El inocente y el ladrón

EL INOCENTE Y EL LADRÓN

MEMORIA DE UNA PERSECUCIÓN MONTADA DESDE EL PODER SABINISTA

POR

ALFREDO PALACIOS ESPINOSA

 (Primera de diez partes)

 

 

A mi familia por su permanente amor,

A los amigos por la solidaridad manifiesta

Y a mis compañeros que padecieron lo mismo

 

 

El tiempo presente y el tiempo pasado

Acaso estén presentes en el tiempo futuro.

Tal vez ese futuro lo contenga el pasado.

T. S. Eliot

 

A modo de introducción

Con este ejercicio de memoria intento explicar la persecución despiadada que sufrí de parte de un gobierno dictatorial de Juan José Sabines Guerrero, quien usó y abusó del poder en perjuicio de esta entidad y sus habitantes, mismos que hoy sufren las consecuencias al diluirse la fantasía y las mentiras que encubrieron una devastación sexenal sin precedentes, cuyos daños nadie explica ni finca responsabilidades, por el contrario, hay demasiados intereses y personajes en los poderes estatal y federal, encargados de encubrirlo por propia protección. Diariamente las verdades y los vicios ocultos van surgiendo. Cada día se descubre un ilícito más cometido por este personaje con sus cómplices que supo comprar la impunidad.

Convencido que es una responsabilidad moral mantener viva la memoria, no quiero guardar silencio ante actos como los que sucedieron durante esa administración a pesar de exponerme a los ataques de sus beneficiarios.

Así pues, este texto, como dice el doctor Rogelio de la Fuente, refugiado chileno, en su texto Detrás de la memoria: <<…No tiene la pretensión de revelar verdades ni de juzgar la razón, los errores o los delitos>>, porque esa es tarea de jueces e historiadores. En este ejercicio simplemente cuento lo que padecí en “carne propia” a partir de la defenestración y la persecución sufridas, pasando por el destierro, el encarcelamiento, el arraigo (supuestamente desaparecido en la entidad) hasta la recuperación de mi libertad, sin otro rigor que contar la experiencia como simple protagonista, en oposición a lo que no se dijo por rencor, conveniencia o consigna.

Escribo para los míos, víctimas de la angustia y la desesperación. Para los amigos que, sin importarles las amenazas y las intimidaciones se mantuvieron atentos al desarrollo de mi situación, lo que me ayudó a mantener la dignidad ante los sucesivos ofrecimientos cínicos que este gobernante mandó a hacerme a cambio de mentir y traicionar y, por supuesto, también para los compañeros de infortunio que por las mismas razones o con distintos pretextos fueron víctimas de este gobernante de personalidad extraviada.

Reitero, quiero que este ejercicio sirva para mantener viva la memoria y, aunque no soy el primero ni el último que injustamente sufrió privación de la libertad, no puedo sumarme al silencio y a la indiferencia al permitir que gente improvisada y ajena a Chiapas, venga a lastimarnos y a sumirnos en la miseria. En la historia local, hay ejemplos de hombres y mujeres que por “prestar su voz a los sin voz” o por ser críticos ante los abusos del poder han sido perseguidos, pero no de la magnitud de este Sabines, quien ante voces disidentes, opuestas a la frivolidad y a la farándula con que gobernó, “cuadró” delitos para perseguir y encarcelar. Para sembrar el miedo colectivo.

Es cierto que Chiapas es tierra generosa y de gran riqueza cultural, pero es cierto también que no trasciende de la mera anécdota en el terreno político y cultural porque tolera los excesos de sus gobernantes que en la satisfacción del ego, viven en el desenfreno y la adicción, despreocupados del rezago y la pobreza de un gran sector de chiapanecos, que evaden enfrentar los hechos, presumiendo el pasado lejano sin ocuparse de los acontecimientos cercanos.

Los chiapanecos somos orgullosos de la historia remota, pero menospreciamos la inmediata para no comprometer un futuro que es incierto. Los sucesos inmediatos no los cuestionamos: olvidamos que el pasado actúa en forma importante sobre el presente y que éste será pasado.

Sin duda que el peor de los males de Chiapas han sido sus gobernadores formados en la Ciudad de México que vienen acompañados de <<rasputines y fouchés>> para atropellar derechos, corromper y saquear el patrimonio estatal, sin importarles la honestidad ni el bien común. Se someten a los poderes fácticos que los promueven a cambio del saqueo y apoderamiento de la poca riqueza que aún tiene esta pobre entidad a cambio de hacerlos populares y simpáticos, seguros de que el común del pueblo se conforma con despensas y apoyos mínimos a cambio de hacer y deshacer lo que se les antoje con el erario estatal.

La depredación social, económica y política de este sexenio represor y corrupto no fue un acto solitario, sino una asociación delictuosa con una delincuencia organizada, tramada desde que se propusieron expedicionar políticamente en Chiapas. Contaron con cómplices, dentro y fuera de la entidad. Muchos fueron los favorecidos que dividieron y dejaron en la mayor pobreza a los chiapanecos. Aunque ahora, algunos de esos cómplices, cínicamente se deslindan o intentan encubrir los hechos.

Por la pugna de un gobernador enajenado que vio en su antecesor a su peor enemigo, pagamos con cárcel los que deseábamos un Chiapas más justo; que aceptamos formar parte de un gobierno que buscó mejorar las condiciones de los chiapanecos. En suma soy uno de los tantos chiapanecos que sin deberla sufrió persecución y encarcelamiento injusto.

Los medios de comunicación prefirieron el silencio cómplice o no informaron con veracidad, para quedar bien con este gobernante arbitrario a <<cumplir con su tarea social de informar al pueblo>>, como dijo el doctor Belisario Domínguez hace más de cien años a propósito del silencio de los periódicos sobre el saqueo que hacían los gobernadores oaxaqueños enviados por Porfirio Díaz. Algunos editores prefirieron atacar al antecesor de Sabines para agradar y cobrar supina afrenta, creando para el imaginario chiapaneco un movimiento político inexistente que el paranoico gobernador compró y explotó en su beneficio.

