Cinépolis, la capital del mal servicio

Desde la implementación del sistema unifila el tiempo de espera para adquirir un boleto se ha incrementado cuando debería ser lo contrario.

Desde la implementación del sistema unifila el tiempo de espera para adquirir un boleto se ha incrementado cuando debería ser lo contrario.

Largas filas, gente al teléfono gritando, timbres, tonos y alertas a cada minuto, señoras y niños que patean los respaldos, aire acondicionado mal graduado, audio deficiente y programación alterada según “estrategias internas”, son las peripecias que se padecen al asistir a Cinépolis, la que se hace llamar la capital del cine.

Esta compañía michoacana inició operaciones en Tuxtla como Organización Ramírez con dos salas llamadas Gemelos, en el edificio Plaza de las Instituciones. Hoy, transformada en marca Cinépolis se asume como líder en Chiapas por eso de ésta se esperan mejores servicios y trato a los consumidores a través de sus tres complejos en la ciudad plaza Poliforum, Las Américas y Mirador. Sin embargo, como le sucede a muchas marcas cuando ya se sienten líderes y únicos, empiezan a confiarse y disminuyen la calidad de los servicios.

Desde la implementación del sistema unifila el tiempo de espera para adquirir un boleto se ha incrementado cuando debería ser lo contrario. Ni qué decirle de las “colas” para comprar en dulcería donde está el verdadero negocio de Cinépolis. Lo mismo que ocurre en los bancos se observa en el cine: cajas cerradas ¿para qué instalan tantas si no las usan? Dios lo salve si antes de usted está el cliente que no saben escoger asiento o cambia de combo, porque téngalo por seguro que perderá el inicio de la película, un hecho que cada vez es más frecuente. Todo lo anterior es común escucharlo en las filas y salas de espectadores severamente molestos.

Si demorarnos en las “colas” no es suficiente para enfadarnos, Cinépolis se luce con los cambios de horarios y programación de las películas a su antojo, “estrategia comercial” dicen ellos. Los clientes se preparan para asistir a determinado horario y hasta tipo de película y cuando ya están en el complejo de preferencia luego de recorrer las plazas apuradamente en busca de estacionamiento, se encuentran con que a los señores del cine se les antojó cancelar la función, mover la hora o cambiar la modalidad de la película, todo porque no “jala taquilla”. Si le reclama al gerente en turno se lava las manos con eso de “programación sujeta a cambios sin previo aviso”; “sí, la aplicación está fallando”; o peor “hay que estar checando constantemente la cartelera”, como si no tuviéramos otras ocupaciones. Lo peor, los cambios son realizados una hora antes de la función afectando los planes de los espectadores.

Ir a Cinépolis es cada vez más complejo. No solo por la arbitrariedad de los horarios y películas sino porque éstas ya no son proyectadas en el idioma original sino dobladas al español ¡ABSURDO! Ver un filme doblado es igual a ver media película. Si de por si los nombres de la pelis y los subtítulos son pésimamente traducidos o nombrados sin relación alguna, ahora hay que soportar el doblaje mexicanizado, al actor estadounidense Steve Carrell en el Agente 86: “quiere su cocol”. La ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Olga Sánchez manifiesta inteligente inconformidad.

¿Cuántas frases nos convierten en cómplices de la furia, el encanto o el miedo? ¿Cuánto estudio hay detrás de ese guión que nos permite descubrir la intención del cineasta? ¿Cuánta carga emocional en el tono de voz de un artista?

La vocación realista en el lenguaje utilizado por los actores, está condicionada por el hecho de que es un elemento de identificación de los personajes, de igual forma que lo es su vestuario o su conducta en general. Debe haber, pues, una adecuación necesaria entre lo que dice un personaje, la manera en que lo dice y en el tono voz en que lo pronuncia. La palabra es sentido, pero también tonalidad y canto humano. Es, sin duda alguna, parte de la esencia de los protagonistas y del desarrollo de la obra cinematográfica.

Cada cara representa una voz y no sólo eso, sino que existen un número considerable de artistas reconocidos mundialmente por su especial tono de voz, desde las voces graves y varoniles, hasta las más suaves y tiernas.

Difícilmente podríamos percibir la tristeza de una despedida tan estremecedora como la de Humphrey Bogart e Ingrid Bergman en la película “Casablanca” si cambiáramos las voces de estos actores. Probablemente la cinta “Madisson Bridges” no sería considerada como una obra dramática sin las voces originales de Clint Eastwood y Merryl Streep. Existen un sin fin de situaciones que nos hacen sentir vulnerables, porque en sí cada artista tiene una historia y junto con esta se encuentra su imagen, su voz, su tono y forma de expresión. ¿Cómo modificar algo tan natural como la voz, como el lenguaje y sus diferentes modismos?

