Churros sí, churros no

 

El gobierno federal emitió hace unos días la convocatoria para debatir sobre la despenalización de la mariguana en el país. Para ello se celebrarán cinco foros con ejes de discusión distintos y que van desde la seguridad ciudadana, si se legaliza la mariguana, hasta las repercusiones para la salud debido a su consumo. La novedad de estos foros es que serán abiertos y se podrá acceder a ellos a través de internet.

De la misma manera se ha prometido que participarán especialistas en la temática y los resultados, en forma de relatoría, se transmitirán a los legisladores para que cuenten con más material para el debate en la Cámara de diputados.

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Estos son los datos generales que se conocen, por supuesto, pero no hay que ser demasiado astuto para cerciorarse de que esta idea suena más a justificación que a un real debate. Qué quiero decir con ello, pues simplemente que nuestros representantes deben tener las herramientas suficientes, y previas, para saber qué decisiones deben tomar. Abrir el debate a la sociedad es loable y deseable en muchos casos, y para ello existen mecanismos que varios países utilizan con normalidad, como es la consulta en forma de referéndum. Suiza lo efectúa con regularidad y su ciudadanía está acostumbrada a ello como manera de participar en las decisiones del Estado.

Bienvenidos los debates, no cabe duda, pero hacer responsables a los ciudadanos, o al menos a los que participen en los foros, de la toma de decisiones puede ser una artimaña que suena a un lavarse las manos, como Poncio Pilatos. Destaco lo anterior porque cuando el Presidente de la República ya ha dado su opinión, nada favorable a la legalización de la mariguana, resulta ciertamente rocambolesco pensar que habrá una legalización plena de su consumo. A lo más se abrirán caminos para su uso terapéutico, tal como ya está ocurriendo en distintos países y, también, se permite en México de forma excepcional.

Se permita o no el consumo, las que resultan desmedidas son las sanciones para los consumidores. Las cárceles están llenas de ellos, mientras que los narcotraficantes y delincuentes de toda naturaleza campan a sus anchas por el país. De qué sirve legalizar la mariguana o seguir sancionándola si el poder judicial ni es poder, ni es justo. Ningún país se libra de las injusticias, pero la independencia judicial, como la quiso Montesquieu a través de la separación de los poderes del Estado, resulta fundamental para construir un país. De lo contrario los ciudadanos se encuentran o se encontrarán, en algún momento, indefensos frente a las injusticias, y lo que ocurre con los consumidores de mariguana es uno más de los muchos ejemplos que conocemos.

 

 

 

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