Hoy, cuando las voces en las redes sociales exigen castigo, la restitución de la dignidad y el honor colectivos y la devolución de los bienes sustraídos, se impone ventilar los hechos y los abusos en esos seis años de saqueo y persecución, porque a diferencia de este exgobernador, a mí y a otras de sus víctimas nos respalda una biografía de trabajo honrado como consta al propio depredador que quiso desprestigiarnos con la persecución.

En tiempos normales el pasado fue presente, que aquél fue y éste es y afectará al futuro, pero cuando la libertad y la existencia misma están en peligro estos tiempos se juntan. Caminan a la par y acompañan al perseguido que cuestiona y escudriña su pasado para preguntarse qué hizo mal para vivir un presente con un futuro incierto. Ahora sé que cuando se vive una persecución se piensa en el pasado y se suspira por la paz y la libertad arrebatadas.

En el pasado oí de los abusos cometidos en la impartición de la justicia, pero nunca imaginé constatarlo en carne propia y ver cómo gente inocente es víctima de una procuración de justicia arbitraria y artrítica, convertida en el instrumento perfecto para causar daño a quiénes gobernantes como éste, imaginan sus enemigos.

Jorge Semprán dice: <<El tiempo pasado vuelve. Los hechos no son como sucedieron sino como los recordamos>> y así trato de relatarlo pasada la pesadilla porque aún me resisto a creer que haya sido realidad lo que sucedió. Durante esta persecución, la solidaridad llegó de donde menos esperé. Algunos afectos se diluyeron, pero otros llegaron a fortalecerme. El amor de y por los míos creció. Valoré ese amor. Llegaron amigos que no esperaba a sustituir a los que creía más cercanos pero que en realidad no lo eran tanto o fue mayor el miedo o la conveniencia que los alejó. Cualquiera que haya sido la motivación trato de entenderlos.

Con estas líneas recorro el doble camino del destierro y el encierro y ojalá no el entierro, porque a Juan José le gustó tanto el poder que dejó sembrados elementos suficientes para mantenerse en la senda de la influencia y la venganza: para intimidar o para cubrir la mayor corrupción ejercida durante su mandato. El miedo en que vive, así se lo exige, hasta en tanto no entienda que en política, lo que fue ya no es y que el poder no se comparte. Lo más duro para Sabines fue dejar el poder y no escalar otra posición como era su proyecto desmesurado. Para los políticos improvisados es fácil ser, pero no soportan el no ser.

Uno fue el mundo que dejé cuando emprendí el viaje obligado alejándome de mis raíces, con una pequeña maleta con recuerdos y preguntas. Sintiéndome atropellado. El otro fue el de nuevas personas que me dieron refugio y protección y de los que fui despidiéndome conforme mis perseguidores se acercaban. Fue el tiempo de la percepción al peligro; el de la inseguridad y la preocupación por lo que podría hacerles el hombre del poder a los míos. Tardé comprendí que no me enfrentaba a una mente cuerda y coherente, sino a la de un tipo inmoral con la mente enfebrecida. Con la soledad a cuestas por caminos ajenos y pocas veces seguros hasta llegar al penal, descubrí sorpresas desagradables y otras no tanto. El otro camino fue el regreso a la libertad y a la recomposición de mi vida Al de la recuperación de lo perdido con la dolorosa experiencia de un perseguido político acusado de “graves delitos del orden común” con los que la procuraduría justificó la persecución apoyada por el bombardeo publicitario que indujo al miedo.

Rememoro el pasado respirando el aire fresco del presente. No dejo de evocar vivencias del peregrinaje obligado ni del lamentable encarcelamiento y posterior arraigo, entendiendo que éste entramado fue una estrategia judicializada para mantenerme incomunicado y alejado de los tiempos electorales por el temor de un gobierno negado a reconocer la inconformidad y el desencanto crecientes, a pesar del miedo impuesto para guardar silencio ante su abusiva forma de gobernar. El aparato judicial al servicio del tirano alargó el proceso para lograr mi libertad. Fue tortuoso porque no acepté la oprobiosa exigencia de firmar un documento que lo eximiera de responsabilidad, comprometiéndome a no recurrir ante autoridad alguna ni organismo defensor de los derechos humanos al recuperar mi libertad. El represor se fue sin conseguirla.

Reitero, este trabajo es personal. No escribo a nombre de nadie, sino para la memoria personal y colectiva, y para que mis paisanos, al leer estas líneas, sepan lo que una sociedad padece cuando permite que aprendices de Calígula, Leónidas Trujillo o Alazán Tostado, los gobierne.

EL AUTOR

 

 

 

 

 

Y clamaban a grandes voces, diciendo:

¿Hasta cuándo señor (tú que eres santo y veraz),

Difieres hacer justicia y vengas nuestra sangre,

Contra los que habitan en la tierra?

Apocalipsis de San Juan

Cap. VI: 10

Los primeros barruntos

La infamia empezó cuando equivocadamente acepté formar parte del gobierno de Juan José Sabines Guerrero al terminar mi compromiso como titular de la Secretaría de Educación en el gobierno de Pablo Salazar. Hasta ese momento, mi deseo era volver a la dirección del plantel escolar de donde salí, para continuar mi trabajo educativo de cuarenta años, suspendido para hacerme cargo de esa dependencia y si este regreso no era posible, por esas extrañas circunstancias del canibalismo político que se da al final de cada sexenio, tenía la opción de irme a uno de los estados del norte del país, gobernado por un amigo que me ofreció trabajo al concluir mi responsabilidad. Sin embargo, atravesó su cola el diablo y tuve que atender la invitación directa de Juan José Sabines Guerrero para hacerme cargo del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes (CONECULTA), recordando las palabras del otro Juan Sabines Gutiérrez, 25 años atrás, cuando me ofreció y me negué a asumir la rectoría del antiguo ICACH en momentos de crisis, para no convertirme en instrumento persecutor del amigo destituido de ese cargo, cuando iracundo me dijo: «¿No sabes grandísimo cabrón que a un gobernador no se le puede decir no?» Felizmente aquella institución terminó elevándose a rango de universidad. La aceptación a la reiterada invitación del hijo fue el inicio de esta amarga experiencia de vida.