El idioma en el que los personajes de una obra se expresan debe conservarse en su forma original por respeto intelectual y en beneficio de la calidad artística de la obra; nunca se podrá lograr la misma credibilidad y realismo en la historia cuando la voz que escuchamos en una película no corresponde a la del actor que vemos en pantalla, por excelente que sea el doblaje realizado. (Sánchez, 2000, p. 207)[1].

Lo del doblaje no es lo único que molesta, destacan más peculiaridades; las promociones las cuales son comunicadas imprecisamente pues la “dinámica” de lo publicitado no es posible leerla completa ya que la duración de “las letritas” es breve y con puntaje pequeño. La segunda, esas “ofertas que no dejar pasar” ¡por solo 25 pesos los M&M, cuyo precio normal es mayor! pero si damos una vuelta al OXXO corroboraremos la excesiva ganancia del cine no solo con chocolates, agua, etcétera; por eso el reclamo en las redes sociales contra esta empresa por el abuso en los precios. Por eso cada vez es más común que los jóvenes responsables de la limpieza de las salas encuentren basura de otros productos no facturados por Cinépolis.

Otro detalle es el exceso de ruido durante la función. Además de la falta de cultura de los espectadores para apagar o silenciar los celulares con sonidos de gusto guarro y reguetonero, hay que soportar la bulla del personal como el provocado por el gerente del complejo Mirador, Rodrigo Ramos Ballinas durante la función En los Jardines del Rey, de las 21:30 horas del 8 de septiembre; quien con su acompañante desde las butacas D 2 y 3 platicaban a gritos hasta por el walkie-talkie.

La magia en Cinépolis se va apagando con calendarios y sus cupones cada vez más restrictivos y poco atractivos, personal con lenta atención que se la pasa cotorreando sin tomar conciencia de la desesperación de los formados en taquilla o dulcería y lo más inconcebible, la ausencia de consideración para quienes pagan por adelantado una membresía anual o son Súper Fanático. No hay taquillas de preferencia ni promociones que realmente les den valor por su dinero.

Quienes pagan una membresía anual compran a ciegas sin saber por lo que erogaron. No saben la cantidad de películas de calidad a exhibirse, ni si serán programadas, si respetarán el lenguaje original o lo que es peor, si los dejarán entrar a las mismas, porque a conveniencia de Cinépolis aceptan o no el pase anual a determinadas muestras pese a que las salas lucen vacías.

Por si fuera poco y más allá de la excesiva publicidad transmitida antes de cada película cual canal de Televisa, esta empresa fue multada[2] por el Instituto Nacional Electoral por no retirar los cineminutos del partido verde. Además, jugó sucio en las pasadas elecciones municipales de Tuxtla Gutiérrez al no querer pasar por instrucciones superiores la propaganda de Francisco Rojas Toledo, contribuyendo a la competencia desleal pese al anticipo recibido.

Con estos factores disuasorios ¿quién hará caso a la campaña de NO AL PIRATAJE? Por ello, cada vez son más los compradores de películas clonadas o mejor aún, vivir la experiencia del streaming a través de Roku, Apple Tv, Intel Compute, Chromecast, Chromebit, RikoMagic o el más nuevo: Amazon Fire TV; que por menos de la cuarta parte del costo de la membresía anual de Cinépolis podrá disfrutar de películas en HD, que ni siquiera distribuirán los complejos cinematográficos en Tuxtla Gutiérrez.

[1] Sánchez Cordero, O. (2000). “El doblaje de películas. Algunos comentarios sobre la importancia cultural del cine y la libertad de trabajo”. Serie Debates. Suprema Corte de Justicia de la Nación. Recuperado de:

https://www.scjn.gob.mx/conocelacorte/ministra/El%20doblaje%20de%20pel%C3%ADculas.pdf

[2] CNNEXPANSIÓN (2015). “El INE multa a Cinépolis y Cinemex con 7 mdp”. CNNEXPANSIÓN. Recuperado de: http://www.cnnexpansion.com/negocios/2015/03/06/el-ine-multa-a-cinemex-y-cinepolis-con-7-mdp-por-desacato

Un comentario en “Cinépolis, la capital del mal servicio”

  1. Alberto
    28 octubre, 2015 at 20:59 #

    Hay algunas posibles soluciones para que se entienda el uso de una larga cita textual. Una de ellas sería colocar dos puntos luego de «…Olga Sánchez manifiesta inteligente inconformidad:»; y abrir comillas en cada uno de los cinco párrafos siguientes (cerrarla también al concluir la cita).

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