérrez Mariscal/El Presente del Pasado

El 20 de diciembre de 2013 se finiquitó el proceso para la modificación de los artículos 25, 27 y 28 constitucionales, que abrirían la puerta a la inversión privada en sectores estratégicos del aprovechamiento de los hidrocarburos.

En la ceremonia preparada para lo que hasta ahora ha sido una de las reformas más publicitadas e importantes de la actual administración, el encargado del Ejecutivo dijo: “los mexicanos hemos decidido superar mitos y tabúes para dar un gran paso hacia el futuro a través de sus instituciones democráticas. México se ha pronunciado en favor del cambio y la transformación”.

Al hablar de los beneficios que traerían dichas modificaciones al texto constitucional Peña dijo que se podrían explotar los abundantes yacimientos de hidrocarburos que hasta ese momento no habían sido rentables para Pemex; el país contaría con más recursos financieros del sector privado y tecnologías de punta; México crecería más rápido, generando oportunidades de desarrollo y empleo para cientos de miles de ciudadanos.

Además, dijo, se elevarían la productividad y competitividad de toda la economía nacional; la oferta de trabajo especializado crecería; se apoyaría la economía de las familias mexicanas al reducir el costo de la luz y el gas; contribuiría a tener mejores precios de alimentos; se producirían energéticos más limpios; se facilitaría el despliegue de las energías renovables y la cogeneración de energía; se implementaría el Fondo Mexicano del Petróleo para la Estabilización y el Desarrollo, y se fortalecerían los órganos reguladores del Estado en materia de energía. Muchas fueron las promesas y triunfalista el tono.

En ese mismo contexto, el secretario de energía, Pedro Joaquín Coldwell aseguró en entrevista, que todos esos beneficios prometidos comenzarían a llegar dos años después de la promulgación. El plazo se ha cumplido. ¿Cómo le ha ido al presidente y a su reforma con el cumplimiento de las elevadas expectativas creadas? Veamos.

En lo que respecta al crecimiento económico del país y el poder adquisitivo de las familias, en mayo de 2014 el Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la UNAM señaló en una investigación, que el poder adquisitivo en dieciséis meses que llevaba la gestión de Peña Nieto, registraba una pérdida acumulada de 3.45%. Sólo considerando los alimentos, del 1° de enero del 2013 al 12 de abril del año 2014 el precio de la canasta alimenticia recomendable (CAR) aumentó 7.62% contrastando el 3.90% de incremento al salario mínimo nominal diario para el año 2014. La investigación anotó que para poder adquirir dicha canasta  por día, un trabajador promedio tendría que laborar 22 horas.

Otra de las promesas de la reforma energética es que se crearían más empleos, mejor remunerados. Hace apenas unos días nos enteramos de que Petróleos Mexicanos estaba buscando cancelar entre dos mil y tres mil plazas de trabajo, para reducir sus costos de operación en 62 mil millones de pesos.  En otra de sus investigaciones el CAM arroja el dato de que para el tercer trimestre de 2014 había en el país 9 millones de desempleados y que para quienes sí estaban empleados, las jornadas laborales habían aumentado y los ingresos disminuido.

Hablemos de sólo un aspecto más. Uno de los argumentos de la reforma energética fue la búsqueda de energías limpias y renovables, que serían viables con las nuevas inversiones. ¿Qué desempeño han tenido las empresas con las que el gobierno peñista ha hecho contratos, en lo que respecta al cuidado del medio ambiente? Baste como ejemplo la discusión para la aprobación del procedimiento de fractura hidráulica en la extracción de hidrocarburos y gas natural. Como han repetido los especialistas, este procedimiento no sólo amenaza los derechos territoriales y acuíferos de miles de comunidades en el país, sino que resulta un grave peligro para el medio ambiente.

Hace unos días Francisco Garaicochea, presidente del Grupo Ingenieros Pemex Constitución de 1917, y René Sánchez, director de Colectivas AC explicaron en entrevista que debido a la excesiva rigidez fiscal que se aplica a Pemex, en contraposición a los privilegios fiscales otorgados a las empresas inversoras, la petrolera mexicana se verá forzada a ir disminuyendo su capacidad operativa y sus actividades sustantivas, dejando el camino libre para las grandes transnacionales. Pemex, explicaron, asume costos y riesgos de exploración, mientras las ganancias serán para el capital privado.

Con un panorama como ese, y a punto de cumplir los dos años que debían pasar para ver los beneficios de dicha reforma podemos preguntar a Enrique Peña Nieto ¿dónde ha estado el beneficio para México? Al ver cómo sigue creciendo la brecha entre el decil más rico y el más pobre del país, parece quedar claro para quiénes han sido los beneficios.

En el discurso de promulgación de la reforma, Peña Nieto dijo que los mexicanos habíamos decidido y nos habíamos pronunciado a favor del cambio y la transformación. Hoy, que el pueblo griego,  en medio de las más fuertes presiones internacionales, tomó su destino en manos y se afianzó en contra de las imposiciones externas con el apoyo y la promoción de su propio gobierno, que no tomó unilateralmente una decisión de superior importancia para su país, me pregunto, ¿no será que el señor Peña no ha comprendido nunca el sentido de la democracia?

Y ante tan negativos resultados, casi contrarios a lo prometido, y que sonpresentados en medios internacionales de manera clara y desalentadora, valdría la pena exigir una explicación puntual –sí, punto por punto- de cuáles fueron las acciones erráticas que han obstaculizado los resultados esperados de la tan publicitada reforma cuya promoción nos costó nada menos que 336 millones de pesos en tan sólo 36 días de publicidad. Sería necesario además señalar tan estrepitoso fracaso en la mesa de discusión de las reformas que se vienen, y que el Ejecutivo anunció después de su triunfo electoral en los pasados comicios.

No perder de vista la rendición de cuentas será fundamental para intentar detener la debacle en que se sume cada vez más nuestro país, o en su defecto, documentarla para la posteridad.

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