Alfredo_Palacios_Espinosa

Desde que tomé posesión de la dirección de CONECULTA me di cuenta de la anarquía con que empezaba esa administración gubernamental. Ese puesto tenía una dueña que se sintió despojada al darme a mí la dirección general. A partir de ese momento, con los que se sintieron despojados de los cargos que ella tenía prometidos, hicieron sinergia convirtiéndose en sus amanuenses en los medios de comunicación, incluida la vía anónima, para fastidiarme. Ni cómo explicarle a esa señora que yo no busqué el cargo sino que su hermano y compadre, como ella llamaba a Juan José, me lo ofreció y creo que no lo hubiera entendido. Fue el inicio de obstrucciones a las que se prestaron los titulares de Hacienda, Administración y la Coordinación de Comunicación del gobierno. Siguieron los chantajes, desplantes y calumnias que evidenciaban, no sólo el enojo y la molestia, sino la supina ignorancia de lo que es la promoción de la cultura y la política cultural. Con recursos proporcionados por el mismo gobernante, esta venerable señora realizaba actividades paralelas, ostentándose como la directora legítima, rodeándose de otros campeones sin corona que se encargaron bajar de nivel la promoción y difusión de la cultura y las artes. Esta situación fue lo de menos, si acaso una anécdota más que contar. Sabiendo que, si esa era la voluntad y forma de gobernar, no tenía caso calzarse los guantes para pelear con personas que al final de cuentas, resultaron víctimas de la señora. Lo más conveniente fue presentar mi renuncia para irme a casa. En esta dubitación del qué hacer y cómo presentar la renuncia, las desagradables sorpresas empezaron a darse, de tal modo, que muy pronto me sentí desalentado, como seguramente debe sentirse un gallo recién comprado y maneado, deseoso de salirse del encierro. La primera de estas sorpresas fue cuando recibí la indicación del gobernador por interpósito funcionario, como serían las órdenes en adelante, para que reuniera a cien intelectuales y gente representativa de la cultura y las artes para un saludo navideño del nuevo gobernante, dos días después, en la sala principal del palacio de gobierno. Reuní el número de asistentes indicados, encabezados por veinticinco premios Chiapas. Además de los convocados por mí, llegaron otras personas sobradamente conocidas “entre sus cuates”, convocadas por la directora legítima. Esa noche, por mi hábito a la puntualidad, sufrí lo indecible cuando pasaban las horas y el gobernador no se presentaba ni tenía a nadie que diera una disculpa o una mínima y creíble explicación. Tres horas después se presentó Schubert García, el coordinador de giras y eventos para decirme que el señor se encontraba en palacio, pero que no llegaría a la sala hasta que moviera de lugar al poeta Enoch Cancino Casahonda, que se encontraba sentado a un lado del asiento que el gobernante ocuparía. La indicación me pareció absurda, considerando que este poeta era el más querido y representativo de la cultura chiapaneca y sin duda alguna, el más cercano a los afectos de los hermanos Sabines Gutiérrez, sin embargo, haciendo de tripas corazón, obedecí la indicación, pidiéndole disculpas al poeta amigo para moverlo a otro asiento. La reunión fue brevísima donde el gobernador dijo unas cuantas palabras ininteligibles de felicitación y ofrecimiento de una actividad artística y cultural sin precedentes, palabras que jamás cumplió.

Meses después, en una cena organizada por el Congreso del Estado en honor a Carlos Monsiváis, después de que el Congreso le impuso la medalla Rosario Castellanos, por indicación del propio gobernador, cómo sería en adelante el otorgamiento de los reconocimientos a personas del medio político, empresarial o de la cultura que pudieran redituarle algún beneficio a su popularidad o por puro lucimiento político, aunque los galardonados no tuvieran nada que ver con los requisitos establecidos en los decretos de creación de esos premios. Esa noche aprovechando la oportunidad de sentarme junto al poeta Enoch Cancino, me disculpé con él. Este hombre y gran amigo, tan sensible como era, después de oírme, con toda la decencia y caballerosidad reconocidas en él, me dijo: <<No te preocupés hermano mío, ese hombre está loco de poder y la molestia en mi contra no sólo es de él sino de la persona que lo maneja>>. Enseguida me platicó el origen de ese rechazo que venía desde años atrás, cuando fue secretario de gobierno al lado de su amigo el viejo Juan y acudía con dinero y alhajas a la Ciudad de México, para mediar con una de sus mujeres para que no viniera a Tuxtla a descomponer el ambiente familiar del viejo gobernante. La otra razón fue que al anunciar su candidatura para gobernador por el PRD, quería que él, siendo un viejo militante priista lo declarara su candidato. Por el contrario, le aconsejó foguearse como senador por el PRI para que seis años después, fuera el candidato a la gubernatura, “pero esas son otras historias” para contarse en otro espacio. Esa noche como no servían la cena hasta que llegara el gobernador, el galardonado intentó retirarse, viéndose obligados los organizadores a servirla. A partir de este reconocimiento entregado a Monsiváis, cualquier premio o reconocimiento fue otorgado únicamente con el consentimiento y voluntad del gobernador a políticos, empresarios, intelectuales nacionales y uno que otro chiapaneco que se emborrachaba con él o que contribuía en algo a su popularidad en los medios nacionales.

En suma, entendí que éste era un nuevo estilo de gobernar en la que no tenía cabida, por lo que empecé a buscar el modo y momento de renunciar. Nada de lo que me dijo cuando me insistió que aceptara el cargo se cumplió. Fue una simple maniobra maquinada con propósitos perversos. A la falta de respeto a la gente con la impuntualidad o la inasistencia luego de esperarlo por varias horas o al reconocimiento de gente sin merecimientos, siguieron las peticiones de la coordinación administrativa del gobernador para que firmara facturas por trabajos editoriales inexistentes para favorecer: «a los amigos que contribuyeron para la campaña de su amigo el gobernador», me dijo el funcionario a modo de justificación, a las que por supuesto me negué, recibiendo como respuestas el entorpecimiento y retrasos a mis gestiones y presupuestos. Los acuerdos con el ejecutivo se daban a través de tarjetas informativas, nunca personales, que a la vuelta traían el acuerdo de un o un no o simplemente el silencio como respuesta. Luego vino un carísimo Festival Internacional de las Letras, que inició en San Cristóbal y terminó intempestivamente en Tuxtla, por órdenes del enfurecido gobernador afectado en su ego. Este evento fue vendido, como otros tantos proyectos, por su amigo el exgobernador tamaulipeco Tomás Yarrington y la gente que éste incrustó en el gabinete estatal. La organización del citado festival estuvo representado por un poeta de apellido Mendiola, que por la sola agenda telefónica para contactar a sus amigos poetas y escritores invitados a participar, cobró varios millones de pesos parar repetir la versión del evento que realizó en Tamaulipas, dos años atrás. Felizmente esa organización y el manejo de ese presupuesto millonario extraordinario se la apropió la directora legítima (que en el pecado llevó la penitencia). En la inauguración del evento en San Cristóbal se dio un incidente por la impuntualidad del gobernador. Pasada las tres horas de espera del acto inaugural, los escritores convocados se pusieron de acuerdo para iniciar la lectura de los trabajos en atención a la nutrida concurrencia y cuando leía el poeta español Gamoneda, como penúltimo participante, el coordinador de giras Schubert García entró a suspender groseramente la lectura, anunciando que en ese momento arribaba el señor gobernador. Indignado el dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda (q.e.p.d.), se paró diciendo: <<ésta es una grosería más de quien, después de esperarlo más de tres horas, llega a suspender los trabajos, sin una mínima consideración al público y a los participantes. Al señor gobernante le pido que tenga la decencia de esperar a que termine el último participante para decir lo que le tenga que decir>>. Esta brevísima participación que fue aprobada con estruendosos aplausos por los asistentes a la sala, la escuchó rabioso el gobernador, parado en la puerta. Cuando vino el ajuste de cuentas, quisieron culparme de este incidente por mi amistad con el dramaturgo, pero pude explicarle cuando este gobernador me llamó molesto, que nada tuve que ver con la organización porque fui excluido hasta de ser invitado al evento. Por prudencia, no dije que la molestia de los escritores estaba sintetizada en las palabras del dramaturgo: era justa y espontánea y no inducida por nadie. Los amanuenses, presurosos publicaron en los espacios periodísticos a su disposición una versión descabellada, presentándome como el maquinador del incidente. Como consecuencia de este asunto, días después, al finalizar esa semana de lecturas, el gobernador, quizás para quitarse el mal sabor de la reunión de San Cristóbal, invitó al pintor José Luis Cuevas para comer con él en casa de gobierno. Este reconocido artista plástico, llegó al mediodía de la Ciudad de México, cuya atención, de última hora me fue encomendada. Del aeropuerto lo llevé a casa de gobierno como me indicaron, de donde, luego de esperar media hora nos fuimos a palacio de gobierno. Esperamos otro tanto para que nos enviaran a las instalaciones de La Feria Chiapas. Encontrándonos con una concentración de agricultores, campesinos y ganaderos que esperaba al gobernador para una comida y el banderazo de inauguración de una exposición de productos agropecuarios. Paciente y desconcertado, Cuevas, escuchó las bondades de los productos que se exhibían, hasta que me dijo incómodo que había venido atendiendo la invitación personal del ejecutivo para comer, pero que si no alcanzaba el avión de las cinco y treinta de la tarde, no podría cumplir con la inauguración de una exposición que tenía para las ocho de la noche en el palacio de Bellas Artes. Recurrí al secretario particular Héctor Luna para explicarle que el pintor no podía esperar más. Por fin, sin comer, lo llevé al hangar de gobierno, que aún funcionaba en Terán. El pintor se preguntaba en voz alta: « ¿Para qué me invitó el gobernador Sabines, si no podía recibirme?». Antes de despedirse me dijo mostrándome la bolsa de café que, por cortesía le dio el licenciado Tanus: «Si usted logra descifrar este enigma me la comparte, porque me voy profundamente intrigado. No van a creerme los amigos del Distrito Federal cuando les diga que vine a Chiapas únicamente por una bolsa de café».

Situaciones como ésta sucedieron infinidad de veces que, a la distancia son anécdotas que mueven a risa, pero que en su momento, fueron desastrosas y angustiantes, intercaladas por otras más que a través de sus dos inseparables amigos y ejecutores, el gobernador ordenaba destituir a colaboradores que se desempeñaban bien para dejar el espacio a exdiputados o expresidentes municipales que, al quedarse sin chamba, tenía que darles un espacio, aunque no tuvieran la más mínima idea de lo que era difundir y promover la cultura, en pago por alguna tarea especial realizada durante la campaña. Los ataques periodísticos en mi contra, con clara intención de hacerme renunciar, siguieron dándose. Cualquier movimiento de los maestros o desorden en el terreno educativo me lo atribuían a mí, como fue el caso de la joven periodista Jatziri Cava Córdova que se molestó porque sin consultarla, el periódico para el que trabajaba, tomó su nombre para firmar una nota a ocho columnas atribuyéndome la autoría de un movimiento magisterial liderado por los que fueron mis antagónicos cuando fui responsable de la educación del estado. A la periodista la despidieron por atreverse a expresar su inconformidad. Con estas evidencias de que la coordinación de comunicación del gobierno tenía la consigna de atacarme un día sí y otro también, sin ninguna necesidad, siendo tan fácil como aceptarme la renuncia. Fastidiado de esta situación caótica y surrealista me pareció que, un año de resistencia bastaba para retirarme dignamente del cargo que nunca debí aceptar. Nuevamente presenté mi renuncia con el secretario particular Héctor Luna. El único que me recibía porque el gobernador y sus amigos Nemesio Ponce y Mauricio Perkins que lo acompañaban y actuaban como vicegobernadores y ejecutores de las ocurrencias, resultaban inalcanzables. Este funcionario, con la atención que me trató, me dijo: « ¿Ya lo pensó bien maestro? No creo que al señor le agrade su renuncia, mejor déjeme comentarle su preocupación por las cosas que están sucediendo y la disposición suya de renunciar, si eso contribuye a que las cosas mejoren. Recuerde profesor que hay gobernadores que no permiten que sus colaboradores renuncien si no hasta que ellos lo deciden y Juan es de esos». Confiado en estas palabras, sin saber si lo plantearía o no, me retiré para concentrarme en la continuación de la gestión de recursos federales porque el magro presupuesto asignado y etiquetado para la promoción de la cultura era insuficiente y por el contrario las órdenes para subsidiar conferencias, conciertos poéticos y musicales, festivales y publicaciones llevando como tema la vida y la obra del poeta Jaime Sabines se multiplicaban. La fiebre cultural sabinista de seis años se multiplicó con propuestas de ínfima calidad o incoherentes, surgidas de la mente de seudocreadores, como la propuesta hecha por un médico metido a mecenas y poeta de “grandes vuelos” que aprovechaba la cercanía con el mandatario, por ser el responsable de cuidarle el funcionamiento de las vías urinarias en estado crítico, para recomendar a seudoartistas y propuestas absurdas como el cambio de nombre a una importante institución educativa del municipio de Berriozábal, por el de Tía Chofi (personaje sabinista de uno de los poemas). Casi todas las propuestas tenían el afán de darle un pellizco al magro presupuesto dedicado a la difusión de la cultura. Estas parodias mercantilistas de la obra del poeta, si viviera, seguramente las hubiera rechazado. A Juan José poco le importó el respeto a la memoria de su tío ni el menosprecio hacía otros poetas chiapanecos no menos importantes, sino únicamente el usufructo propagandístico del nombre para favorecerse como el sobrino instalado en el poder estatal. Al inicio del segundo año de gobierno, Sabines empezó a obsesionarse con la idea desproporcionada de ser el próximo presidente de la república. Esta remota posibilidad, malévolamente alentada por sus cercanos colaboradores, para mantenerlo entretenido, cobró tal forma en su mente desquiciada, que fue en adelante la motivación principal en todos los actos de gobierno. Además de sabinizar la vida política y social de la entidad era importante para él instaurar una dinastía familiar para gobernar al estado por muchos años más, propósito que aun mantiene.

A la espera de la aceptación de mi renuncia, me concentré con los colaboradores que sabían su oficio para continuar con los proyectos y la gestión de recursos ante la federación. Logramos entre otros presupuestos para el Museo de las Migraciones en Tapachula, contando con la participación de la representación migrante: alemana, china, japonesa y centroamericana instalada en la región para aportar elementos y testimonios. El del Museo de Arte Sacro en el exconvento de Tecpatán para recuperar la platería dispersa y a punto de perderse por estar en custodia de pobladores de Tecpatán que es 95% adventista y no tiene interés, por antagonismo religioso, en la conservación de este acervo cultural que pertenece al exconvento de Santo Domingo y los acervos artísticos ya lo consideran herencias familiares. El de la galería de Arte Contemporáneo en Tuxtla Gutiérrez, con el acervo plástico de creadores nacionales que CONECULTA embodega, sin mayor cuidado de conservación, por ser beneficiario del prorrateo que la SHCP realiza entre las entidades con obras que los creadores entregan a cuenta de impuestos y que la institución estatal no tiene el espacio ni los recursos necesarios para resguardarlo convenientemente. Además se consiguió el recurso para instalar en San Cristóbal de Las Casas, el Centro de Arte y Cultura del Estado, entre otros proyectos como el rescate del Centro Social Francisco I. Madero para convertirlo en un teatro alternativo, más pequeño, al teatro Emilio Rabasa, con presupuesto federal, pero por falta de interés gubernamental y la anarquía en su conducción, no pudieron consolidarse a pesar de los recursos conseguidos.

Como esperaba la respuesta de la consulta ofrecida por el secretario particular, con el pretexto de informarle al gobernador de los recursos autorizados por la federación me acerqué a palacio, pero para mi sorpresa me encontré con que el secretario Luna, víctima de intrigas había sido sustituido por Alejandro Gamboa, como fue el estilo de ese gobierno. El trato fue totalmente diferente. Aun así, replantee mi separación del cargo. Ante esta situación, recordé el comentario admonitorio de dos años atrás, en pasillos de un hotel de Acapulco, hecho por Manuel Burgos, uno de los colaboradores sabinistas más cercanos en ese momento: «Ustedes no conocen todavía el verdadero carácter del gobernador Sabines. Esperen a que tome posesión y ya verán cómo es realmente>>, cuando, en mi calidad de Secretario de Educación fui con los miembros de la junta de gobierno de la UNACH a tratarle el relevo y la designación del nuevo titular de la rectoría.

Las relaciones entre Juan José Sabines y el anterior gobernador entraron en distanciamiento por lo que se podía leer en los periódicos y en la televisora oficial, desde donde atacaban al segundo, sin cuidar las formas. A eso se agregó la molestia por la circulación de un documento anónimo denominado El otro informe: lo que no dijo Sabines que, por primera vez, aunque anónimamente, se cuestionaba el manejo a discreción del erario estatal y la evidente corrupción y galopante saqueo en el primer año de gobierno. Pronto empezó a buscarle autoría y más de uno de los «probables» autores sufrió consecuencias. Yo fui uno de esos sospechosos.

Con algunos que formé parte del anterior gobierno y tenían alguna responsabilidad en el presente, comenté la presentación de mi renuncia. Uno de ellos me dijo, aferrado al cargo, que esto era pasajero y propio del ritual de una transición, en el que, el gobernante entrante echa estiércol al que se va para que emerja el nuevo con fuerza. En suma para algunos, aferrados al puesto, no debía tener la piel tan sensible. En fin, poco les importaba los malos tratos ni los barruntos de menosprecio y descredito al gobierno anterior. En lo personal yo no podía seguir «como perro en rancho ajeno», sintiéndome arrinconado. En esta espera de la aceptación de mi renuncia, por fin llegó la voz de Alejandro Gamboa por la vía telefónica “autorizándome” a entregar mi renuncia. De una renuncia, primero rechazada y luego presentada en su oportunidad, llegó la orden de volver a presentarla, diciéndome en qué términos debía presentarla. Una hora después de la llamada de Gamboa hice llegar la renuncia en términos simples y sin seguir la indicación de una redacción absurda.

El más grave error político cometido por el antecesor de Juan José creo que fue la decisión de favorecer la candidatura de un gran simulador, en quien no supo ver la traición y el rencor acumulado y el anuncio innecesario de su retiro de la política de Chiapas al concluir su gestión, para no meterse en los asuntos del estado, (contrario a éste que a tres años de dejar el cargo, mueve sus piezas para justificar el saqueo y seguir influyendo en la vida política del estado), sin entrever que dejaba en la silla de palacio de gobierno al que sería su mayor enemigo. El mismo que se mantuvo acechando el momento del relevo para aliarse con sus enemigos y soltar el rencor y el odio acumulados, por quién sabe qué razones, con la peor de las combinaciones: poder, adicción, rencor y un delirio persecutorio creciente. El antecesor se olvidó que en política hay verdades que no se creen en boca de un político como la de anunciar que no haría política al retirarse por casi cinco años, tiempo más que suficiente para desacreditarlo en los medios aunque ésta es otra historia que no me corresponde ventilarla.

Los siguientes días, después de mi renuncia, fueron liberadores, pero también preocupantes: al CONECULTA llegaron cuarenta auditores a revisar minuciosamente las cuentas, con la consigna de encontrar cualquier cosa que pudiera inculparme. Al mismo tiempo, que otro tanto se presentó en la Secretaría de Educación con el mismo propósito, no obstante de que la Auditoría Superior de la Federación había auditado los recursos federales dedicados a la educación que representaban más del 95% del total del presupuesto educativo y las pocas observaciones habían sido solventadas en su oportunidad. Hasta el momento de escribir esta memoria, nueve años después, no he recibido el finiquito correspondiente y, en cuanto a la auditoría en el Consejo, al no encontrar ninguna irregularidad, pero como debían cumplir con la consigna de perjudicarme, emitieron el resolutivo de un supuesto “gasto excesivo” de 85 mil pesos en gasolina (que nunca recibí y que era fácil de demostrar) y la inhabilitación para no ejercer cargo alguno, resolución dictada por consigna, sin posibilidades de defenderme por haberse emitido cuando me encontraba privado de mi libertad, en tanto que delincuentes encabezados por Sabines que se llevaron miles de millones de pesos, disfrutan en la impunidad total. En fin, que al seguir siendo perseguido y excluido y entendiendo que por influencias de Sabines nunca tendré ninguna oportunidad de trabajo, he tenido que aceptar asesorías eventuales en otros estados.

Libre de toda responsabilidad oficial, empecé a ver el derrumbamiento de lo realizado anteriormente en beneficio de la educación durante seis años: nuevamente la corrupción volvió para quedarse e instituirse como gobierno. A Elba Esther Gordillo, por conveniencia de Juan José, dejó que designara toda la estructura directiva en los sistemas educativos federal y estatal. Los que enfrentaban averiguaciones por fraude o venta de plazas volvieron a puestos directivos y operativos. Se rompió el equilibrio necesario entre los derechos de la sociedad y los derechos laborales del magisterio. Ahora sé cómo gobernadores del estado, como éste, irresponsablemente han deteriorado la educación pública con decisiones arbitrarias, contrarias al bien común, sumándose al poder acumulado de la maestra Gordillo para imponer a sus fieles, no solo en las direcciones sindicales, sino en los cargos de primer nivel de la estructura educativa, sin tener una idea clara del daño causado a la educación de México. En algún momento tuve la oportunidad de decirle a esta maestra su error de persistir en el manejo de la educación y de incidir en la política del estado con fichas de pésima fama entre el magisterio, pero entendí que a ella no le interesaba mejorar la conducción de la educación en México, sino el de mostrar el músculo para que supieran el poder que detentaba en los estados donde los gobernadores equivocadamente le entregaban la dirección de la educación a cambio de evitarse problemas laborales. Poco importó al gobernador en turno y la lideresa la imposición de una mafia arraigada en la burocracia educativa que imposibilita cualquier proyecto de mejoramiento, aun de aquellos surgidos de la propia dirección nacional del sindicato. En su momento, Sabines no me hizo caso de la recomendación que le hice para que no se inmiscuyera en la vida interna de los sindicatos magisteriales, para favorecer a alguien en los puestos directivos sindicales porque no lo permiten los maestros ni lo permite el CEN del SNTE; que resultaba políticamente más conveniente, levantarle la mano al ganador estableciendo una relación de trabajo de mutuo respeto, sin embargo, prefirió lo contrario: compró la voluntad de los dirigentes, concediéndoles lo que pedían a costa del erario del estado a ser el fiel de la balanza entre los derechos de la sociedad y los derechos laborales del magisterio.

Hasta el CEBECH Dr. Belisario Domínguez de donde salí para la Secretaria de Educación, que fue creado como un proyecto educativo local surgido de la misma base magisterial y que me tocó poner en marcha en 1982 con el apoyo del viejo Sabines Gutiérrez, convencido con la idea de crearla y protegerla como una institución de excelencia académica, emitió el decreto gubernamental número 80, estableciendo como prioridad el conocimiento y las aptitudes de los maestros, seguida de la antigüedad, para preservarla de cualquier acechanza política o sindical. Lamentablemente el propio heredero de aquel gobernador fue quien ordenó el asalto y destrucción de sus bases pedagógicas y magisteriales que la sustentaban, cumpliéndose el viejo refrán que nunca segundas partes son buenas. En este plantel, en un término de cuatro años, desde 2008, pasaron siete directores por la pugna creada desde el gobierno de dos grupos con directrices sindicales, sin calidad moral ni pedagógica para proteger el proyecto, sino por la pura ambición y megalomanía de los que están detrás de una y otra corriente sindical en busca de puntos para ganarse los favores del gobernador. Ambas corrientes decían contar con el apoyo de la maestra Gordillo para cumplir la instrucción de este gobernador en contra de los maestros interesados en conservar el nivel académico de esa institución. Este proyecto educativo que se creó hace treinta y tres años como un centro de excelencia académica de la educación básica que rompió con la parcelación de los niveles educativos, tuve la oportunidad de construirlo y de reproducirlo en Tapachula y Cintalapa durante el mismo gobierno del viejo Sabines, con resultados satisfactorios que demuestran su pertinencia y viabilidad. Sin embargo, ante la simple y chata visión del hijo y colaboradores, poco importó ensombrecer la obra educativa de su progenitor, al preferir su destrucción por la idea de que esta institución es obra de uno de sus enemigos y no un proyecto del pueblo. Para los simplistas podrán decir que aquí quedó el triunfo y la derrota de un proyecto personal, sin embargo destruyeron un proyecto educativo surgido del magisterio con lo que se demostró que no sólo sabe protestar, sino también promover opciones de mejoramiento educativo y que hoy, a nivel nacional, a más de treinta años después, el gobierno federal intenta impulsar escuelas de excelencia por todo el país, mientras que aquí, Sabines la mandó a destruir, pudiendo ser proveedora de experiencias. Hoy, este proyecto está a punto de perecer por pleitos internos y carencia de voluntad política para rescatarla. No se trata de aportarle dinero, sino de eliminar las rémoras que impiden que siga siendo un modelo educativo viable y de respetar el contenido del decreto de creación.

A la denuncia anónima de regalar dinero en efectivo a manos llenas para comprar la conciencia de los líderes sindicales, de organizaciones, de empresarios y hasta de religiosos de una y otra denominación y la de otorgar bonos navideños considerablemente superiores al aguinaldo recibido en nómina confidencial, fue la otra razón por la que fui perseguido como el probable autor que los “investigadores espías”, incapaces de indagar y ante la presión de proporcionar resultados, un funcionario como yo, que venía de la anterior administración era el sospechoso ideal para señalarlo como el posible autor. Además de los anónimos de gente resentida o deseosa de quedar bien con Juan José, a quien seducía sobremanera este tipo de información y montajes.

Los medios de comunicación, inducidos desde la coordinación de comunicación social, siguieron señalándome como un desestabilizador pablista; término inexistente como corriente política porque los que acompañamos a Pablo Salazar durante su gobierno, procedíamos de origen, formación e ideología distintos. Fuimos llamados para integrarnos a un proyecto de gobierno por nuestra experiencia y trabajo en las áreas en que nos desempeñábamos, no por ser parte de un grupo político o de amigos preparados para asaltar el poder. Ese fue mi caso: fui llamado por mi trabajo realizado en la educación y la cultura. Con algunos integrantes de ese gabinete tuve más relación que con otros durante ese sexenio por la naturaleza de nuestras responsabilidades, pero lo que sí puedo asegurar que nunca recibí una orden para favorecer a alguien en especial o hacer algo deshonesto, por el contrario, se me permitió impulsar en el ámbito educativo reformas y proyectos para mejorar el servicio educativo tales como: el otorgamiento de las plazas docentes del nivel básico y medio a través de exámenes de oposición, reales y supervisados, diez años antes que lo intentara hacer la federación de manera simulada del famoso 50 y 50 para la Sección y para la Secretaría, poniéndose de acuerdo únicamente en el precio de las plazas. La fusión de los servicios educativos federalizado y estatal, con pleno respeto a los derechos magisteriales; la creación del Instituto Estatal de Evaluación y la del Centro Estatal de Tecnología Educativa; la creación de cinco universidades más, la valoración y el respeto a la ciencia y la academia, entre otras innovaciones. En fin, centramos a los niños y adolescentes como los protagonistas principales de la educación y reconocimos el trabajo de los maestros en las escuelas, siendo respetuosos de la autonomía y la vida interna de los sindicatos y de las universidades, privilegiando en estas últimas la academia sobre las figuras políticas, entre otras decisiones que se tomaron en franca oposición a quiénes no querían que las cosas cambiaran para seguir usufructuando en su beneficio. Se tomaron decisiones pensando en la educación de los niños y jóvenes de Chiapas y no en los niveles de popularidad del gobernante en turno. Mucho de lo que en ese sexenio se aplicó hoy es motivo de debate nacional en el intento de hacer efectivas las reformas al Sistema Educativo Nacional que arrastra vicios e inercias difíciles de corregir y que, sin la voluntad efectiva del Presidente y los gobernadores de los estados ni la participación activa de los maestros para hacer una cirugía mayor al sistema educativo será una simulación sexenal más, poniéndole vendoletas sobre el absceso. Requiere una sinergia de fuerzas de todos los que tienen que ver con el proceso educativo, pero principalmente con la voluntad de los gobernadores para que dichas reformas no terminen siendo un intento fallido más. No es la solución centralizar nuevamente la administración del presupuesto de la educación nacional, que lo único que traerá es la concentración de las manifestaciones magisteriales en el D.F. Esa película ya la vimos en el pasado hasta la saciedad. Ahora la corrupción será de las oficinas centrales a las locales y por supuesto que los mensajes de represión del señor Chauffet no tendrán resultados favorables.

Cualquier malicioso e incrédulo podrá constatar que a lo largo de mi vida laboral colaboré con gobernadores como: el doctor Velasco Suárez como coordinador de cultura; con Sabines Gutiérrez en la subsecretaría de educación básica y como su asesor educativo; con el general Castellanos en la misma subsecretaría; con Pablo en educación y, brevemente con Sabines Guerrero en cultura, sin ser velasco-suarista ni sabinista ni castellanista, hasta que, por la persecución a Pablo, soy merecedor del mote pablista, que no me molesta, por el contrario, me siento satisfecho porque no hice acción alguna de la que pudiera avergonzarme. Aunque para muchos, no pueda ser creíble que la honestidad es uno de los valores que llevo a la práctica en todos los actos de mi vida diaria. Tengo una biografía de trabajo honesto que me respalda. Sé que los ataques mediáticos que sufrimos los que fuimos perseguidos, obedecen a la bilis y mala intención de quienes resultaron afectados personalmente por privilegiar el beneficio colectivo.

Lo cierto es que ni los políticos ni los comunicadores ni la gente del pueblo supieron o quisieron ver la verdadera personalidad de Juan José. El comportamiento real de este individuo fue develándose a lo largo del sexenio a donde fue dejando víctimas en los sectores económico, social y político. Los que avizoraron la desgracia para Chiapas callaron por miedo o conveniencia. No dijeron nada de este gobierno de latrocinio y prostitución. Hoy, a toro pasado, cuando la cloaca va destapándose para mostrar la vileza en los actos de este excelente simulador y el proceso institucional de limpiar su administración y justificar el saqueo perpetrado, algunos se muestran sorprendidos, cuando inocentes y culpables pagan ese silencio cómplice dejándolo ir, sin exigirle cuentas de sus actos y sus cómplices lo protegen consiguiendo con Peña Nieto el nombramiento de cónsul.

7 Comentarios en “El inocente y el ladrón”

  1. Mercedes Villanueva
    5 septiembre, 2015 at 11:36 #

    Sr. Alfredo Palacios, he leìdo esta primera parte y como parte de esta sociedad civil, leo diferentes periòdicos, veo diferentes canales de televisiòn, locales, nacionales e internacionales, y pasan tantas situaciones horrendas e injustas en la vida regional, estatal, nacional e internacional, que a veces ya se siente o se ve normal el verlas u oìrlas, pero esto que ha sido evidenciado, no solo por ud. sino por otros periòdicos o por voces de gente que estaba y sigue estando con el Sr. J. Sabines a mì me ha dejado un sentir de impotencia y frustraciòn. Ahora al leer su relato, me confirma màs que cada uno de nosotros no està exento de que cualquier gobernador, lìder o secuaz de los dirigentes atenten este tipo de estrategias en contra de nosotros, la poblaciòn civil. Es decir la justicia no está de nuestro lado. Creo que la ùnica justicia es la otorgada por la gente que nos rodea y que nos conoce cómo nos desempeñamos en la vida diaria, por lo mismo, agradezco a usted el escribir este tipo de experiencias, porque esto también me confirma lo que era un secreto a voces de todo lo que hacìa este señor y personajes que menciona. Y que ciertamente, este señor no merecía tener cargo alguno, sin antes habèrsele hecho investigaciòn alguna. Pero mire nada màs, ya tenemos al siguiente… y ya estamos viendo como anda en el mismo camino, que ya hizo el antecesor. Y ni què decir de nuestros gobernantes federales. Un saludo.

  2. Juan Luis Villaseñor Solís
    3 septiembre, 2015 at 15:55 #

    y cuando se ufanaba diciendo que el CEBECH era de él

  3. Juan Luis Villaseñor Solís
    3 septiembre, 2015 at 15:53 #

    de acuerdo contigo José López, ahora ya padece amnesia y es bueno el tal Alfredo palacios

  4. Filemón González Jiménez
    2 septiembre, 2015 at 15:47 #

    Valientes aclaraciones y declaraciones, mi estimado Profesor. Ojalá muchos que sufrieron estas infamias, tuvieran la decisión como ud. Adelante, cuente con nuestro apoyo!!! Viva la libertad de expresión!!!

  5. Jose lopez
    2 septiembre, 2015 at 9:27 #

    Pero Palacios no se acuerda cuando también él se comportó como un déspota y tirano con sus subalternos y con quienes recurrían a él en los tiempos que ocupó esos puestos políticos

  6. Delyth Tevera Martinez
    31 agosto, 2015 at 18:40 #

    Excelente articulo Profesor Palacios. Es tan cierta esa frase que reza: La realidad supera a la Ficción. las palabras de indignación que puedan dársele a el tipo de cosas como las que relata profesor, se quedan cortas en verdad! Es abominable, indignante, por demás lamentable que sean los gobernantes quienes son los autores de tan bajos actos. Felicidades Profesor Palacios por la valentía de sacar todo esto a la luz. Saludos y seguimos en espera de los siguientes artículos.

  7. carlos Ibarra
    31 agosto, 2015 at 17:26 #

    Perseguido y hostigado politicamente por su pensamiento, sin saber, de parte de sus inculpadores, que el pensamiento siempre es y será libre. Excelente hombre, excelente maestro, excelente personaje de la política educativa en Chiapas, La historia le dará su lugar. Felicitaciones a Chiapas paralelo por integrar al equipo de colaboradores a gran ilustre personaje, su pluma fortalecerá este espacio. Saludos al gran Maestro.

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